Culturas
Del verano del amor al culto satánico: el hilo que une a Manson y el Templo del Pueblo

El reciente fallecimiento del líder de La Familia, Charles Manson, en una prisión de Estados Unidos coincide con el 39 aniversario de los hechos de Jonestown. Una época y su espiritualidad conectan estos dos episodios.
Jonestown
Soldados de Guyana disponen los ataúdes de las personas que se suicidaron en Jonestown.
3 dic 2017 06:07

El 18 de noviembre de 1978, el ejército de Guyana entraba en Jonestown, una comunidad construida en medio de la selva por los miembros de El Templo del Pueblo. Allí encontraron un espectáculo aterrador. Las fotografías y filmaciones que realizaron los militares muestran el suelo del poblado cubierto de cadáveres, amontonados unos encima de otros. Los 909 miembros de la secta se habían quitado la vida con una solución de cianuro disuelto en zumo de naranja. Jonestown acababa de convertirse en el escenario del suicidio en masa más numeroso de la historia.

El verano del amor que había empezado en 1967 acababa unos años más tarde con bombas, disturbios y suicidios en masa

El aniversario del suceso la semana pasada coincidía con la noticia del fallecimiento de Charles Manson. Más allá del liderazgo ejercido por Manson en otra secta, La Familia, ambos hechos no parecen tener mucha relación entre sí, pero lo cierto es que existe un hilo que los conecta. Un hilo que recorre la contracultura estadounidense de los años sesenta y setenta y cuyo origen podemos rastrear hasta el verano de 1967.

Sus antecedentes se sitúan varios años antes, en la generación beatnik, pero aquel verano la ciudad de San Francisco actuó como catalizador de un movimiento que llevaba tiempo fermentando. El festival Summer of Love concentró a más de cien mil personas ante las miradas horrorizadas de los estadounidenses blancos de clase media, que veían por la televisión cómo sus hijos renunciaban a la vida privilegiada que habían preparado para ellos.

Hoy, la palabra “hippy” nos suena descafeinada, pero en aquel momento supuso un revulsivo para una sociedad que se disponía a disfrutar cómodamente del crecimiento económico de posguerra. Cuestionó pilares tan importantes como la familia, la iglesia, la sexualidad o el trabajo asalariado y creó alternativas vitales que giraban en torno a lo comunitario y la ausencia de propiedad privada. Se negaron a seguir reproduciendo los roles que su posición social les había asignado y su deserción resonó como una bofetada en el rostro de la clase media americana. Se habían acabado las tartas de manzana y los atardeceres en el porche.

El movimiento contracultural de finales de los sesenta estaba conformado además por dos corrientes que enseguida se revelaron mucho más interesantes. Con el declive del movimiento hippie dos años más tarde, muchos de sus miembros acabaron integrándose en ellas como consecuencia de un intenso proceso de radicalización. La más relevante fue la lucha política, que dio origen a la aparición de grupos armados y a las protestas masivas contra la guerra de Vietnam.

La otra corriente supuso la aparición de una serie de sectas que protagonizarían algunos de los espisodios más inquietantes de la época, como los asesinatos de La Familia o los sucesos de Jonestown. El verano del amor que había empezado en 1967 acababa unos años más tarde con bombas, disturbios y suicidios en masa.

Sectas y grupos religiosos

Aquel verano de 1967 Charles Manson acababa de salir de la cárcel. Había cumplido varios años por un delito de estafa y al salir de prisión todo parecía distinto. San Francisco era el centro de un movimiento que amenazaba con sacudirlo todo. Manson comenzó a tocar la guitarra por la calle y a acudir a los conciertos y los festivales, donde hablaba de las doctrinas espirituales que había estudiado en prisión, relacionadas sobre todo con la Cienciología. No tardó en tener su propio grupo de seguidores, a los que llamaba “La Familia”.

El grupo pasó los siguientes meses viajando por Estados Unidos en furgoneta, hasta que en 1968 se establecieron en un rancho abandonado en los alrededores del Valle de la Muerte, en California. Allí, las ideas de Manson se volvieron aún más extrañas y oscuras. Estaba convencido de que el final de los tiempos iba a llegar de un momento a otro y de que comenzaría con enfrentamientos raciales entre negros y blancos. Para acelerarlo, ordenó a sus seguidores sembrar el caos mediante una serie de asesinatos en la zona rica de la ciudad. Lo que vino después fue una auténtica carnicería.

En las noches del 8 y el 9 de agosto de 1969, La Familia asesinó a siete personas y se ensañó con sus cadáveres hasta hacerlos casi irreconocibles.

Los miembros de El Proceso se paseaban por San Francisco vestidos con capas negras y grandes crucifijos de plata, distribuyendo una revista repleta de invocaciones a la guerra y al asesinato

A pesar de sus intentos de implicar a los Panteras Negras en los asesinatos, los miembros de La Familia no tardaron en ser detenidos. La sociedad estadounidense asistió con horror al espectáculo televisado de sus juicios. Manson y sus seguidores no solo no se arrepentían de lo que habían hecho, sino que aprovecharon la atención mediática para reírse de las víctimas y difundir su forma de pensar. Casi todos los miembros de La Familia fueron condenados a muerte, incluido el propio Manson, que no había participado directamente en los asesinatos. Cuando el Tribunal Supremo de California prohibió esta pena, sus condenas fueron conmutadas por cadena perpetua, y casi todos ellos siguen en prisión actualmente.

A lo largo de sus años en la cárcel, Manson concedió varias entrevistas. En una de ellas aseguró formar parte de La Iglesia del Juicio Final, un grupo satanista más conocido como El Proceso. Varios días después recibió la visita en la cárcel de dos procesanos, el “Padre John” y el “Hermano Matthew”. Manson no volvió a mencionar al grupo.

Parece bastante seguro que Manson nunca había sido parte de la Iglesia del Juicio Final, pero sí había tenido contactos con varios de sus miembros. Al fin y al cabo, durante el verano de 1967 La Familia había vivido a solo unos metros de distancia de la sede de la Iglesia del Juicio Final en San Francisco. Por entonces, los miembros de El Proceso se paseaban por la ciudad vestidos con capas negras y grandes crucifijos de plata, distribuyendo una revista repleta de invocaciones a la guerra y al asesinato. Sin duda, Manson se sintió atraído por el grupo y parece bastante seguro que visitaba su sede con frecuencia y que tomó elementos de su doctrina, como la creencia en la Segunda Venida y en la inminencia del fin de los tiempos.

Otro grupo satanista con el que Manson entró en contacto fue con la Iglesia de Satán de Anton LaVey, que también tenía su sede en San Francisco. Aunque parece que las conexiones fueron menos frecuentes que con los procesanos, una de las integrantes de La Familia, Susan Atkins, había formado parte del círculo cercado de LaVey y participaba con frecuencia en sus espectáculos ocupando un papel central. Las conexiones de La Familia con estos grupos no implican que tuvieran ninguna responsabilidad en los actos de Manson y sus seguidores, pero son ilustrativas de la corriente de espiritualidad que atravesó la contracultura del momento, y que también actuó como un revulsivo en la sociedad estadounidense.

Un par de años después de los asesinatos de La Familia, en 1971, otra secta situaba su sede en San Francisco. Hasta entonces, El Templo del Pueblo de Jim Jones había sido un grupo marginal, pero a partir de ese momento comenzaría a crecer exponencialmente. La doctrina de Jones sobre el amor y la igualdad racial atrajo a una gran cantidad de adeptos, que pasaron de apenas 50 a más de 900. Los escándalos que protagonizó la secta en San Francisco a principios de los setenta convencieron a Jones de la necesidad de abandonar la ciudad y trasladarse a la Guyana, donde establecieron una comunidad en medio de la selva. El resto de la historia acaba con un montón de cadáveres envenenados con cianuro.

Disturbios y artefactos explosivos

La contracultura de finales de los años sesenta tuvo su corriente más importante en los movimientos de lucha política que surgieron entonces. Sin duda el más relevante fue el movimiento por los derechos civiles, que tuvo en Malcom X, Martin Luther King y los Panteras Negras sus figuras más conocidas. Pero además, fuera de la lucha por la igualdad racial también hubo otros grupos fuertemente radicalizados que apostaron por la acción directa como forma de atacar al poder.

El más estrechamente relacionado con el movimiento hippie fueron los Diggers, que desarrollaron su actividad en San Francisco entre 1966 y 1968. Su campaña más importante fue la que decretaba la muerte del dinero, que pusieron en práctica mediante un importante número de expropiaciones de alimentos que repartían después junto a panfletos en los que se podía leer “¡Es gratis porque es tuyo!”.

Otro grupo relevante fueron los Weather Underground, activos entre 1969 y 1974. Defensores de la lucha armada, colocaron artefactos explosivos en lugares como el Capitolio, el Pentágono y el edificio del Departamento de Estado de Estados Unidos. Además, realizaron varios asaltos a bancos y atacaron comisarías de policía y edificios judiciales. Sin embargo, en ninguna de sus acciones se registraron muertes, ya que se realizaban cuando los edificios estaban vacíos o con tiempo suficiente para el desalojo. Según sus propios comunicados, lo que se buscaba era el ataque contra los símbolos del poder, no la generación de víctimas inocentes.

El declive de los Weather Underground como organización coincidió con la aparición del Ejército Simbiótico de Liberación, una guerrilla urbana que desarrolló su actividad en San Francisco entre 1973 y 1974. Su acción más conocida fue el secuestro de Patty Hearst, hija del magnate de la prensa William Randolph Hearst. El objetivo era utilizarla para pedir la liberación de dos miembros de la guerrilla encarcelados en San Quintín, pero Hearst acabó uniéndose al grupo. Después de unos meses sin conocer su paradero, las cámaras de seguridad la grabaron en el asalto al banco Hibernia portando un AK47 y participando en el robo junto al resto de miembros del Ejército Simbiótico.

Tanto los Weather Underground como el Ejército Simbiótico tuvieron contacto permanente con el movimiento por los derechos civiles y participaron de forma activa en muchas de sus acciones. Asimismo, denunciaron en muchas ocasiones las atrocidades cometidas por Estados Unidos en Vietnam y tomaron parte en las protestas dirigidas a detener el conflicto. De hecho, las manifestaciones y acciones contra la guerra de Vietnam serán uno los aspectos clave para entender la radicalización política del movimiento hippie, ya que muchos de sus miembros se acabarían integrando en estas protestas.

El verano del amor había acabado con los asesinatos de La Familia y el suicidio colectivo de El Templo del Pueblo pero también con un grado de conciencia política mucho mayor y una serie de victorias muy importantes.

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