Sindicato Labrego Galego (SLG)
Por enésima vez, los directivos de la minera canadiense llegaron al pueblo para intentar aislar y criminalizar a quienes luchamos para preservar nuestras tierras y casas de las detonaciones, de las gigantescas excavadoras, de los lodos tóxicos que se entremezclarán con el agua que hoy mana cristalina regando las huertas y los prados hacia el Río Anllóns y la Ría de Corme y Laxe.
Aquí, en Punta Roncudo, uno de los acantilados más batidos por el Océano Atlántico, se halla uno de nuestros mayores tesoros, los mejores percebes del mundo. Poco sabíamos nosotras que los especuladores financieros habían decidido utilizar el oro que durante siglos había permanecido en las entrañas de nuestras tierras como valor refugio, y que la alcaldía y el gobierno se iban a convertir en sus grandes valedores, dando por buenos informes ambientales falsificados, prometiendo cientos y miles de empleos inexistentes, aun cuando determinaron que la actividad extractiva iba a ser prioritaria sobre la producción de alimentos.
Pero también llegó la solidaridad y la fraternidad de las luchas. Tejemos juntas una gran red, organizándonos en todas las latitudes, por la soberanía alimentaria, contra el acaparamiento de tierras y la privatización del agua y de las semillas, contra la criminalización de nuestros movimientos, en defensa de la biodiversidad.
Como mujeres del Sindicato Labrego Galego y de la Vía Campesina, nos inspira la dignidad de la compañera Maxima Acuña, de Perú, gritando su voluntad inquebrantable de defender las montañas frente a los intereses de la minería; la promesa de Berta Cáceres, asesinada en Honduras en 2016, de que volverá y seremos miles para defender los derechos de nuestras comunidades, de los ríos, de los bosques; de las mujeres, de las generaciones que nos sucederán. Miles de mujeres y de hombres en lucha contra el capitalismo y el patriarcado, creando otro mundo en el que los cuidados y la vida estén en el centro.
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