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Opinión
Del diálogo social al tratado de rendición
Siempre que se asiste a una rueda de prensa o se pone un micrófono delante de algún líder de los dos sindicatos que disfrutan del derecho exclusivo a ser escuchados por los grandes medios, se actúa como amplificador acrítico de las campañas o posiciones que desde ese bisindicalismo se quiere hacer llegar a la población. Ni una pregunta sobre aspectos poco claros o dudosos de los pactos que se acaban de firmar, ni una objeción al sindicalismo de concertación y la sucesión de recortes de derechos.
Para dar sensación de que únicamente existe esa versión que se ofrece por la práctica totalidad de los medios, también se cuidan de no contar la multitud de luchas, de acuerdos, de reivindicaciones que llevan a cabo otros sindicatos, algunos de ellos con una presencia y una capacidad de movilización nada despreciables. Para la profesión periodística, para una mayoría, toda esa información alternativa no existe; la ignoran sistemáticamente para que la población permanezca desinformada y manipulada.
No hace falta remontarse mucho en el tiempo para encontrar ejemplos explicativos de ese tratamiento tendencioso sobre el ámbito laboral y reivindicativo. Nos podemos situar en el periodo del último año para ver lo mal; o mejor dicho, lo parcialmente, que se han relatado las últimas reformas laborales y la quinta edición del Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva.
La prueba del algodón de todo cuanto se ha dicho podría ser el silencio de cronistas y expertos tras todas esas reformas que han permitido alargar las jubilaciones hasta los 67 años, aumentando también el periodo de cálculo, precarizar el empleo, frenar el incremento de los salarios, introducir las ETT y ampliar la subcontratación. En esa línea muy pocas voces se han levantado para relacionar el aumento de accidentes de trabajo, el paro juvenil o la precariedad laboral con todas estas reformas.
Por lo que respecta al reciente AENC la falta de análisis rigurosos ha sido total. Se han destacado algunos aspectos, aparentemente positivos, y se han ocultado todos los negativos, que son más. Así en los aumentos de los salarios se dice que los mismos subirán un 10% entre los años 2023 y 2025, pero para nada se recuerda que ese aumento es una mera recomendación, que no se recupera lo perdido en 2021/2022 y que con dicha subida ni siquiera se igualará el incremento del IPC de los años que recoge el pacto.
Y con ser absolutamente pobre en la mejora de los salarios, no es esto lo más lamentable del acuerdo entre CEOE, CEPYME, CC.OO. y UGT puesto que trae como recortes añadidos la cesión a las mutuas del control de las bajas comunes por traumatismos (avanzando así en la privatización de la sanidad) y el incremento de las horas complementarias que pueden realizarse con los contratos a tiempo parcial, estratagema patronal con la que se pude ampliar la jornada semanal en un 30%, pagándose como horas normales lo que en tiempos pasados eran y se abonaban como horas extras.
Como puede verse, se ha realizado una meticulosa labor de edulcoración y ocultación de los aspectos más negativos de realidad social y laboral.