China
Pastoral americana: cómo EE UU quiere contener el progreso tecnológico de China

China lleva más de un siglo tratando de encontrar políticas para proteger su economía de interferencias externas y, cuando finalmente parece haber encontrado la fórmula, resulta que eso la convierte en una amenaza.

Publicidad de Huawei en la Gran Vía madrileña
Publicidad de Huawei en la Gran Vía madrileña. Álvaro Minguito
5 jun 2019 06:55

Como si las leyes de Newton pudieran ser utilizadas a discreción y las acciones de unos no tuvieran ninguna relación de causalidad con los efectos padecidos por los otros, se nos presenta como algo natural la paradoja de una sociedad en la que unos viven en tiempos de paz y abundancia mientras otros viven en el más horrendo de los mundos.

La escala de las desigualdades, tanto a nivel internacional como doméstico, ha llegado a un nivel tan obscenamente desproporcionado que hasta definir qué es y qué no es una guerra es parte del privilegio detentado por unos pocos. Mientras los afectados por conflictos bélicos en los que los Estados Unidos están involucrados luchan por su vida, la mayor parte de la población estadounidense se va a dormir cada día más preocupada por guerras de ficción televisiva que por conflictos armados reales.

Vivimos en una sociedad que, sin apenas oposición, cataloga el conflicto en Siria como una guerra civil a la vez que tilda de obtusos o desleales a quienes pretenden conectarla con la previa invasión unilateral de Irak.

Ahora, los que se arrogan la potestad de definir la realidad avisan de que estamos en una guerra comercial entre los Estados Unidos y China. Han decidido que hay que parar los pies al gigante asiático que quiere dominar el mundo. Sin mencionar los privilegios y beneficios derivados de ser quien ha dictado e impuesto las normas desde, como mínimo, el final de la II Guerra Mundial, definen la “guerra comercial” como el evento por el cual el presidente de los Estados Unidos, cansado de oír quejas de los empresarios norteamericanos que no pueden penetrar el mercado chino como desearían, decide que es hora de cambiar las reglas del juego.

Definir este episodio como guerra comercial es tomar partido; es ponerse de lado de quien escribe la historia

Así que se toman medidas: se suben aranceles, se utiliza una retórica vehemente, se muestra al pueblo americano como una víctima del empuje chino, se dice que se han hecho demasiados esfuerzos para integrar a China en el comercio internacional, se reclama justicia para los trabajadores estadounidenses, aparentemente desfavorecidos por la nueva realidad derivada de décadas de presidentes blandos con el enemigo.

Este análisis, propio de una visión ahistórica, americocéntrica y puramente economicista de la situación, es el que al parecer fundamenta la necesidad de entrar en guerra (económica) contra el país más poblado del mundo. Y Trump es el presidente perfecto para tomar estas decisiones, porque no parece conocer siquiera la historia de la que pretende que hagamos caso omiso.

Sus acciones no son una sorpresa. De hecho, nada más llegar a la Casa Blanca, encargó a Peter Navarro—uno de esos “observadores de China” que básicamente entienden la realidad como un juego de poder en el que tienen que ganar los Estados Unidos, caiga quien caiga—la tarea de llevar la estrategia bilateral con Pekín.

La visión de esta elite norteamericana es más propia de la Guerra Fría; orientalista y paranoica, no parece conceder agencia al resto de la humanidad, sino que busca perpetuar la jerarquía conseguida tras las guerras mundiales del siglo pasado. En el caso de China, toma la parte—Pekín o Shanghai—por el todo e, ignorando de las evidentes desigualdades económicas omnipresentes en China, asume que el éxito económico de las capas altas de la sociedad de las grandes capitales puede hacerse extensiva a todo el país, como si la palabra “comunista” del nombre del Parido pesara más que la realidad.

La “guerra comercial” no es más que una nueva afrenta en una larguísima retahíla de ataques que comenzaron mucho tiempo atrás. Se podría remontar, dicen, a las Guerras del Opio (1839–1860) que llevaron a los británicos a conquistar Hong Kong

¿Sería correcto afirmar, entonces, que no estamos inmersos en una guerra comercial? No, claro que no. Nos encontramos en una nueva fase de una guerra comercial y económica, pero no en una guerra iniciada por el presidente Trump—ni siquiera por los Estados Unidos—, sino en un conflicto que sería mejor denominar ideológico y no comercial, cuya escala es mucho mayor y que tiene una duración de, como mínimo, varios siglos.

La “guerra comercial” da alas, por tanto, a la perspectiva de Pekín, que toma una visión larga para legitimar domésticamente su gobierno. Su visión, que parte de unas premisas verdaderamente diferentes, muestra una realidad diametralmente opuesta, pero altamente persuasiva. Así, la “guerra comercial” no es más que una nueva afrenta en una larguísima retahíla de ataques que comenzaron mucho tiempo atrás. Se podría remontar, dicen, a las Guerras del Opio (1839–1860) que llevaron a los británicos a conquistar Hong Kong y a abrir otros puertos al comercio con el extranjero contra la voluntad del Emperador, el inicio del llamado “siglo de la humillación”.

Este conflicto ideológico está tan integrado en la política de China que sería imposible desleírlo como un elemento discreto, pues no sólo precede la fundación del propio Partido Comunista, sino que forma parte de su ideología germinal.

Si bien el siglo XIX dio pistas a China sobre por dónde iban en realidad los tiros, durante el siglo XX quedó más que claro que los discursos desarrollistas de Occidente no eran tan honestos como el país necesitaba. Especialmente durante la Guerra Fría, en la que se convirtió en enemigo por su filiación comunista, pero sobre todo en la década de los ochenta cuando Japón, el país vecino, experimentó su boom económico. Entonces, además de aparecer trajeados y con maletín en infinidad de películas de Hollywood, los aliados japoneses se convirtieron en una amenaza para la industria norteamericana. Fue preciso, pues, presionar económicamente a Japón, al que en los famosamente olvidados Acuerdos del Plaza de 1985 se “animó” a aceptar la depreciación del dólar respecto del yen para favorecer la exportación de productos estadounidenses.

Como resultado, la boyante economía japonesa entró en un anquilosamiento del que aún a día de hoy no ha logrado salir. Atenta a la evolución económica mundial, China aprendió bien esta lección. De hecho, evitó ceder ante la presión impuesta por la administración Obama, que intentó una maniobra similar con el renminbi.

Quizá también recuerden los gobernantes chinos, que una de las lecturas económicas de la invasión de Irak—esa que dicen que nada tiene que ver con la guerra “civil” de Siria— fuera que el euro se estaba convirtiendo en una moneda utilizada para pagos de petróleo, amenazando así la preeminencia del dólar. Y seguro que no han olvidado lo difíciles que fueron las negociaciones para la adhesión a la Organización Mundial del Comercio que culminaron en el acuerdo de 2001, que ahora la administración Trump cataloga como blandas por parte de sus predecesores, Bush padre y Bill Clinton.

Las condiciones no fueron, ni mucho menos, favorables para China, sin embargo, el hecho de que los trabajadores chinos estuvieran entonces dispuestos a aceptar salarios mínimos y condiciones laborales paupérrimas llevó al país a sacarle un rendimiento inesperado.

China lleva, por tanto, más de un siglo tratando de encontrar políticas para proteger su economía de interferencias externas y, cuando finalmente parece haber encontrado la fórmula, resulta que eso la convierte en una amenaza.

Se me hace difícil, pues, utilizar el velo de la ignorancia para hacer un análisis ceteris paribus que solamente se centre —como hace por ejemplo el libro de Lawrence J. Lau, The China-US Trade War and the Future Economic Relations, en el que, por cierto, se minimizan los efectos puramente económicos que este conflicto puede llegar a tener tanto para los Estados Unidos como para China— en las potenciales consecuencias económicas para unos y para otros del reciente toma y daca.

Conllevaría dejar de lado toda una serie de medidas políticas e ideológicas mucho más importantes y minimizaría las medidas de un gobierno estadounidense centrado en debilitar a un potencial rival. Por más que Huawei sea culpable de conductas reprobables, las medidas del gobierno americano son un castigo que pretende contener el progreso tecnológico de China. Aunque no habría que caer en la trampa de entender las prácticas comerciales de las grandes corporaciones chinas durante los últimos tiempos como ejemplar, definir este episodio como guerra comercial es tomar partido; es ponerse de lado de quien escribe la historia. Puestos a ser partidistas, quizá fuera más adecuado llamarlo alzamiento comercial.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Estados Unidos
Guerra comercial Estados Unidos y China acuerdan una rebaja en los aranceles durante 90 días
Tras una reunión en Suiza, los dos países anuncian que reducirán los impuestos a las importaciones a partir del 14 de mayo.
China
Pulsos bajo el cielo Taiwán, la isla hermosa en la encrucijada
En este episodio recorremos la isla de Taiwan para explicar su relación geopolítica con China continental desde la perspectiva de los movimientos indígenas y su música
Economía
Crisis de los aranceles La claudicación de Trump: del momento Lehman a la derrota a lo Liz Truss
La crisis en el mercado de bonos estadounidenses y las advertencias de Wall Street hicieron frenar a Trump. Fiel a su estilo, el presidente de EE UU ha reclamado la victoria, pero la desconfianza hacia su rumbo político persiste.
Uruguay
Muere Mújica Muere José Mujica: el descanso del guerrero
La muerte de Pepe Mujica hará aumentar sin duda la leyenda que rodeó durante tantos años al viejo guerrillero tupamaro convertido en presidente de Uruguay, pero no todos serán elogios.
Energía
Límites planetarios Reducir el consumo energético, el debate olvidado (e incómodo) del gran apagón
España proyecta un 43% de aumento de consumo eléctrico en los próximos cinco años. Especialistas opinan que la electrificación de la demanda, clave para abandonar los combustibles fósiles, tiene que ir acompañada de la suficiencia energética.
Opinión
Opinión Por qué es vital que el mundo (y Europa) se desarme
Mientras buena parte de los políticos mundiales nos hablan de las amenazas que suponen los Otros, la conclusión en el campo de la ciencia climática es que los problemas del siglo XXI son consecuencia del modo de vida desmesurado del mundo occidental.
Laboral
Laboral Los trabajadores de Bridgestone tendrán que decidir sobre la última oferta de la empresa
Reducen en 103 despidos el ERE de la multinacional, fomentan las prejubilaciones y se comprometen a asegurar la producción en las dos plantas afectadas en Cantabria y Bizkaia.
Comunidad de Madrid
Comunidad de Madrid Vecinas de Madrid convocan otra gran manifestación por la sanidad pública
El próximo 25 de mayo la plataforma Vecinas y Vecinos de Barrios y Pueblos de Madrid organiza otra gran marcha contra la política sanitaria del Gobierno de Ayuso.

Últimas

Eventos
Evento Un Salto al periodismo desde el barrio: acompáñanos en un directo sobre periodismo situado
El Salto organiza un evento centrado en el potencial de los formatos sonoros para transmitir información veraz y fiable de forma cercana. Para hacer periodismo desde el barrio y barrio desde el periodismo.
Palestina
Palestina Imputan a dos capitanes de buque implicados en el comercio de armas con Israel
El Juzgado de Instrucción nº 6 de Barcelona investiga la implicación de la naviera Maersk en el suministro de armas al ejército israelí y le requiere que identifique a dos capitanes.
València
Lawfare La Audiencia de València dicta que la causa contra Mónica Oltra llegue a juicio
Aunque la Fiscalía y el juez instructor descartaron que existiera indicios de delito contra la ex consellera y el resto de acusados, la Audiencia ratifica la celebración del juicio.
Justicia
Justicia Cómo retorcer el derecho antidiscriminatorio: apuntes del juicio por delito de odio a una activista trans
La presidenta del Partido Feminista pide cinco años de prisión y 50.000 euros en daños a una mujer trans por considerar que un tuit que no la mencionaba constituye una amenaza y una incitación al odio. Pero, ¿qué son los delitos de odio?
Más noticias
Sanidad pública
Sanidad Pública España necesita 100.000 enfermeras para alcanzar la media europea
Casi un 40% de enfermeras manifiesta que dejará la profesión en los próximos 10 años. Son datos del Ministerio de Sanidad y las profesionales exponen las razones: falta de conciliación y contratos precarios.
Educación
Eduación La educación vasca no irá a la huelga tras llegar a un acuerdo tildado de “histórico”
Los sindicatos desconvocan los paros para esta semana al haber alcanzado mejoras en las condiciones laborales del profesorado y una mejor financiación para los centros públicos.

Recomendadas

Pensamiento
Michael Hardt “La respuesta a Trump no debe ser volver a la normalidad”
Pensador estadounidense y colaborador de Antonio Negri en algunas de sus mejores páginas, el filósofo Michael Hardt ha seguido dedicando su trabajo a la idea y a las prácticas del común.
Estados Unidos
Roberto Montoya “Nos dicen que hay que armarse contra Putin cuando el mayor peligro para el mundo es Trump”
Más Donald Trump que nunca, el multimillonario ha regresado para terminar lo que no pudo hacer en su primer mandato. El periodista Roberto Montoya bucea en el personaje y su contexto en el libro ‘Trump 2.0’ (Akal, 2025).
Cine
Cine Colectivo y sin autor: breve historia de otro cine
La película ‘Una isla y una noche’, autoproducida y autodistribuida por el colectivo francés Piratas de Lentillères, es la puerta de entrada para recordar otros modos de hacer cine, alejados de la firma de autor y los grandes estrenos.
Historia
Historia El largo viaje de Pepe Díaz
Se cumplen 130 años del nacimiento en Sevilla de una figura carismática y trágica del movimiento obrero español.