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Ciencia
Juani Bermejo-Vega: “Cuando transicioné, perdí autoridad”
Es una de las pocas investigadoras transgénero de su disciplina, la computación cuántica. Se autocoronó “queen of quanta”, su seudónimo en Twitter, hace seis años, varios antes de salir del armario como mujer trans. Según esta científica de 32 años, cuando la homogeneidad es la norma se empobrece la investigación.
Se ha dicho de Juani Bermejo-Vega que es única, pero ella advierte de que hay otras parecidas. Aunque no muchas. Nació en Cáceres y estudió el doble grado de Informática y Física en la Universidad de Salamanca. Su carrera como investigadora le llevó unos diez años a Alemania y hoy es una de las pocas investigadoras transgénero de su disciplina, la computación cuántica, un campo al que ella añade variables ajenas a las ciencias puras al pedir que las ciencias se hablen con las humanidades y se interesen por la interseccionalidad. Se autocoronó “queen of quanta”, su seudónimo en Twitter, hace seis años, varios antes de salir del armario como mujer trans, y asegura que los hombres tienen ventajas en la ciencia, un campo que define como “piramidal” y donde, dice esta científica de 32 años, la homogeneidad es la norma, pese a que empobrece la investigación.
¿Qué es la computación cuántica y para qué sirve?
La computación cuántica es una rama de la ciencia que investiga cómo se pueden hacer mejores ordenadores utilizando una cosa que llamamos efectos cuánticos. Los efectos cuánticos consisten en que cuando tienes sistemas muy chiquininos, como átomos y fotones, y los controlas muy bien, y los manipulas con luz electromagnética, observas que se comportan de una forma mucho más rica. Imagínate, aquí a nuestro alrededor tenemos millones de átomos, y están descontrolados, hechos un gazpacho, porque hace calor… Pues en cuántica lo que hacemos es controlar sistemas muy pequeños muy bien. Así vemos fenómenos nuevos, más matices, más diversidad. Los efectos cuánticos se utilizan para muchas cosas, como por ejemplo para crear luz láser y tiene aplicaciones en tecnología. Mi especialidad consiste en ver cómo los efectos de mundos microscópicos se pueden utilizar para potenciar el cálculo por ordenador.
Es un campo, como muchos otros de las ciencias puras absolutamente masculinizado, ¿qué diferencia hay entre la ciencia hecha por un señor y la que hace una mujer trans?
Tanto la física como la informática, como la tecnología o las matemáticas, son campos muy homogéneos en término de género, raza o sexualidad. La mayor parte son señores blancos heterosexuales de clase media. El modelo productivo en la ciencia tiene una estructura claramente piramidal, es más difícil entrar si eres una minoría y luego hay problemas de interseccionalidad: si eres una mujer es difícil entrar, pero si eres una mujer y tienes una enfermedad crónica lo es más, si eres transgénero más, y si eres transgénero y racializada, simplemente para entrar a él tienes que romper estructuras. Además te cuesta más publicar, y si estás en una situación más precaria te comes marrones más a menudo... Hay muchos problemas que son comunes entre las mujeres trans y las mujeres cis en la investigación, aunque hay tipos de discriminación que solo ves si eres trans.
Has investigado en varios países... ¿Cómo se trata a la ciencia en Canadá, Alemania o EE UU en comparación con España, y con qué consecuencias?
Mi carrera de investigadora la hice en Alemania entera, pero viví antes también en España y en Canadá, y la investigación que hice hace diez años la hice entre Munich y Berlín, además de un tiempo en Boston. La mayor diferencia entre Alemania y España es que allí se invierte mucho más dinero en tecnología e investigación, pero al mismo tiempo está repartido de una forma más piramidal que en España y cuesta mucho estabilizarse como profesor o profesora. El sistema español sigue afectado por la crisis de 2008, desde entonces los fondos se han ido reduciendo cada vez más. En España la contratación en investigación sigue un sistema de méritos, un sistema que aunque no es perfecto es un poco más justo, porque es público y está uniformizado, mientras que en Alemania esto está liberalizado y la universidad no cuenta con ningún baremo público para contratar personal universitario, con lo que la desigualdad y el mamoneo se puede potenciar muchísimo.
Se dice que eres la única investigadora transgénero en tu disciplina... ¿En quién te fijas cuando eres única?
Bueno, no soy la única. Soy de las únicas en mi campo. Cuando voy conferencias en mi área, soy de las poquísimas mujeres trans que hay. En mi disciplina, de mi edad o mayores somos dos chicas trans, y somos tres personas trans. En informática cuántica en Europa soy la mujer trans más mayor y luego hay más gente trans, sobre todo si pensamos en gente más joven.
Mujeres trans referentes en mi disciplina no he tenido. Conozco un hombre trans más mayor que yo que consiguió plaza fija recientemente que es un buen amigo pero mis mentores, jefes, directores han sido hombres cisheterosexuales, ni lo ha sido tampoco la otra chica. Mis mentores, directores o jefes han sido todos hombres heterosexuales. Mujeres que me hayan apoyado ha habido muchas, entre ellas mi tía Pastora Vega, que es catedrática de Ingeniería de Sistemas y Automática, o mi madre, que me ha apoyado aunque no sea científica. Otra gente tiene su profesor, el catedrático que es su modelo. Yo eso no lo tengo porque no los hay.
Transexualidad
La culpa es del “lobby trans”
Feministas transexcluyentes ven en la expulsión del Partido Feminista del seno de Izquierda Unida la mano del “lobby trans”. Pero, ¿qué es este lobby y quién lo maneja?
¿Qué tienes que decirle a feminismo transexcluyente que dice que las mujeres trans sois “troyanos” del feminismo?
Para mí esta es una pregunta equivalente a “¿cómo debatirías con un nazi?”. Estas mujeres son un grupo de mujeres reaccionarias que tienen una ideología de extrema derecha, y no se puede debatir con ellas porque su objetivo principal es la destrucción de Derechos Humanos de un colectivo de mujeres, de una minoría contra la cual se comportan de forma abusiva. A lo mejor un día fueron activistas de izquierdas pero hoy en día se comportan igual que la extrema derecha y se inventan calumnias, mienten, difaman, rebloguean... se comportan como troles. Es una estrategia de comunicación que ha funcionado en la campaña electoral de Trump y que le funciona a la alt-right. Cuando tu feminismo se centra en atacar los Derechos Humanos y te olvidas de los derechos de las mujeres trabajadoras, están camuflando una ideología de la extrema derecha con progresismo. A mí estas mujeres me acosan y me atacan, no vienen a debatir conmigo sino a destruirme.
Yo les diría que yo no soy su enemiga. Déjame en paz, el feminismo tiene que ser inclusivo y ocuparse de la mujer trabajadora, de la mujer trans, de la mujer racializada, desprotegida, de las que no tienen papeles, de las que están trabajando en la calle. Tiene que ser cooperativo, por lo que lo que hacen estas mujeres no es feminismo.
A las mujeres trans en cuanto asomamos un poquito la cabeza se nos empieza a acosar
¿Cómo en concreto te han señalado a ti?
Se han inventado calumnias sobre mi puesto de trabajo y las han difundido en internet. Se inventaron que mi beca Marie Curie se la había robado a una mujer cisgénero. Eso es mentira, porque estas becas no son para mujeres sino para investigadores de todos los géneros, y no tiene cuotas ni discriminación positiva. Además, cuando apliqué estaba en proceso de salir del armario, no estaba fuera y no lo solicité como mujer. Y, además, si me la dan como mujer trans estaría bien, porque apenas hay mujeres trans en investigación. La persona que difundió el bulo no se paró a mirar los datos, lo difundió sin comprobar nada, que es lo que hace Vox. Y eso lo hacen todo al rato. A las mujeres trans en cuanto asomamos un poquito la cabeza se nos empieza a acosar.
Debatir no. Entonces, ¿qué se hace?
La manera de combatirlas es no darles visibilidad en Twitter. Uno, porque el algoritmo de Twitter las potencia si interactúas con ellas —o ellos, porque también hay hombres que son TERF—. Y además porque son maltratadores, bullies, algunas menos y otras más, pero bullies de toda la vida, y no hay que reírles las gracias porque si lo haces estás reforzando su conducta tóxica. Mutear, poner pantallazos, no enlazarles.
Te coronaste “queen of quanta” varios años antes de salir del armario. ¿Qué estaba pasando entonces?
Yo he tenido dudas con mi género mucho antes de empezar a hablar de ello públicamente. En 2013 tenía ya dudas muy gordas, antes de tener cuenta de Twitter. Yo ya me veía como una persona no binaria. Quería expresar mi feminidad, la tenía muy reprimida. Y cuando me abrí Twitter me puse queen, porque yo me sentía una queen.
En aquella época, en público utilizaba pronombre masculino pero en privado a veces usaba otro pronombres. Hubo un tiempo, cuando aún no estaba segura de ser una mujer trans, que pensaba que a lo mejor era bigénero, genderqueer, o de género fluido, utilizaba en inglés el pronombre “they”. Y usaba este pronombre neutro en las redes, pero la peña no se coscaba.
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Empecé a contarlo públicamente a principio de 2018. Sí había hablado de mis dudas con mi pareja y algunes amigues. Salí del armario con mi pareja en las Navidades de 2017 a 2018, y se lo fui contando a grupos de amigos, luego a mi hermano, familia, en el trabajo. La salida oficial, con mis padres, fue en las del 2018-2019. Las reacciones fueron positivas, aunque algunos amigos y colaboradores del trabajo, los pierdes. No todo el mundo reacciona bien, o aparentemente sí, pero luego empiezan a compartir información reaccionaria en sus redes, por ejemplo, como me pasó con une amigue.
¿En el campo académico que ha supuesto?
En el trabajo, cuando salí del armario como mujer perdí autoridad pero gané confianza. La gente confía más en mí pero me hace menos caso, como le pasa a muchas mujeres que transicionan. Pierdes autoridad y al principio dices, ah, no me han escuchado, pero luego te das cuenta de que es la nueva norma. Todavía no tengo las hormonas, estoy en cola, pero cuando las tenga va a ser peor. Eso en la vida laboral te afecta a muchos niveles, porque si en el trabajo no te escuchan, pues te tienen menos en cuenta y te valoran menos. Ser hombre en investigación tiene ventajas.
Si tienes un problema y todas las personas que hay piensan de la misma manera, el grupo no va a ser igual de efectivo que un grupo diverso
¿Qué pierde la ciencia con esta homogeneidad?
Pierde un montón. Para empezar, lo primero que perdemos es gente que puede aportar mucho en un entorno de colaboración que acaba siendo extremadamente homogéneo. Con lo que los sesgos de la sociedad se acaban potenciando. Si tienes un problema y todas las personas que hay piensan de la misma manera, evidentemente el grupo no va a ser igual de efectivo que si tuvieras un grupo más socialmente diverso.
Y además, los ambientes se pueden volver bastante opresivos. En una conferencia típica de cuántica, hay un 90% de hombres, pero hay algunas conferencias inclusivas como “Q-turn” pueden tener más de 30% de mujeres, y esta diferencia ya se nota mucho. El entorno con diversidad es más amigable, más inclusivo, se disfruta más y eso no afecta solo a las mujeres, también a los hombres.
Entiendo el valor de que una conferencia sea más amigable pero, ¿esa falta de diversidad tiene consecuencias en la investigación?
Las puede tener perfectamente. El método científico es frío, pero la ciencia la hacen personas. Hay un paso del método científico que es cuando se presenta una hipótesis y se contrastan datos, detrás de eso hay personas, y si tu persona tiene sesgos, estos se pueden transferir a los resultados.
Además hay una desconexión entre las ciencias y las humanidades. Observas que cuando la gente busca soluciones a problemas, se piensa de forma tecnicista sin pensar cómo esa tecnología afecta a la población, o cómo una cierta tecnología discrimina a ciertos colectivos. Y esos aspectos humanos no se piensan en parte porque el colectivo de científicos y tecnólogos en homogéneo, por ejemplo, se olvida a menudo que los algoritmos de procesamiento de datos pueden aprender sesgos racistas o sexistas. Y ocurre, y la tecnología está en todas partes sin tener en cuenta las consecuencias éticas y humanas de implantarla, lo que puede dar lugar a situaciones muy peligrosas. Cuando utilizas algoritmos sin filtrar los sesgos, existe el riesgo de que estos algoritmo introduzcan una discriminación sistemática.
¿Por eso se crea @QTurnWorkshop? ¿Puedes explicar qué es?
Es un proyecto en el que intentamos hacer conferencias y congresos de investigación cuántica un poco más inclusivas y seguras, centradas en igualdad y derechos. Nos preocupa que la desigualdad en ciencia y con este proyecto tratamos de crear una ambiente más inclusivo y además hablamos de problemas humanos en ciencias. No siempre somos perfectas, pero intentamos demostrar que se pueden hacer conferencias más humanas donde disfrutamos más y nos lo pasamos mejor, y donde además podemos hablar de problemas comunes y aportar soluciones.
Con esta crisis, muchos de los fallos del sistema capitalista han quedado al descubierto y tenemos la oportunidad de unirnos para cooperar
¿Cómo vamos a salir de la crisis del coronavirus?
Depende mucho de cómo los progresistas nos movamos. Ahora mismo, hay una oportunidad para cooperar. Muchos de los fallos del sistema capitalista han quedado al descubierto y los diferentes sectores de la sociedad tenemos la oportunidad de unirnos para cooperar. Un peligro que hay es la extrema derecha y la guerra de la información. Como hay mucha desinformación, porque es una situación nueva y aún estamos aprendiendo, se crea un caldo de cultivo para los movimientos de extrema derecha que se dedican a crear bulos y difundirlos por las redes sociales. Estos movimientos reaccionarios que fabrican bulos quieren generar incertidumbre y usarla para llevarnos hacia el totalitarismo. Creo que si los progresistas se mueven bien podemos salir de esta situación en una posición mejor, y en el contexto de España soy cautamente optimista.
Es importante que la gente se dé cuenta de que es importante el autocuidado y que esta crisis que tenemos nos puede ayudar a hacer ver que estamos sobreproduciendo más allá de lo que el Planeta puede soportar, y que estamos produciendo más horas de las que tenemos que trabajar. Ahora mismo es momento de autocuidarse y prepararse para el futuro. El capitalismo nos chupa la vida al planeta y a nosotras, lo que va a venir es muy gordo y tenemos que cuidarnos y cooperar.
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Cada uno que sea como quiera y se sienta. Me da pena que piense que todos los votantes de Vox la discriminarían, porque no es así. Desde luego, con su currículum, se merece estar donde está, no es una cuestión de cómo se identifica. Lo que es triste es que lo politice tanto... precisamente en los países de izquierdas es dónde a ella le harían la vida imposible.
Si tuvo organos sexuales masculinos al nacer es hombre. Lo realmente insultante, mas que un hombre se diga mujer, es que se ponga a decirles a las mujeres lo que tenemos que hacer, pensar, sentir o decir... Entonces con esa soberbia, realmente se conoce que siga siendo un hombre.
Has decidido llevar a cabo la performance de "ser mujer" cuando ya tenías tu puestecito bien asentado, haciendo carrera como un hombre.
Otro más con ganas de protagonismo y de diferenciarse porque como tío no llamaba la atención
Lo que hace falta en un grupo investigador es diversidad de perfiles cognitivos, no de perfiles sexuales. Si pretendes que lo uno se vincula necesariamente a lo otro, entonces eres tú misma la que contradice esa supuesta "fluidez de género”.
Luego estás aquí básicamente para que el prestigio intelectual ligado a tu disciplina, muy analítica y técnica, se transponga a tu condición sexual o de género y al colectivo que con ella representas. Vamos, que hay científicos de la computación cuántica además de prostitutas y artistas de variedades entre los que transicionan. Sin duda esto contribuye a que aquellos que basan sus juicios de valores en el prestigio intelectual o académico de alguien modifiquen sus prejuicios sobre el colectivo, pero sigue estando fundamentado en el mismo principio que antes se ha utilizado para oprimirlo, a saber, la superioridad técnica del hombre blanco cisgénero para modificar la naturaleza y dar con ello forma al imperio del patriarcado y el capital. Es con el prestigio de esa arquitectura moral que cimentas el tuyo propio y el del colectivo al que ahora representas, como si fueses en lo biológico y en lo histórico algo fundamentalmente distinto, cuando no lo eres. Tu ropa y tus preferencias sexuales son maquillaje cultural. Las progresiones de Raven no entienden de género ni de cultura; el Omega-3 es fundamental en el desarrollo del cerebro y el pescado es caro; los gritos en casa también son caros. Y estoy seguro de que tu madre te parió (e incluso te educó) como a ese hombre blanco hetero de clase media del que ahora, con una falda y una camisa estampada, hablas en tercera persona. Porqué tu tía catedrática es hermana de alguno de tus padres y tú formas parte de esa genealogía y no de otra, por muy lejos que transiciones.
no creo que "autocoronarse" ningún apelativo sea de gente modesta, en fin otro jambo/a más con problemas en el tarro y afán exhibicionista - cada uno tenemos lo nuestro que así es la vida, pero vamos que "no les cuentes tus penas a tus amigos, que los entretenga su puta madre "