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Antiespecismo
Animales, plantas, robots: ¿con quién tenemos deberes morales?
Nadie discutirá que tenemos deberes con los recién nacidos, aunque ellos no tengan deberes con nosotros. Entre otras cosas, no debemos sacudirlos ni dejarlos desatendidos. Nadie piensa que tengamos deberes con las rocas. ¿Pero qué pasa con los animales, las plantas, los ecosistemas y los robots?
Aunque estas entidades no tienen deberes con nosotros, ¿tenemos nosotros alguna obligación para con ellas? En definitiva, ¿podemos causar un daño a un geranio o a Siri?
Los filósofos llaman “pacientes morales” a las entidades para con las que tenemos deberes. Así, los bebés son pacientes morales, pero las piedras no. La cuestión de la “paciencia moral” es importante en el debate sobre el estatus de los animales, cuando se concede personalidad jurídica a los ríos y cuando surgen nuevas inteligencias artificiales.
Nuestro trabajo como investigadores en filosofía del Centre de Recherche en Éthique y miembros del Groupe de Recherche en Éthique Environnementale et Animale y del consejo de redacción de la revista L'Amorce, nos ha llevado a considerar el criterio de la paciencia moral.
Aunque a menudo se trata a los animales como meros objetos, la mayoría de los filósofos están de acuerdo en que tenemos obligaciones para con todos los seres sintientes (o sensibles), es decir, seres capaces de vivir experiencias agradables o desagradables. En cuanto un ser es sintiente, tiene una experiencia consciente del mundo. Experimenta sensaciones como el hambre y la saciedad, siente emociones como el miedo y la diversión, disfruta y sufre.
La tesis de que una entidad es un paciente moral si, y sólo si, es sintiente se llama sentientismo. Según este punto de vista, todos los vertebrados y algunos otros animales son pacientes morales, pero no debemos nada a las plantas ni a los ecosistemas. Tenemos deberes que les conciernen porque nuestro bienestar depende de su existencia. Pero no tenemos deberes para con ellos. Su valor moral es sólo instrumental, en el sentido de que contribuyen al bienestar de los pacientes morales.
El argumento sentientista
Como es habitual en la filosofía analítica, el argumento principal a favor del sentientismo puede desglosarse en dos premisas y una conclusión. Ya se trate de un recién nacido, una planta, un animal, un río o un robot, el argumento es el siguiente:
1- Una entidad es un paciente moral si, y solo si, es posible beneficiarla o, al contrario, dañarla.
2- Ahora bien, es posible beneficiar o causar un daño a una entidad si, y solo si, es sintiente.
3- Así que una entidad es un paciente moral si, y solo si, es sintiente.
La primera premisa es muy plausible. ¿Qué deber podríamos tener para con una entidad a la que no podemos beneficiar ni causar daño? Además, por el contrario, mientras sea posible beneficiar o dañar a una entidad, parece que debemos tener en cuenta sus intereses: el hecho de que una acción la beneficie nos da una razón para llevar a cabo esta acción; el hecho de que una acción la perjudique nos da una razón para abstenernos de llevarla a cabo.
La segunda premisa también es plausible. Es difícil ver cómo podríamos dañar o beneficiar a una entidad incapaz de vivir cualquier experiencia positiva o negativa. A veces se dice que es bueno para un motor que lo engrasemos o, para una planta, que la reguemos. Pero hay algo metafórico en este uso de la frase “bueno para”. Pocas personas piensan realmente que el interés del motor en sí mismo es el de ser engrasado. Del mismo modo, teniendo en cuenta que las plantas no son sintientes, ¿podemos realmente atribuirles algún interés?
Por el contrario, si una entidad es capaz de tener experiencias conscientes, es posible dañarla o beneficiarla. Por ello, una experiencia agradable es buena para ella, y una experiencia desagradable es mala.
¿Un criterio antropocéntrico?
Una objeción común es que el sentientismo es antropocéntrico. ¿No es sospechoso que esta teoría dé una importancia especial a una característica que poseen los seres humanos, grupo al que pertenecen sus defensores?
Sería ciertamente antropocéntrico utilizar el criterio de la sintiencia para determinar quiénes son los pacientes morales porque los seres humanos son sintientes. Sin embargo, esto no es lo que hacen los sentientistas, sino que eligen este criterio porque aceptan el argumento anterior. Resulta que los seres humanos son sintientes, pero esto no explica la elección de los defensores de este enfoque.
Que este criterio lo cumplen los humanos es evidente. Somos pacientes morales. El criterio correcto de la paciencia moral dará cuenta necesariamente de este hecho indiscutible. No hay que ser antropocentrista para afirmar eso.
Una cuestión de grado
Según una segunda objeción, el sentientismo falla porque la paciencia moral es una propiedad binaria, del orden de «todo o nada», mientras que la sintiencia es gradual, del orden de «más o menos». Uno es un paciente moral o no lo es. Por otro lado, algunos individuos —por ejemplo, los cerdos— serían más sintientes que otros —por ejemplo, las hormigas—. ¿Cómo, entonces, podrían actuar juntas estas propiedades?
En realidad, no está nada claro que se pueda ser más o menos sintiente. Ciertamente, se pueden tener experiencias conscientes más o menos diversas e intensas, pero ¿puede ser uno más o menos capaz de tener experiencias conscientes? En aras de la argumentación, admitamos, no obstante, que podemos hablar de grados de sintiencia.
¿Se deduce que la sintiencia no es una propiedad binaria? El examen de un caso análogo bastará para demostrar lo contrario. Usted puede tener más o menos dinero en el bolsillo. Sin embargo, o se tiene dinero o no se tiene. Aunque las hormigas fueran menos sintientes que los cerdos, seguirían siendo sintientes.
Algunas entidades son sintientes, al menos en cierta medida; otras no lo son en absoluto. Según el sentientismo, las primeras, y solo las primeras, son pacientes morales.
Problema de aplicabilidad
Como todo el mundo sabe, la ciencia tiene sus límites. En el estado actual del conocimiento, no podemos identificar con certeza a los seres sintientes. ¿Debemos concluir que el sentientismo es insatisfactorio? Esta tercera objeción no es más convincente.
Ciertamente, la ciencia actual no nos permite saber con precisión quién es sintiente y quién no. El sentientismo implica entonces que no es posible trazar con precisión el círculo de la paciencia moral. Pero el hecho de que un criterio sea difícil de aplicar no significa que deba rechazarse. En el derecho de familia, por ejemplo, los jueces hacen bien en recurrir al criterio del interés del niño, aunque a menudo sea difícil, y a veces imposible, de determinar.
Dicho esto, está bien establecido científicamente que los mamíferos, las aves, los peces, los reptiles y los anfibios son sintientes. Y es razonable decir que las plantas y los animales sin sistema nervioso central no lo son.
Por lo tanto, la cuestión queda abierta solo para los animales con sistemas nerviosos simples, como los insectos y los moluscos. Y para las inteligencias artificiales del futuro.
¿Qué pensar al final? Según el enfoque sentientista, solo los seres capaces de sufrir o disfrutar constituyen la comunidad de los pacientes morales. Ésta, como hemos entendido, no incluye los ríos y otros ecosistemas. Esto no nos exime de protegerlos, aunque solo sea porque en ellos viven seres sintientes como las truchas, los humanos y los pájaros carboneros.
Esta Tribuna se publicó inicialmente en francés en la web de The Conversation. Traducida por Malou Amselek para InfoAnimal.