En el margen
Cécile C. Eveng: “Perdemos amigues y es una pena porque las personas LGTBIQ pueden ayudar a desarrollar África

La filóloga camerunesa reside actualmente en España y estudia un doctorado en migraciones, cuerpos, negrofobia y vulnerabilidad de personas. Investigar sobre identidades disidentes en su país le ha traído críticas, hasta desde la propia academia.
Cécile Caroline Eveng
Cécile Caroline Eveng investiga sobre afrofeminismo, migraciones, identidades afroeuropeas, periféricas e identidades LGTBIQ. Foto cedida.
26 jun 2025 06:00

Nacida en Camerún de madre fang y padre pulaar, Cécile es Doctora en Literatura por la Universidad de Maroua e investigadora sobre afrofeminismo, feminismo, migraciones y migritudes, identidades afropeas (afroeuropeas) e identidades periféricas, es decir, identidades LGTBIQ que se construyen al margen en las sociedades africanas, especialmente África central, basándose en la literatura y el arte.

Se trasladó a España para realizar un máster sobre estudios LGTBIQ en la Universidad Complutense y, al terminarlo, decidió empezar su segundo doctorado en la misma universidad. Muy criticada por sus colegas cameruneses por sus investigaciones acerca de las identidades lésbicas, que afirma que ya existían en los espacios tradicionales africanos antes de la colonización, defiende ante todo la dignidad de las personas homosexuales, cuyo exilio forzado le parece una enorme pérdida de capital humano para el continente.

Naciste en Camerún, ¿verdad?
Sí, en Ayos, en el centro del país. Mi madre es de la etnia del centro, Ewondo manguissa o sea fang beti, y mi padre de la etnia del norte, pulaar. Hablo los dos idiomas, además de francés, inglés y español.

¿Por qué empezaste a interesarte por el español como idioma?
Tenía una profesora de español muy buena en el tercer curso del instituto y me enamoré del idioma. Nos inculcó muchas ganas de aprenderlo por su manera de explicarnos las clases. Yo tenía muy buenas notas, así que pensé que aprender otra lengua distinta al francés sería algo interesante. Mis amigas me preguntaban qué iba a hacer con el español, pero yo pensaba que esta lengua tenía algo especial, y tenía razón, porque empecé a trabajar como profesora de español en el instituto antes que todas ellas.

Empecé trabajando en un instituto público de la zona norte del país, también porque quería acercarme a mi familia paterna, que es de allí, ya que había pasado toda mi vida en la parte central. Tenía la esperanza de que me dejaran en Ngaoundere, que es mi pueblo, pero me enviaron a una zona muy alejada, a la que me llevó más de un día llegar en coche. Mientras iba para allá no paraba de preguntarle al chófer si eso seguía siendo Camerún. El viaje fue tan difícil que hasta me bajó la regla.

Llegué a una ciudad que no tenía ni luz, afortunadamente me acogió una familia amiga de mi primo y así es como empecé a dar clases en un pequeño liceo en el que llevaban 4 meses sin enseñar español. Tuve que empezar desde el principio y nos tocó dar clase incluso los domingos después de misa para poder finalizar el programa de ese año. Ahí estuve un año y luego me enviaron de nuevo al centro, más cerca de mi madre, donde estuve otros 7 años.

Esa experiencia fue muy buena porque tenía una directora muy profesional que me permitió empezar con los primeros cursos y continuar con ellos hasta el final. Así que he visto crecer a todos esos alumnos. Siempre les decía que con el español como lengua, aunque no fuera una lengua de Camerún, tenían la posibilidad de hacer de todo: trabajar como yo lo estaba haciendo, hablar con otras personas distintas y tantas otras cosas.

¿Cuándo y en qué te doctoraste en Camerún?
El paso al centro del país me permitió seguir estudiando, porque en el primer liceo no podía ya que no había acceso a Internet ni prácticamente carreteras, por lo que era difícil estar comunicada. Al volver a Yaoundé me matriculé en la Universidad de Maroua con el mismo director que me había dirigido en el máster de Educación, porque en mi campo de investigación, los estudios feministas, no había muchos directores que se atreviesen a dirigir mujeres.

Entonces yo estaba trabajando sobre las construcciones de las identidades en tres novelas y tres espacios. La novela “Blues pour Elise”, de Elionora Miano, una afrofrancesa nacida en Camerún, para hablar de las construcciones y del impacto de los espacios que posibilitan que haya identidades afropeas y a través de la que intentaba mostrar cómo las mujeres afro luchaban por integrarse y hacer que la sociedad acepte que hay francesas con otros colores de piel.

La segunda novela era “Sirena Selena” vestida de pena, con la que intentaba mostrar las construcciones de las identidades queer, principalmente las caribeñas, narrando la visión totalmente tradicional en ese espacio.

Y la tercera es “La bastarda”, de Trifonia Melibea Obono, con la que buscaba mostrar que también existen identidades lésbicas en los espacios tradicionales africanos y que no hay tanta diferencia en ese sentido entre Guinea Ecuatorial y Camerún; porque, como sabes, las fronteras africanas son una construcción del colonialismo. Esa fue la parte más criticada de mi tesis; pero estoy convencida de que, si la literatura ya da protagonismo a estas identidades desautorizadas en nuestros espacios, tenemos que indagar y plasmar de manera objetiva y científica estas realidades.

¿Por qué fue la parte más criticada de tu tesis doctoral?
Fue muy mal recibido por parte de mis colegas, pues, hasta hoy en día hablar del lesbianismo es tocar un tema muy controvertido y delicado. Yo desde mi entusiasmo y mi amor por la literatura no me di cuenta de que hablar de otras identidades podría condenarme. Es como si fuera mi único campo de investigación, cuando yo investigo todo lo que me parece que tiene importancia e impacto en la sociedad. La verdad es que me dolieron las críticas, pues pensaba haber analizado las obras con objetividad para mostrar que incluso en los espacios tradicionales existen identidades homosexuales.

Si algo existe en la sociedad, tenemos que plasmarlo y hablar de ello y que para eso sirve precisamente la literatura

Me siguen criticando cuando ven algo que aparece en las redes, incluso gente que son también investigadores y que yo pensaba que tenían una mente abierta… No pensaba que investigar sobre esas otras identidades me convertiría en una paria, una indeseada, una menospreciada y que personas que conozco escribirían contra mí.

¿En qué se basan esas críticas a tus investigaciones?
Argumentan que las identidades lésbicas no son identidades, sino perversiones. Yo digo que, aunque sea así, si algo existe en la sociedad, tenemos que plasmarlo y hablar de ello y que para eso sirve precisamente la literatura. Si algo les parece que está muy mal, eso no significa que debamos ignorarlo. Son identidades que existen y a veces son ocultadas por la gente como si fueran una enfermedad. Hay personas homosexuales que se casan y luego tienen relaciones extramatrimoniales. Eso para mi es más peligroso que una persona que demuestra directamente que es homosexual, porque crea caminos hacia enfermedades como el SIDA.

¿Qué podrías decirme sobre esa idea de que la homosexualidad es un vicio llevado a África por los blancos?
Se niegan a aceptar que haya otras maneras de amar o de hacer el amor. El espacio, de cierta manera, también nos condiciona. Al crecer en un espacio totalmente binarista y heteronormativo, acabamos interiorizando esa mirada y vemos la vida con esos ojos. Yo también tuve que deconstruir mi binarismo al empezar a investigar todos estos temas.

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¿En Camerún qué estatus tenían anteriormente a la colonización las personas LGTBIQ?

No había este rechazo que existe hoy en día, este heteronormativismo tan fuerte. En mis investigaciones, me di cuenta de que la religión tuvo un impacto muy fuerte a la hora de clasificar lo que teóricamente son los hombres y las mujeres. Me acuerdo que, cuando era pequeña, mi abuela a veces veía en la tele a alguien y decía: “Este no es un hombre” y no lo hacía con desprecio. Simplemente se sabía que en la cultura fang siempre han existido personas homosexuales. El impacto de la religión, y yo soy católica practicante, en esa especie de estructuralismo binarista es muy fuerte en África. Es con la iglesia y las nuevas iglesias de hoy en día que empezó ese rechazo.

El año pasado, con la noticia de que el Papa dijo que las personas homosexuales podían también ser padrinos y madrinas, la iglesia camerunesa sacó un comunicado muy duro. Es la primera vez que veo a la iglesia camerunesa oponerse de esa manera tan fuerte a Roma. Lo comentaba con otre amigue y nos preguntábamos dónde queda el amor y el Ubuntu, por qué nos focalizamos en eso en vez de ver al ser humano. Porque detrás de todo eso hay un ser humano que sufre.

¿O sea, que la iglesia camerunesa tiene una visión tradicionalista de la religión?
Sí, mucho. La gente dice que las cosas van a cambiar, pero es muy difícil.

¿Cómo compaginas a nivel personal tu creencia religiosa y la fe que me has dicho que tienes con tus investigaciones?
Como te he dicho, me baso en el amor. Cuando miro, no veo la orientación sexual de la gente y tampoco me importa. Yo veo a la persona. Creo que, si estamos hablado de un Dios de amor, lo más importante es ver la esencia del ser humano.

En este sentido, ¿cómo es la realidad del colectivo LGTBIQ en Camerún hoy en día?
Hay asociaciones, como la de la abogada Alice Nkom, que hasta hoy en día es una de las aliadas del colectivo, pero no tienen el apoyo del gobierno de Camerún y depende totalmente de las ayudas exteriores, lo que las convierte también en dependientes de una cierta política que no es la propia. Te diré algo, si el colectivo sufre violencias y marginaciones, tienen que hacer las cosas con mucha cautela. Me duele ver cuando una persona gay, lesbiana o trans sufre violencia en las calles de Camerún.

En Camerún la homosexualidad está penalizada a través de leyes que son vestigios de otras francesas y que ya ni existen en Francia

También me gustaría destacar la importancia que tienen los espacios digitales para estos colectivos, que son una especie de paliativo donde la gente puede expresarse de una forma un poco más libre. A pesar de que haya violencias por parte de algunas personas, en las redes hay más visibilidad que en los espacios tradicionales. Ahí pueden defenderse, por ejemplo, cuando se producen encarcelamientos. Pero también hay una trampa en esta visibilidad de las redes y es que sirven a la policía para tener más pruebas contra las personas LGTBIQ, porque en Camerún la homosexualidad está penalizada a través de leyes que son vestigios de otras francesas y que ya ni existen en Francia. Debido precisamente a esta penalización, mi tesis doctoral fue tan controvertida.

No podemos pasarnos el tiempo negando una realidad social. Si estas personas se sienten inseguras en unos espacios, van a buscar otros y de ahí también muchos exilios y migraciones por los que perdemos a hermanos, a niños, a familiares y amigues. Eso es una pena para el continente porque las personas homosexuales son personas inteligentes que tienen que ayudar a desarrollar África.


¿Cuándo decides venir a España?

Vine con una beca de la AECID para hacer un máster en estudios LGTBIQ en la Universidad Complutense. Ya había hecho varios masters y la gente no entendía por qué hacia otro, pero con el tiempo creo que lo entenderán. Al fin y al cabo, es una realidad social y en la sociedad camerunesa necesitamos también personas expertas en esta cuestión. Hay niños que tienen otras identidades, identidades que no son aceptadas, y en vez de azotarles o decir que están embrujados, necesitamos saber cómo hablar con él o con elle. Creo que este máster también me va a proporcionar herramientas para entender todas esas cuestiones.

¿Y qué tal el temario del máster, ha cumplido tus expectativas?
Sí. Siendo filóloga, estaba trabajando sobre el lesbianismo en la sociedad fang basándome en el libro “Yo no quería ser madre” de Melibea Obono, en el que se muestran los diferentes grados de violencias que sufren las mujeres lesbianas, y hablando de derechos y tolerancia, aunque a la gente no le guste esta palabra. Pero, ¿acaso la mujer lesbiana no es una mujer?

Me has dicho que eras la única mujer africana del máster. ¿Qué ideas hay en torno a la diversidad racial en espacios, en principio, teóricamente tan inclusivos?
Me di cuenta de que muchos compañeros y compañeras no sabían ni siquiera que hay personas que siguen luchando por sus derechos elementales en otras partes del mundo.

El espacio es ante todo un espacio seguro para la gente del colectivo y yo soy heterosexual. Siempre se realizaba la pregunta de si había alguien heterosexual en la clase y yo era la única negra heterosexual. La mirada de muchos compañeros y compañeras era como diciendo: “¡Qué atrevida!”. Aunque también tengo que decir que había una especie de aceptación por ser africana, tal vez por eso no me consideraban una persona “peligrosa”.

Cuando no entendía un concepto, lo preguntaba sin problemas y siempre me lo explicaban con palabras muy sencillas, como, por ejemplo, conceptos y palabras sobre los procesos de transición y medicalización. Esos procesos no son nada fáciles, incluso en sociedades más tolerantes en ese aspecto.

También tengo que decir que el máster fallaba un poco a la hora de abordar los derechos de personas vulnerables o en situaciones migratorias. El Dr. José Díaz Lafuente y el Dr. David Berna eran los únicos que hablaban de continentes que no fueran Europa. Creo que en un máster así la interseccionalidad es importantísima, porque si no, les estudiantes se quedan con una visión muy eurocéntrica. Ese es el único aspecto que creo que le falta al temario del máster.

¿Te encontraste con muchas actitudes paternalistas entre el profesorado y los compañeros y compañeras?
Con algunos profesores, sí. A veces había asignaturas en las que se mostraban imágenes totalmente animalizadas de las personas negras, muchas veces totalmente desnudas. Esas son miradas que no pueden seguir manteniéndose hoy en día. Creo que podemos hablar de un tema presentando imágenes de personas negras que no estén desnudas y que no muestren esa idea de salvajismo. Para abordar cuestiones sobre África hay que documentarse bien y no hablar de una manera global. Si hay un país donde pasa algo, hay que decir en qué país es.

¿Cómo se conciben las disidencias sexuales en la sociedad española? ¿Hay mucha diferencia con respecto a Camerún?
En España es verdad que está más aceptaba la disidencia sexual, por lo menos hay derechos que están reconocidos. En mi país hay lugares en los que una persona no puede arriesgarse a decir que es gay, prefiere casarse y disimular para seguir ostentando los derechos heterosexuales.

Aunque también me acuerdo de un compañero trans al que persiguieron un día por la calle aquí, en España, y que nos estaba enviando su ubicación para que supiésemos dónde estaba. Ahí me percaté que sigue habiendo violencia aún en España hacia las personas trans.

Cuando una persona es homosexual, eso siempre tiene consecuencias. Aunque también te digo que hay más tolerancia hacia una persona homosexual rica que una persona homosexual pobre

¿En qué consisten los privilegios heterosexuales, que has mencionado antes?
La aceptación de la sociedad y la posibilidad de poder trabajar en todas partes presumiendo de ser “normal”, porque una persona heterosexual es una persona “normal”. Cuando una persona es homosexual, eso siempre tiene consecuencias. Aunque también te digo que hay más tolerancia hacia una persona homosexual rica que una persona homosexual pobre, de tal manera que también hay esta visión totalmente capitalista.

¿Y con respecto al racismo? ¿Cómo es España?

España es racista, lo vivo todos los días. Siempre hay personas que te van a tratar de manera distinta por tu color de piel.

La primera experiencia fue al tener que homologar mis títulos, donde me encontré con que hay un racismo académico muy fuerte. He tenido todos los problemas del mundo para probar que mis documentos eran válidos. Por suerte, el jefe de Departamento de la Universidad de Yaoundé era un hombre muy cercano, porque ha tenido que hacerme el mismo documento más de cuatro veces. Se me pasaba el tiempo y siempre me ponían problemas. En un momento dado le dije a la jefa de la oficina de homologación de títulos, que estaba hasta dudando de la firma de la Embajada de España en Camerún, que yo no tenía nada que ver con la forma de trabajar de su propia Embajada. El tiempo que se toman para averiguar los títulos de las personas europeas no tiene nada que ver.

También he encontrado mucho racismo en la comisaría. Una vez tenía cita a las 11.30 y llegué a las 11h, pero me dejaron fuera a pesar del frío. Sin embargo, había personas blancas que tenían cita a las 12h y las dejaban entrar.

¿Y a nivel social? ¿Hay también mucho racismo en España?
Sí, mucho. Por ejemplo, en las tiendas me vigilan más que a otras personas. Se deben creer que voy a robar o que no tengo dinero para comprar, y en los transportes la gente muchas veces no se atreve a sentarse cerca de mí.

“Me gustaría sentarme, por favor”. La señora no tenía auriculares, me oía perfectamente, pero me miraba sin verme. Fue una invisibilización insultante

Una vez estaba yendo a mi voluntariado para ayudar a mujeres africanas que no saben leer en Médicos del Mundo y Renfe estaba lleno. Una señora había puesto su bolsa en una silla vacía a su lado y le dije: “Me gustaría sentarme, por favor”. La señora no tenía auriculares, me oía perfectamente, pero me miraba sin verme. Fue una invisibilización insultante.

Te juro, además, que sufro más racismo por parte de la gente de América del Sur. Desde esa jerarquía de la importancia racial que nos ha sido impuesta, hay gente que piensa que es más humana que otras personas.

Ahora estás estudiando tu segundo doctorado, ¿verdad?
Sí, en la Complutense con el mismo director que el máster. ¿Sobre qué versa este segundo Doctorado? Sobre migraciones, cuerpos, negrofobia y vulnerabilidad de personas.

¿Por qué te decidiste a hacer un segundo doctorado?
Para aprender más, porque las Relaciones Internacionales no tienen nada que ver con la Filología. Quería aprender más de derechos y leyes.

Tengo un director que siempre me proporciona ayuda y me da la oportunidad de dar clase en algunos masters, lo que también es importante porque me proporciona experiencia docente a ese nivel.

Ahora estás realizando una investigación con la asociación Biznegra, ¿verdad? Sí, es una investigación financiada por Calala sobre misogynoir, es decir, las violencias que sufren las mujeres negras en los distintos espacios, si hay herramientas y ayudas para enfrentarlas y si tenemos espacios seguros para hablar. También sobre las posibilidades de mejorar las condiciones de protección de las mujeres negras en España.

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En octubre sacaremos ya las conclusiones, aunque la parte de la encuesta nos ha costado bastante, porque las mujeres africanas que encuentras en las calles se niegan a hablar de sus experiencias. Con las afrodescendientes se hace con mayor facilidad.

¿En qué consiste el voluntariado en Médicos del Mundo del que me has hablado antes?
Es un voluntariado de alfabetización de mujeres africanas, clases básicas para aprender a leer y escribir. Si no saben leer no pueden trabajar y tienen que estar supeditadas toda la vida a su marido.

Este proyecto antes no existía. Cuando empecé a hacer mis prácticas con mujeres mutiladas, me di cuenta durante los acompañamientos de que a las hermanas les resultaba muy difícil realizar trámites porque no sabían leer. Para mí eso fue un shock porque pensaba que estas eran situaciones que sólo se daban en contextos aislados, en las selvas y así. Le dije a la responsable que teníamos que hacer con ellas clases de alfabetización para empoderarlas y para que tengan más libertad, porque también les resultan difíciles las relaciones con las trabajadoras sociales, pues temen firmar documentos que no saben bien lo que ponen.

Vienen más mujeres cada día, es un espacio muy chulo para poder ayudar, y las que vienen de manera regular a las clases han avanzado bastante.

¿Quieres añadir algo para terminar?
Para concluir decir que me gustaría que hubiese más personas africanas del colectivo LGTBIQ investigando acerca del propio colectivo porque, siendo heterosexual, siempre habrá cosas que se me escapen; así que espero que un día una persona del propio colectivo se meta también a investigar. Y a las personas que critican mis investigaciones, sólo decirles que es un campo interesante donde hay mucho material a analizar y muchos sufrimientos.

En cuanto filóloga, destacaría una literatura escrita y oral muy interesante escrita por mujeres africanas como Trifonia Melibea Obono, Cristina Guadalupe Eyenga, de la comunidad literaria, o Lorde o Rusly Cachina Esapá, que yo llamo la narrativa disidente.


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