Agroecología
CSA Vega de Jarama, un proyecto de Agricultura Sostenida por la Comunidad que crece
La CSA Vega de Jarama representa la puesta en práctica de un proyecto de autoconsumo colectivo basado en el modelo Agricultura Sostenida por la Comunidad. Comprometidas/os con la producción ecológica, el desarrollo local, la creación de empleo y la economía circular, tras dos años de vida, la iniciativa cuenta con más de cien familias asociadas y dos trabajadoras/es contratadas/os.

Tras dos años caminando en colectivo, el proyecto CSA Vega de Jarama, desarrollado en la pequeña localidad madrileña de Torremocha de Jarama, cuenta ya con más de cien familias asociadas y dos trabajadoras/es contratadas/os. Constituidas/os como asociación de agricultoras/es y consumidoras/es, ha adoptado el modelo de Community Supported Agriculture, es decir, Agricultura Sostenida por la Comunidad, en el que un amplio colectivo se organiza para producir sus propios alimentos de forma ecológica y soporta tanto los riesgos como los beneficios de la actividad agrícola y ganadera.
Inspirado en proyectos tan representativos como el BAH (Bajo el Asfalto está la Huerta), pionero en el Estado español, la CSA Vega de Jarama se organiza de manera horizontal, tomándose las decisiones en asambleas mensuales, en la que cualquier socia o socio puede participar. Es en este espacio donde se deciden los pasos que va dando el colectivo: qué cultivar, qué inversiones realizar, contrataciones, organización de actos, campañas, etc.
En cuanto al funcionamiento, no sólo las personas contratadas son responsables de la producción, sino que las consumidoras y consumidores también colaboran, en la medida de sus posibilidades, en el trabajo diario. De esta manera, se fortalece la relación entre productoras/es y consumidoras/es y se rompe con la dinámica de distanciamiento a la que nos somete la industria alimentaria, que nos mantiene ajenos a los procesos de obtención de alimentos. Así, las socias y socios del proyecto saben cómo se produce la comida, qué comen y el valor que tiene generarla.
Además, se crea una nueva forma de trabajo comunitario, con lo que el consumo deja de ser un hecho aislado e independiente. Bajo este modelo, consumir y producir se acercan y se comparten, creando lazos sociales que de otra manera no existirían. De esta manera, se solventan algunas de las dificultades que se pueden encontrar tanto las y los agricultoras/es como las y los consumidoras/es que empiezan en este campo. Así, las inversiones son soportadas por toda la comunidad; las épocas de escasez se compensan con las temporadas de abundancia, permitiendo lograr una estabilidad laboral que de otra forma sería muy complicada; ciertos trabajos son asumidos por las y los miembros de la asociación de forma voluntaria para permitir los descansos de las/os trabajadoras/es, etc.
Y es que otro objetivo transversal del proyecto es la creación de empleo. En un momento como el actual, donde el trabajo precario campa a sus anchas, se demuestra que existen formas de reinventar las relaciones laborales, logrando crear empleos dignos y de calidad. Las cuotas mensuales de las cien familias suponen recursos suficientes para poder contratar a las dos personas que realizan el trabajo principal de producción. Estas/os trabajadoras/es participan igualmente de las decisiones de la asociación y son parte integrante de ella.
También hay que destacar, como valor añadido de la iniciativa, su contribución a la gestión de residuos de Torremocha de Jarama. A través del Ayuntamiento y la Mancomunidad, se obtienen restos orgánicos del municipio, que son empleados en la alimentación de las gallinas, lo que permite reducir residuos, minimizar costes de producción y obtener compost para la huerta.
Por otro lado, cabe destacar que, a diferencia de otros proyectos en donde la producción se realiza en el medio rural, pero el consumo se traslada a las ciudades más cercanas, esta iniciativa desarrolla ambos aspectos en Torremocha de Jarama, un pequeño pueblo en la sierra norte madrileña, de amplia tradición agrícola. En esta localidad surgió el grupo de personas impulsoras del proyecto, y es donde vive la mayoría de los miembros de la asociación, aunque actualmente se está ampliando su radio de acción a otros pueblos cercanos.
La finca donde se desarrolla el proyecto es propiedad de la Comunidad de Madrid, y se encontraba en desuso desde hace más de 14 años. A través del Ayuntamiento de Torremocha, se ha alcanzó un acuerdo de cinco años con la Comunidad para poder desarrollar la actividad.
Para terminar con el balance del desarrollo del proyecto, hay que destacar que se ha conseguido alcanzar un nivel de calidad elevado en la producción y casi de continuidad a lo largo de todo el año. Se producen verduras, más de sesenta tipos, y huevos de forma totalmente ecológica que se reparten semanalmente entre las familias. También se han plantado más de cien frutales de múltiples especies, de los que espera obtener producción en un par de años para completar la cesta semanal.
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