Chile
Chile, radiografía económica
Las protestas en Chile desde hace varios días abren el debate de si la movilización social en las calles ha comenzado realmente por la subida del precio del billete de metro en Santiago de Chile o por una situación de hartazgo económico que ya venía de antes.

La semana pasada el mundo despertaba con una nueva movilización social masiva. La ciudadanía de Santiago de Chile salía a la calle para protestar por la subida del precio del billete de metro en las horas punta a 1,17 dólares (830 pesos chilenos). Esta polémica medida, que ya tuvo que ser retirada hace un par de días por el presidente chileno, Sebastián Piñera, prendió la mecha de un hartazgo colectivo que ha reventado debido a esta medida. Además deja un saldo provisional de 10 muertos. "Llevo tiempo pensando que esto era una bomba que algún día tenía que estallar", cuenta Jasmin Fu, chilena que hace unos años tuvo que emigrar de su país. "Ir al supermercado es muy caro, no hay trabajo. Lo del transporte público ha sido la gota que rebasó el vaso".
"Lo que molesta es la actitud pedante del gobierno. Cada vez hacen declaraciones más irrisorias. El ministro de economía dijo que como solo suben las tarifas del metro en hora punta, los trabajadores podían ir al trabajo más temprano porque es más barato", afirma Pablo Pulgar Moya, chileno que reside actualmente en Santiago de Chile. Esta burla ante la ciudadanía es lo que ha caldeado más los ánimos. "Se llamó a través de redes sociales a la rebelión masiva. El viernes comenzaron las caceroladas".
Pablo dice que este tipo de protesta es "histórica" y que significa mucho para Chile porque en época de la Dictadura de Pinochet era la forma en la que se protestaba. Desde el propio sábado hay toque de queda a las 10 de la noche en Santiago y no se puede salir a la calle después de esa hora. "Pero ayer fue a las 7 de la tarde. Hoy no sabemos a qué hora empezará". Las protestas ya se han extendido a otras regiones del país. "No había toque de queda desde la dictadura. Hay mucho temor a los militares por el recuerdo que conllevan".
En Chile el sistema sanitario es en parte público a través del Fondo Nacional de Salud (FONASA), pero otra parte del mismo es privado, llamado Instituciones de Salud Previsional (ISAPRE). Esto significa que para ser atendido en hospitales públicos de manera gratuita hay que estar en el rango A ó B. El A lo componen los ciudadanos considerados, por sus ingresos o su carencia de ellos, como indigentes. El B es para personas que cobran menos de 276.000 pesos chilenos (unos 340 euros). Desde esa frontera hasta rozar los 500 euros de ingresos mensuales deben pagar el 10% y el 20% de la atención sanitaria. Ahí es donde comienzan los verdaderos problemas para asumir los costes médicos.
La gente en Chile tiene que estudiar con créditos y pagarlos durante años o congelar el curso académico y tardar más en finalizar los estudios. Las matrículas superan los 3.000 euros
En el ámbito educativo, Chile es considerado uno de los países con la educación más cara del mundo. Aunque en 2016 se firmó la ley de gratuidad, solo afecta a los hogares que se encuentran por debajo del umbral del 60% que menos ingresos recibe. Todos los estudiantes que se matriculen en una universidad tienen que pagar como derecho de matrícula 139.200 pesos (171 euros) más el coste de su carrera. Arquitectura puede llegar a costar más de 5.000 euros por año, pero no hay ninguna que baje de los 3.000. "La gente tiene que estudiar con créditos y pagarlos durante años o congelar un año y tardar más en finalizar los estudios", recuerda Jasmin. Fue el caso de mucha gente de su entorno, ya que esta situación es bastante común.
Si se tiene en cuenta que el salario mínimo es de 301.000 pesos (371 euros) y el sueldo medio chileno son 1.063 euros, definitivamente no salen las cuentas. En Chile se invierte el 21,18% del gasto público en sanidad y el 19,74% en educación. El porcentaje que destina el país dirigido por Sebastián Piñera a la inversión pública es el 25,36% de su Producto Interior Bruto (PIB), mientras que al otro extremo de las economías mundiales Alemania invierte el 43,90%.
Uno de los episodios que más tensión con la policía y el ejército han provocado han sido las evasiones masivas en el metro cuando la gente se cuela sin pagar estos días. "Se saquearon algunos supermercados y tiendas. Pero desde hace tiempo un problema que la gente nota es la evasión fiscal de muchas empresas", atestigua Pablo Pulgar.
Otro de los escollos económicos en Chile viene de la mano de las pensiones. Una pregunta frecuente en la página estatal es si hay que dejar de trabajar cuando se empieza a recibir la pensión por edad de jubilación (65 años para los hombres y 60 para las mujeres). "No, salvo sector público o leyes especiales", afirma el organismo oficial. Entre otros factores, las pensiones chilenas dependen de lo cotizado más la rentabilidad que hayan obtenido las cotizaciones, la cantidad acumulada en un fondo de capitalización individual y la expectativa de vida de quien se jubila. Es decir, es un sistema prácticamente privatizado y sometido a la lógica del mercado. La pensión mínima son 171 euros al mes.
El hecho de que a pesar de la retirada de la subida del billete del metro las protestas no cesasen, muestran que el descontento social chileno es más profundo que el desacuerdo con este tarifazo del transporte público. Estas manifestaciones espontáneas tampoco han sido articuladas ni dirigidas por ningún movimiento social o partido político, sino que han surgido de la espontaneidad y del hartazgo generalizado. Pablo hace una pequeña descripción de la situación. “Ahora mismo, por la mañana, ya oigo las bocinas en las calles. Aquí la jornada laboral ha cambiado completamente”.
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