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Crisis climática
La gentrificación climática ya ha empezado en Estados Unidos
Una amenaza inesperada del cambio climático acecha en el horizonte: la gentrificación climática. El término es bastante nuevo, pero ya hay ejemplos de este nuevo tipo de gentrificación, y no sólo en áreas costeras.
Sólo en los últimos dos años, el cambio climático ha traído una sucesión de desastres: más de 1,20 metros de lluvia en el sur de Texas, días de 32ºC en Alaska, e incendios sin precedentes que han destruido hogares y afectado comunidades. Pero, ahora, una amenaza inesperada del cambio climático acecha en el horizonte: la gentrificación.
“La gentrificación climática es cuando la respuesta a los impactos climáticos aumenta indirectamente las desigualdades en las comunidades”, dice Jennie Stephens, directora de colaboraciones de investigación estratégica en el Instituto de Resiliencia Global del Nordeste. La gente rica que busca refugio de los efectos del cambio climático se está empezando a mudar a barrios que anteriormente eran considerados indeseables. El término es bastante nuevo, pero ya hay ejemplos de este nuevo tipo de gentrificación—y no sólo en áreas costeras. “Puede ocurrir y está ocurriendo en todo tipo de comunidades”, dice Stephens.
Norfolk (Virginia) es una de las áreas de EE UU más vulnerables ante el clima, y un ejemplo de lo que ocurre cuando los responsables municipales intentan adaptarse al aumento del nivel del mar debido al cambio climático a costa de los pobres. La ciudad, que se asienta en el cruce de la bahía Chesapeake y el río Elizabeth, es el hogar de casi 245.000 personas y se inunda periódicamente en los días de lluvia e incluso en los días soleados durante la marea alta. Para 2050, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica predijo que Norfolk tendrá 170 inundaciones en días soleados al año.
La gente rica que busca refugio de los efectos del cambio climático se está empezando a mudar a barrios que anteriormente eran considerados indeseables
Los líderes locales pensaron una estrategia el año pasado para reinvertir en barrios de bajos ingresos y proteger a los vulnerables de las constantes inundaciones. El plan de remodelación de St. Paul derribará varios complejos de viviendas públicas en este barrio de poca altitud y sustituirá los edificios decrépitos por construcciones de renta mixta a la vez que se cede al mar las áreas más vulnerables. “La joya de la corona del barrio de St. Paul revisualizado será la transformación del área de zonas bajas que a menudo es devastado por las inundaciones en un ecocentro acuático compuesto de grandes parques y espacios verdes”, señala la web oficial del Ayuntamiento. Las zonas bajas que se inundan de forma rutinaria se transformarán en parques y espacios verdes.
En mayo, el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano anunció que Norfolk fue elegido para la Iniciativa de Barrios con Elección, una subvención de 30 millones de dólares que la ciudad utilizará para ayudar a pagar el proyecto.
En Tidewater Gardens, uno de los proyectos de vivienda en la zona programados para la remodelación, los vecinos ya están empezando a mudarse fuera. Tras algunos retrasos, la ciudad contrató a People First [La gente primero], una empresa con el objetivo de ayudar a los vecinos a hacer la transición desde la vivienda pública y a mudarse ya sea a vivienda subsidiada en otro lugar o, con la ayuda de un bono, a vivienda de propiedad privada de la sección 8 [programa de ayuda a la vivienda].
La ciudad ha asegurado a los vecinos que cuando el proyecto esté hecho, todo el mundo tendrá un lugar para vivir —pero eso es si se asume que la mayoría de vecinos utilizarán bonos de ayuda al alquiler para encontrar vivienda privada. Los miembros de la comunidad son escépticos tras el precedente de un proyecto de remodelación previo, tras el cual no todo el mundo pudo volver a la vivienda pública. En 2000, cuando comenzó la remodelación del complejo de vivienda pública Broad Creek, 767 familias residían allí, y sólo volvieron 150. Actualmente, Tidewater Gardens tiene 618 unidades. El nuevo complejo tendrá 700 unidades, pero 200 de ellas estarán reservadas para inquilinos de bajos ingresos.
“¿Qué pasa si no puedes encontrar nada en Norfolk, y ahora tienes que vivir en Suffolk?”, pregunta Lavonne Pledger, presidenta del consejo de gestión de arrendatarios en Young Terrace, un complejo de vivienda pública cercano, refiriéndose a una ciudad situada a 32 kilómetros al sur de Norfolk. Mudarse podría suponer costosos problemas, observa Pledger, porque “si tu trabajo todavía está en Norfolk, ahora tienes que pagar más dinero en gasolina”.
En la inundable Miami barrios como Little Haiti, que está en terreno más alto, se están volviendo más atractivos para los promotores y los inversores y propietarios adinerados
Quizá no haya ciudad estadounidense que describa mejor la crisis climática que Miami. Construida en un terreno que es tan poroso como el queso suizo y asentada a menos de dos metros por encima del océano Atlántico, Miami a la vez se hunde y se inunda. El condado de Miami-Dade, hogar de 2,7 millones de personas, estará parcialmente sumergido e inhabitable desde 2100 —o cuando reciba un golpe directo de un gran huracán. En contraste con algunas ciudades, como Houston, donde las llanuras inundables son el hogar de personas de bajos ingresos que no tienen más opción que vivir en zonas bajas propensas a las inundaciones, en Miami la propiedad en la costa sigue siendo privilegiada. Pero ahora, como el aumento del nivel del mar amenaza a muchas de las comunidades bajas frente a la playa, barrios como Little Haiti, que está en terreno más alto, se están volviendo más atractivos para los promotores y los inversores y propietarios adinerados.
Little Haiti y el área que la rodea es hogar de generaciones de haitianos y otros inmigrantes que fueron segregados de las comunidades al lado de la playa. Ahora, podría convertirse en la nueva zona de moda. Como informó el Wall Street Journal, se está convirtiendo a los centros comerciales en negocios más elegantes y recientemente ha abierto una tienda de comida de lujo. Un estudio de Harvard de 2018 descubrió que las casas en la zona más alta se estaban revalorizando a un ritmo mayor. La ciudad está planeando llevar a cabo un estudio para ver cómo el cambio climático está exacerbando la gentrificación. “Ya que la gente se mueve hacia el interior, queremos asegurarnos de que no hay olas de desplazamiento”, dijo al Journal Gretchen Beesing, jefe ejecutiva de Catalyst Miami, una organización sin ánimo de lucro que se centra en temas de pobreza.
Pero los gentrificadores climáticos no son sólo gente que busca terreno más alto. “Las áreas costeras son las más obvias, pero hay otras zonas que se están volviendo más incómodas o más peligrosas para vivir”, dice Stephens. En 2000, Phoenix (Arizona) estuvo 121 días por encima de los 38 grados. Para 2050, se espera que ese número aumente a 147. Para los vecinos más acomodados que busquen combatir el calor, la alternativa obvia se puede encontrar en Flagstaff, una pequeña ciudad de 70.000 personas, que está aproximadamente a dos horas conduciendo hacia el norte.
Los gentrificadores climáticos no son sólo gente que busca terreno más alto. “Las áreas costeras son las más obvias, pero hay otras zonas que se están volviendo más incómodas o más peligrosas para vivir”
A pesar de su relativa proximidad, la mayor altura de Flagstaff ofrece veranos mucho más moderados. Pero esta diferencia está causando problemas para aquellos que ya están viviendo allí. “A medida que hace más calor, estamos recibiendo muchos refugiados climáticos”, dijo Coral Evans, la alcaldesa de la ciudad, al Guardian en 2018. “En absoluto nos importa que la gente se mude a Flagstaff. Pero alrededor del 25% de nuestra vivienda son ahora residencias secundarias. El coste de la vida se ha convertido es nuestro tema número uno”. Los vecinos están preocupados por que el influjo de gente rica de Phoenix les expulse de un mercado de vivienda cada vez más reducido.
La gente con recursos siempre podrá buscar terreno más elevado o mejor tiempo, pero es improbable que alguna zona quede sin afectar por el cambio climático. Los sistemas que necesitamos para la supervivencia —el suministro de comida o el acceso a infraestructura crítica como carreteras y hospitales— están todos conectados. “Si piensas en comida y agua y vivienda y sanidad, hay muchas posibilidades para que haya trastornos”, dice Stephens. “Es difícil predecir si estás más seguro aquí que allí”.
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