Sanfermines
Sanfermines 78: Y la estela era la ciudad…
“Si no hubiera pasado lo de la estela no estaríamos ahora aquí. Era algo más, era del pueblo. Aquel trozo de piedra estaba en el corazón de la ciudad”, afirma Ramón Contreras, amigo de juventud de Germán Rodríguez.
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“Si no hubiera pasado lo de la estela no estaríamos ahora aquí. Era algo más, era del pueblo. Aquel trozo de piedra estaba en el corazón de la ciudad”, afirma Ramón Contreras, amigo de juventud de Germán Rodríguez.
Desde aquel fatídico 8 de julio de 1978, todos los años se produce la misma secuencia. Una concentración de personas se reúne en esa fecha, por la mañana, en torno al lugar que rememora la muerte del joven Germán Rodríguez, un acto organizado por el grupo memorialista Sanfermines 78 Gogoan Herri Ekimena, colectivo que se constituyó como tal en el año 2008, a pesar de que el grueso de sus participantes lleva haciéndolo durante 40 años.
Impunidad
Desde el primer momento, un grupo de personas formado por amigos y amigas de Germán y camaradas de Liga Komunista Iraultzailea (LKI) decidió juntarse cada 8 de julio para reclamar castigo a los culpables, así como denunciar la impunidad del caso. Las peñas han estado presentes desde siempre, ellas fueron las que sustentaron la primera comisión de investigación hasta que se cerraron los sumarios. En aquel lugar colocaron una estela de piedra, que fue destrozada por desconocidos y restaurada de nuevo, esta vez de bronce.
Este grupo ha seguido manteniendo viva la memoria, e incluso ahora está formado por gente que ni siquiera vivía en 1978. “Eso significa que la transmisión se ha hecho bien”, señala Piru Zabalza, miembro de la comisión de Peñas en aquella fecha y que ha participado en el grupo desde su arranque. La estela de bronce volvió a sufrir un acto vandálico o, mejor dicho, terrorista, cuando otros desconocidos la destrozaron con una bomba, modus operandi que también emplearon en 1979, en la peña donde se reunía el grupo. Sin ceder al amedrentamiento, volvieron a colocar una tercera estela de bronce en el mismo lugar, hasta que fue retirada por el Ayuntamiento de Pamplona con la excusa de unas obras en el año 2006.
El monumento al encierro es, actualmente, uno de los lugares turísticos emblemáticos de la ciudad y al que muchos visitantes acuden a sacarse fotos. Sin embargo, su ubicación se decidió en contra de la opinión del autor, el bilbaíno Rafael Huerta, que consideraba como lugar más apropiado el cruce de la calle Amaya, frente a la plaza de toros. De este modo intencionado, el conjunto escultórico en referencia al famoso encierro usurpa el lugar en el que cayó asesinado Germán y en el que se encontraba desde 1978 la estela como memoria de aquellos acontecimientos.
“Nos concentramos durante más de un año en el lugar donde estaba la estela que había retirado Barcina”, narra Presen Zubillaga, compañera de militancia de Germán, que explica cómo no había ninguna intención de volver a colocarla por parte del Ayuntamiento, ya que “las obras ya habían terminado”.

“Movilizamos a los jóvenes, los jubilados, los sindicatos o las mujeres”, explica en referencia a los distintos colectivos que se concentraban todos los 8 de cada mes. Una mañana de noviembre de 2007 por fin consiguieron que se repusiese la estela, aunque en otra ubicación. “Esto era un pequeño reducto y, además, muy visual sobre algo que había sucedido en la ciudad, por lo que la sensación era que hasta con eso también querían acabar”, relata Zubillaga, que explica cómo esa lucha fue un punto de inflexión, ya que en ese tiempo se constituyó la inicativa Hilarria, que tras la consecución del objetivo se transformó en el colectivo memorialista Sanfermines 78 Gogoan Herri Ekimena.
“Uno de los hitos por los que nos hemos mantenido e, incluso, hemos logrado aumentar la participación, han sido los aniversarios”, relata Contreras. En 1988 se realizó un dossier con los resultados de los sumarios, en 1998 un festival recordatorio en el Labrit, en 2008 una unidad didáctica, un documental y una exposición..., y este año se ha logrado, por fin, poner en marcha la Comisión de la Verdad, con el apoyo del Ayuntamiento de Pamplona, así como que el Gobierno y el Parlamento de Navarra se sumen a la petición para que se desclasifiquen los documentos referentes a aquellos sucesos.
La iniciativa popular Sanfermines 78 Gogoan mantiene que fueron unos actos premeditados con la intención de meter miedo en la ciudadanía, enmarcados en el contexto de la Transición. “En verdad, lo de Germán fue la consecuencia de la agresión al pueblo de Iruñea”, relata Zabalza. Estos sucesos están conectados con los de 1976 en Gasteiz y con otras muchas víctimas que el Régimen del 78 se dejó en el camino como los asesinatos de Manuel José García Caparrós en 1977 en Málaga, Gladys del Estal en 1979 en Tudela o Yolanda González en 1980 en Madrid. Piru vivió en primera persona las consecuencias de ese terror que se quiso imponer. “La gente tenía miedo. En aquella época, que no se viajaba tanto, los Sanfermines eran el acontecimiento más esperado del año para muchas personas y había una rabia porque les habían jodido las fiestas. En 1979, el grito de ‘San Fermín, San Fermín’ pasó de ser un grito de ánimo a ser un grito represivo, porque, aunque se usaba para reivindicar la fiesta que se nos había arrebatado, también se gritaba para acallar los ‘Policía asesina’ que se oían en la plaza de toros”, relata.
Si se hubieran logrado los objetivos de verdad, justicia y reparación, Sanfermines 78 Gogoan Herri Ekimena no tendría razón de ser. Pero mientras la impunidad siga presente, seguirán luchando para que se sepa lo que ocurrió. “Siempre esperamos que cada año sea el último acto porque se han conseguido los objetivos”, señala Zabalza.
Sanfermines
Sanfermines 78 desde el Estado de derecho
No es raro que las investigaciones judiciales acabaran languideciendo y siendo archivadas. Si no actuó la justicia es porque no se quiso dejar que actuara. Ni había interés porque prosperaran ni existían cauces para hacerlo posible.
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