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Opinión
Reformar no es derogar
Pero afortunadamente, como suelen repetirnos en determinados programas televisivos, existen las hemerotecas y esas promesas lanzadas sin mucha reflexión en el calor de la disputa electoral quedan recogidas en los diversos soportes existentes y pueden ser rescatadas por cualquiera que desee comprobar el grado de cumplimiento de las propuestas presentadas cuando de ganarse nuestros votos se trataba.
Y así podemos ver cómo se han ido recortando y modificando aquellos programas tan ambiciosos que a mucha gente le hicieron pensar que esta vez -la enésima ya- la cosa iba en serio y veríamos el cambio profundo prometido tantas veces como aplazado. En ese sentido podemos decir que la campaña de 2019 no fue una excepción, y en ella pudimos oír y leer propuestas tan atrayentes como las de derogar la ley Mordaza, la Reforma Laboral (bien es cierto que es en este capítulo solo se atrevían con la del PP), revertir los puntos más lesivos de la reforma de las pensiones o acabar con los desahucios y las expulsiones en caliente de inmigrantes y refugiados.
Se han cumplido ya tres años de aquellas elecciones generales y no parece que las promesas más ambiciosas de los programas de los partidos que han venido gobernando en coalición se vayan a cumplir. Una pena porque para ser el gobierno más progresista de la historia se echan en falta algunas medidas de un mayor calado que las adoptadas hasta la fecha. Y aunque la invasión de Ucrania por el pérfido Putin es una buena excusa para justificar cualquier ajuste o la subida de los precios, no pueden culpar de toda la problemática social a la guerra contra el nuevo enemigo nº 1 de Occidente.
Se han cumplido ya tres años de aquellas elecciones generales y no parece que las promesas más ambiciosas de los programas de los partidos que han venido gobernando en coalición se vayan a cumplir.
Pero estamos ya en año electoral y conviene recordar esos lamentables olvidos de quienes han dirigido el país y ahora se disponen a presentarse para un nuevo mandato. Y aunque los programas con los que solicitarán otra vez el voto serán la mar de bonitos y positivos, no estará de más que repasemos brevemente los compromisos de la anterior campaña que siguen sin cumplirse.
Entre las propuestas más reiteradas estuvieron las de derogar aquellas leyes y reformas, heredadas de gobiernos anteriores, que se habían destacado por representar recortes y pérdidas de derechos para los sectores sociales menos favorecidos. En la diana de todas las críticas estuvieron sin duda la reforma laboral y la ley Mordaza, culpables de la precarización de la clase trabajadora y de la criminalización de la protesta callejera.
Sin embargo, después de darle muchas vueltas y de grandes polémicas entre los dos partidos en el gobierno, la cosa se fue trufando de derogación a reforma y solo se han retocado los aspectos más cuestionables legalmente de la contratación temporal y de las trabas al derecho de manifestación, dejando intacto el núcleo duro de la precariedad y las multas administrativas por supuestas ofensas a la policía en las manifestaciones.
En cuanto a terminar con los problemas de la vivienda, los servicios sociales o el desprecio a los derechos de las personas migrantes todavía se ha avanzado menos. Se han creado algunas ayudas puntuales e insuficientes, pero existe un creciente empobrecimiento de casi un tercio de la población; miles de familias ya no pueden vivir en condiciones dignas ni aun teniendo un trabajo.
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