Opinión
Por qué hago McHuelga

Joshua Khan, de 18 años, explica por qué se ha unido el 1 de mayo a la McHuelga y comparte sus experiencias trabajando para la delegación de McDonald’s en Watford (Inglaterra).

Huelga McDonald’s
Huelga en McDonald’s en Crayford el 4 de septiembre de 2017. Foto: War on Want
Red Pepper / Traducción: Mario Porquera
5 may 2018 10:02

Steve Easterbrook, el director ejecutivo de McDonald’s, y yo sólo tendremos una cosa en común alguna vez en la vida: ambos somos muchachos de Watford… o, al menos, él lo fue una vez. Nunca iré a la universidad como él porque yo no me puedo permitir ese tipo de deuda. Él gana 5.500 libras por hora. Yo gano 6,50 [7,37 euros]. Dudo que alguna vez vaya a poseer un jet privado. Mi sueño es que algún día sea capaz de ahorrar lo suficiente como para subirme a bordo de un avión convencional y visitar Australia. Aunque ahora mismo lo que realmente deseo es un trabajo que pueda compaginar con la universidad y un salario digno para ayudar a mi madre.

Hoy estoy en la línea de piquetes en el Mcdonald’s en Watford donde trabajo, después de que el 95% de los trabajadores votasen iniciar una huelga en cinco restaurantes McDonald’s del Reino Unido. Es mi primera protesta.

Estaba nervioso, pero sienta bien estar defendiendo nuestros derechos; haciendo algo, por una vez. Todos nos sentíamos sin poder alguno por separado, trabajando para estas corporaciones internacionales donde las reglas podrían perfectamente haber sido escritas en otro planeta y sabes que eres completamente reemplazable. A pesar de ello mucha gente ha venido a apoyarnos, con huelguistas manifestándose desde las sucursales en Crayford, Cambridge, incluso Mánchester. Me siento valorado por el sindicato. Se trata de algo por lo que estoy preparado para luchar porque sé que todos lucharemos el uno por el otro.

INTENSIFICANDO LA PRESIÓN

Sólo llevaba un par de semanas trabajando en McDonald’s cuando empezaron a intensificar la presión. Tengo un impedimento en el habla, además de problemas de audición. Puedo desempeñar mi trabajo bien, pero necesito que se me permita centrarme en una sola tarea en cada momento. Causa mucha ansiedad tener que ir deprisa y estar estresado por un millón de cosas a la vez.

Solían dejarme en caja lidiando con clientes durante mucho tiempo aun cuando se supone que debemos rotar tareas. No me importaba realizar mi parte de ese trabajo, pero simplemente no entendían por qué no estaba bien dejarme ahí durante horas, sin considerar por qué podía tener problemas con ello.

Entonces comenzaron a intimidarme para que asumiera más turnos. Ya es bastante difícil estudiar y trabajar; ya me encontraba cansado la mayor parte del tiempo. Pero de repente querían que trabajara tres o cuatro días a la semana más mis clases de la universidad. Al final me di cuenta de que tenía que ser valiente y enfrentarme a ellos.

Pero justo había cumplido 18 años y podían obligarme a realizar turnos de noche. Les dije que de ninguna manera iba a trabajar de noche teniendo clases al día siguiente. No quisieron escuchar.

Resulta gracioso porque siempre hablan de cómo los contratos de cero horas [en los que no se especifica un número de horas semanales] son mejores para los estudiantes o personas con hijos porque proporcionan “flexibilidad”. Nunca mencionan el hecho de que no puedes obtener un préstamo si lo necesitas: precisas de unos ingresos garantizados para poder pedir prestado algo, y en un contrato de cero horas nada está garantizado.

Otra cosa que nunca mencionan es que la flexibilidad pertenece a tu jefe, no a ti. Si no te doblegas a lo que ellos quieren, pueden simplemente deshacerse de ti, como si tal cosa. Hay muchas otras personas sin ningún trabajo, lo suficientemente desesperadas como para sustituirte.

LUCHANDO POR TODOS

Un colega me puso en contacto por primera vez con nuestro representante sindical local en un día especialmente malo. Me ayudó a entender cuáles eran mis derechos. Cuando mencionó la campaña, yo me interesé. Explicó en qué consistía y me preguntó si me gustaría participar. “¿Por qué no?”, pensé.

Un trabajo estable con un salario digno y el derecho de unirse a un sindicato: todos nos merecemos estas cosas. Y supe enseguida que nadie nos las iba a dar así como así.

Vivo con mis padres y mi madre no trabaja porque se encarga de cuidar de mi padre, que padece de párkinson. Si estuviese ganando 10 libras por hora, cambiaría nuestras vidas. Podría ayudarla más, esto es lo principal. Mis padres siempre me han apoyado en todo lo que hago, incluso la McHuelga. Están contentos de que luche por mí mismo, siempre y cuando esto no afecte a mis estudios. Mi madre va a venir a visitarme a las líneas de piquetes. Mi padre normalmente se siente más cómodo quedándose en casa, aunque va a intentar venir para mostrarme su apoyo también.

No estamos luchando sólo por nosotros mismos, sino por todo el mundo. Nadie que trabaje duro debería estar terriblemente preocupado por el dinero cada día. Más que eso, todos merecemos la oportunidad de ahorrar y tomar decisiones en un mundo en el que tantas puertas están cerradas dependiendo de tu nivel de ingresos. Para mí el derecho de afiliarse a un sindicato significa el derecho de hacer que se escuche nuestra voz. Es como un grupo de apoyo; un sitio donde puedes unirte a otras personas que se están enfrentando a los mismos desafíos que tú, y descubrir cómo apoyarnos los unos a los otros y resolverlos.

Eso es lo que el Sindicato de Panaderos (BFAWU, Sindicato de Panaderos, de la Comida y de Trabajadores Aliados, por sus siglas en inglés) ha sido para mí. Sé que McDonald’s afirma que no necesitamos un sindicato porque ellos tienen sus propios procedimientos y los directivos nos escucharán y quieren ayudar, pero la mayoría de las veces esto es mentira. Recientemente alguien me preguntó qué me parece que el director ejecutivo, Steve Easterbrook, ganara 15 millones de dólares el año pasado. “Pobre”, ese fue mi primer pensamiento. El segundo fue que estoy bastante seguro de que trabajo más duro que él. El tercero fue que me pregunto si alguien en el mundo trabaja lo suficientemente duro para merecer 15 millones de dólares al año y un jet privado.

Creo que ya va siendo hora para él de que vuele con él hasta Watford y escuche lo que tenemos que decir. Pero a fin de cuentas no estamos mirando a Steve para que nos cambie las cosas, nos estamos mirando el uno al otro.

Son mis amigos en el trabajo, el respaldo de mi sindicato, la ola de apoyo que recibimos del público lo que me da esperanza. Después de la primera huelga en septiembre, McDonald’s nos ofreció su mayor aumento salarial en una década. No es un salario digno, no es aún lo que necesitamos y merecemos, pero es un comienzo.

No hace falta que sigamos preguntándonos si podemos cambiar las cosas: ya está pasando.

fuente
Este artículo se publicó originalmente en Red Pepper

 








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