Alba Flores: “Un feminismo que aspire a la paridad entre las clases altas es una mierda de feminismo”

Alba Flores acaba de estrenar con La Extraña Compañía una obra de Bertolt Brecht que llama a la acción ante la explotación laboral y el colonialismo, un trabajo que compagina con el rodaje de Vis a vis.

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David F. Sabadell La actríz Alba Flores en el Teatro del Barrio, Madrid.

En un sillón de orejas del Teatro del Barrio dice estar “histérica”. Acaba de salir del primer ensayo general de La excepción y la regla, de Bertolt Brecht, una obra de 1930 que trata temas de actualidad: explotación laboral, colonialismo, capitalismo.

Dice que lee El Salto y que no le van los mitos. Se puede decir que es “famosa”, literalmente, según la definición de la Real Academia de la Lengua, pero en este escenario es una más en una función coral, y cuando acabe la entrevista tiene que ir a comprar unos objetos para el atrezo y llevar unos contratos. Alba Flores (Madrid, 1986) insiste en poner en valor a sus compañeros de reparto: Juan Sánchez, Sara Sanz, Nüll García, Belén López-Valcárcel. De eso va, sobre todo, esta entrevista: de la fuerza del trabajo colectivo.

¿Qué es La Extraña Compañía y qué está pasando en el Teatro del Barrrio hasta el 28 de julio con La excepción y la regla?
La Extraña Compañía somos unos cuantos que venimos de hacer cursos juntos, y nuestra maestra ha sido Catalina Lladó, que es la directora de la función. Ella está investigando sobre una manera de hacer un teatro que proponga pensar y despertar el sentido crítico. Catalina sigue haciendo sus cursos y sus cosas, mientras nosotros llevamos ya un par de años juntos. Hicimos un taller muy largo sobre Antígona, abrimos el grupo y nos dijeron: “Esto tenéis que enseñarlo, tenéis un valor que añadir al teatro, es interesante para mucha gente”. Y lo estamos haciendo nosotros: no hay nadie más que nosotros mismos tirando de esto para alante.

La obra que acabamos de ver habla de colonialismo, capitalismo, explotación laboral. ¿Las preocupaciones de principios del siglo XX son las mismas que las de hoy?
Creemos que Brecht tiene mucho que decir al mundo contemporáneo. Por una parte, por su estilo de teatro, estilo en el que el quiso romper con todas las formas más aristotélicas de hacer teatro. Brecht se ocupó de hacer crítica de la Poética de Aristóteles para poder hablarle más al hombre de la era científica que al final somos nosotros también, aunque igual más que los nietos de la era científica somos los hijos de la era tecnológica. 

Tiene mucha vigencia esta cosa de poder mirar al mundo de una manera dialéctica con espíritu crítico, de pensar en común y de que importen más los hechos por encima del carácter de los personajes. Venimos de una tradición de mucha psicología en el teatro y han sido ganas de romper con eso…

Eso desde un punto de vista formal. Luego, él estaba muy interesado en la historia y encontrar una fábula que ayudase a contar hechos históricos para revisarla. Y revisar la historia es revisar toda la época imperialista y es hacerle revisión al imperialismo actual que vivimos, al capitalismo e incluso a la sociedad de consumo.

En la obra se hace un llamamiento a actuar contra ese modelo. ¿Es esta una obra antisistema?
Se hace un llamamiento a mirar lo natural con extrañeza de manera que pueda cambiar. Creo que es un llamamiento a considerar que las cosas no son inamovibles y que los parámetros que rigen nuestro mundo no siempre han sido así, y así tener posibilidad de cambio y de revolución.

Has dicho en otras entrevistas que tu conciencia política te diferencia de tu familia. ¿De dónde viene ese interés?
En mi familia no es que haya cero conciencia política. Si uno mira más de cerca, mi padre tiene muchas canciones que hablan de temas que tocan con eso. “No dudaría” es un gran tema pacifista. Y creo que algo de inspiración de eso he tomado. Además, mi madre me estimula mucho a leer desde pequeñita, y también es otra gran inspiración, aunque en su caso sus intereses no le mueven como para dedicarse activamente a hacer cosas que tengan que ver con eso.

Y a mí... no sé si es que soy un poco bicho, que me gusta hacer cosas en grupo, pero sí que me llamaba más lo político o lo social, la inquietud de querer aportar un poco a un espíritu de comunidad. Joder, incluso yo de pequeña he vivido en unos barrios donde había comunidad, y ahora es muy difícil tener una comunidad con la que seguir aprendiendo. Para mí, algo que tiene que ver con esta compañía es hacer una comunidad de gente que nos apetece pensar en las mismas cosas e invitar al público a formar parte de esa comunidad.

La casa del papel lo hago por dinero y esto no, eso te da una pista de donde me siento más libre y más a gusto

He pasado de verte en La casa de papel serie producida por Atresmedia que se convirtió en la serie de habla no inglesa más vista en Netflix después de que esta adquiriera los derechos a verte en el Teatro del Barrio. ¿Dónde te sientes más tú?
La casa del papel lo hago por dinero y esto no, eso te da una pista de dónde me siento más libre y más a gusto. Allí estoy trabajando, tengo un jefe y unos compromisos que me gusten más o me gusten menos, pero es un compromiso laboral. Aquí tengo manga ancha para explorar, para equivocarme, para hacer un proceso creativo. Estamos limitados con el tiempo, pero lo que nosotros no queramos limitar. No dependemos de nadie y esa sensación de libertad y de autogestión, joder, a mí me gusta más.

¿Querrías vivir solo de hacer teatro independiente?
Ojalá llegar a poder vivir yo y mis compañeros de hacer solo teatro independiente, pero es difícil, porque el talante de este proyecto no tiene que ver con sacarle una rentabilidad. Esta obra tiene un lenguaje muy expresivo y muy claro, y lo que nos interesaría sería poder viajar mucho con esta obra a lugares, a colectivos que no tienen tan accesible el teatro, y poder hacer incluso talleres con ellos. La idea desde la compañía es mover esto en un circuito que no sea para ganar dinero. Si podemos vivir dignamente de ello, todavía mejor. Pero el objetivo no es el rédito personal y artístico de la compañía, sino la comunicación con la gente.

En El Salto nos preocupan las condiciones materiales en las que se produce el arte y vuestra obra habla de explotación y precariedad. ¿Forman estos factores parte del teatro?
Totalmente. Incluso cuando estás en una compañía como esta, donde estamos haciendo crítica a eso, hemos vivido una autoexplotación y hemos tenido que decir: “Pero, chicos, igual podemos descansar; no hace falta tener tantos compromisos, menos es más”. Todos estamos expuestos a ella y mucho Brecht se tendría que hacer en el mundo para poder salirse de eso del todo.

Fuera de este proyecto, que es un proyecto propio, ¿has conocido la precariedad?
He tenido la suerte de que me ayudara mi familia, que es un poco lo que pasa: que lo que no puede hacer el Estado queda condicionado a que te ayude tu familia. No he vivido la precariedad mucho personalmente, pero estoy rodeada de una comunidad de actrices y actores para quienes es el plato de cada día. Para empezar, poquísima gente puede vivir de ser actor. Para continuar, las opciones que deja el no tener unas condiciones son restringidas.

¿Existe un modelo de referencia?
En Francia la “intermitance” y sé que la Unión de Actores está, al menos, proponiendo hacer el Estatuto del Artista que plantea revisar la fiscalidad de los actores. Porque no se tiene en cuenta que nosotros tenemos un trabajo intermitente, que a veces un año trabajamos mogollón y el otro no. Y para que fuese justo o para que el modelo se ensañe menos con el sector, habría que hacer una especie de media entre varios años para ver lo que tienes que pagar. Luego está la situación de las mujeres o el tema de los actores mayores, que se arriesgan a perder su pensión si trabajan en algún proyecto cuando ya son mayores. Hay muchas cosas que revisar.

Te has reconocido como feminista. ¿Qué feminismo te interesa?

¿Te interesa el feminismo liberal?
No, hombre, ¡no!

¿Cómo es el feminismo que te interesa?
Me interesa aprender, para empezar, porque creo que hay mujeres que llevan mucho tiempo en esta lucha, cuando esto no estaba normalizado y cuando no era una moda. Leer y aprender, y escuchar y aprender. También creo que es el momento de escucharnos entre todas y ver cuáles son las necesidades que tenemos. Por supuesto, creo que ahora mismo la revolución será feminista o no será, pero también creo que las propias feministas tenemos que revisarnos los privilegios —que yo incluso puedo estar entre esas mujeres—, porque hay mucha desigualdad entre las mujeres. No puede ser que el feminismo sea conseguir la paridad entre las clases más altas de la sociedad; eso es una mierda de feminismo.

Hay un momento en La casa de papel que se hizo viral: cuando dices “empieza el matriarcado”. Después de una segunda huelga feminista y otro 8M masivo, ¿empieza?
¡Ojalá! Me encantaría, pero no, claro que no. De todas formas creo que las mujeres tenemos que ahondar en lo que podría significar eso, en lo que significa un no patriarcado. Porque igual que creo que el feminismo tiene que estar ligado a un movimiento más social de la vida y no tan capitalista, creo que el patriarcado es un pilar fundamental del pensamiento y hay que revisar muy bien qué supone eso, no vayamos a caer en lo mismo.

El feminismo que te interesa, ¿es también antirracista?
Por supuesto, es sanamente antirracista. Hace poco mis compañeras de aquí de La Extraña, que no paran, pusieron en marcha una campaña que decía que hay que hacerse una descarga del disco duro y actualizarse, como si fuera una aplicación del móvil: hay que descargarse el paquete de antirracista porque todos estamos aprendiendo una nueva manera de pensar el mundo tonto. Creo que hay que descargarse la actualización antirracista, la feminista y la socialista también.

Es cierto que he conseguido tener una carrera, pero también es cierto que en mis dos papeles en Vis a vis y La casa de papel he hecho de delincuente: eso a mí no se me escapa

¿Vas a votar al PSOE?
¡No se inventaron ellos la palabra!

El ser una actriz racializada, leída como gitana, ¿te limita el tipo de papeles que puedes hacer?
De momento sigue siendo limitado. Hay gente que puede pensar que no porque estoy en la tele. Y es cierto que he conseguido tener una carrera, pero también es cierto que los dos papeles, en Vis a vis y La casa de papel, he hecho de delincuente: eso a mí no se me escapa. A ver si ahora consigo tener otros papeles que den un reflejo más diverso del mundo, porque si no parece que caemos en estereotipo sin parar.

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Alba Flores, en el centro, en la representación de 'La Excepción y la regla' con La extraña compañía. David F. Sabadell

Esto que me acabas de decir, ¿se lo haces ver a los productores y directores?
En Vis a vis fue un trabajo de chinos. Tenía que ir cediendo en algunas cosas que me parecían muy estereotipadas, porque tenía que comer y trabajar. Y luego iba viendo cómo deconstruirlo y hacer otra cosa. Estoy contenta porque creo que algo pude hacer, y que fue importante para dar un paso hace lo siguiente, que es La casa de papel. Ahí me parece una cosa diferente, porque realmente no es un personaje que sea racializado a mi entender.

¡Tendría que existir un test de Bechdel sobre la racializacion! Pero en La casa de papel no se hace hincapié en el background del personaje, lo cual lo hace más libre, y creo que ha sido otro pasito más. Poco a poco se van consiguiendo dar pasos. Por ejemplo, el otro día fui a ver Mrs. Dalloway en el Teatro Español y estaba Jimmy Castro, que podría ser un actor racializado, haciendo uno de los personajes protagonistas. El mundo, la maravilla que tiene, es diverso y qué poco partido le sacamos a eso incluso en la ficción.

Cuando piensas en tu futuro como actriz, ¿dónde te imaginas?
Me pillas en un momento en el que estoy pensando cómo explotarme menos, exactamente eso estoy pensando. He tenido que trabajar porque, de momento, no se me ha ocurrido una manera de vivir sin trabajar, y ahora lo que pienso es en qué es lo que me va a permitir vivir más tranquila pero también más de acuerdo con lo que pienso sobre el mundo y con el mundo al que me apetece contribuir. No sé si eso es quedarme en España trabajando o hacer una cosa en otra parte del mundo y volverme a vivir aquí, porque a mí me gusta mucho Madrid. Me podría ir una temporada a vivir fuera pero soy muy madrileña.

Una tensión para mí de esta entrevista es que, por un lado, me imagino que tiene que ser muy aburrido para ti que te pregunten por tu familia…
Os pasa a todos.

Y a la vez es raro no preguntarte. ¿A ti te parece un poco pasado que te pregunten por los Flores?
Antes el problema lo tenía más yo. Pensaba “joder, me van a preguntar otra vez por mi familia”. Y era como más lícito. Pero algo ha pasado, ahora soy un ente por mí misma y el problema lo tenéis más vosotros. Hay muchas preguntas de este tipo: cómo es pertenecer a la familia de artistas, en que te han influenciado, en qué te han inspirado. A mí lo que más me gusta decir es que mi familia es como la de cualquiera. Es cierto que en mi familia la cultura está muy presente, pero creo que hay los más y los menos como en todas las familias. No somos de dar consejos, cada uno es muy independiente y al final es una familia más. Esto de los mitos y las leyendas no me va mucho.

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