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Un tema de eterna actualidad, pero que no por ello debe dejar de ser tratado, son los cuidados y el papel de la mujer respecto a los mismos. Las mujeres, históricamente, hemos sido relegadas al papel de madres, esposas y cuidadoras. El tema de los cuidados, que el feminismo trajo al debate público desde el primer momento, abarca todos los aspectos fundamentales de la vida de las mujeres. Quisiera, por ello, en estas líneas poner el foco en este asunto fundamental y que merece especial atención, centrándome particularmente, en el cuidado de las personas dependientes.
La sociedad patriarcal y la división sexual del trabajo han colocado a la mujer en esta posición: el (auto)deber de cuidar, el sentimiento de culpa cuando no puede hacerse y la naturalidad concebida de este rol socialmente impuesto. A pesar del avance en el reconocimiento de los derechos para las mujeres y del progreso en materia de igualdad, el papel de la mujer en el cuidado de las personas dependientes sigue siendo un tema pendiente que abordar.
En el año 2006, España aprobaba la conocida como Ley de Dependencia, teniendo como objetivo principal la atención al colectivo de personas dependientes y la promoción de su autonomía personal. En el mismo preámbulo de la mencionada ley se señala la necesidad de la misma en tanto reconoce que son las mujeres las encargadas de los cuidados de estas personas, en lo que denomina “apoyo informal”.
Si bien la aprobación de la Ley de Dependencia pudo parecer un importante avance en la protección de las personas en situación de dependencia y sus cuidadoras, la realidad se ha mostrado a años luz de este propósito
Si bien la aprobación de la Ley de Dependencia pudo parecer un importante avance en la protección de las personas en situación de dependencia y sus cuidadoras, la realidad se ha mostrado a años luz de este propósito. Se observa cómo, a modo de ejemplo, una persona anciana con el máximo grado de dependencia reconocido tiene derecho a recibir desde 46 horas mensuales hasta un máximo de 70 horas al mes. Es decir, un máximo de 2 horas y media al día. ¿Quién cuida el resto del tiempo?
De la misma forma, la propia Ley de Dependencia reconoce el papel de las “cuidadoras informales”, asignándoles una remuneración y cotización a la Seguridad Social, lo que supuso la perpetuación del rol de la mujer como cuidadora. Si ya se veía como natural que fuese la mujer la encargada de los cuidados, la institucionalización que trajo la Ley de Dependencia no hizo más que ahondar en el rol establecido.
No pretendo, sin embargo, que estas líneas sean una crítica, necesaria por otra parte, de la posición institucional respecto a las personas dependientes y sus cuidadores. De lo que se trata aquí es de reflexionar sobre por qué las mujeres asumen cómo propio el deber de cuidar, sin planteamientos contrarios, cuando se trata de un familiar dependiente.
No debería ponerse en valor que una mujer hipoteque su vida por encargarse del cuidado de un familiar dependiente, sino que es necesario combatir la brecha de género en los cuidados
Decía Kate Millet, histórica feminista estadounidense, que el amor ha sido el opio de las mujeres. Y es que, bajo el paraguas del amor, las mujeres han sido abocadas a renunciar a su propia vida por encargarse del cuidado de hijos y padres. Deberíamos replantear el concepto del amor para que la situación de miles de mujeres empiece a cambiar, más desde ellas mismas. No se tiene menos amor por repartir los cuidados, “solo” se es más libre.
Opinión
Minutos de esperanza
Esta situación, que no es una guerra, pero tampoco es solo una crisis sanitaria, está poniendo en cuestión todo aquello que dábamos por hecho.
Librarse de la culpa que el sistema patriarcal genera en las mujeres es el primer paso para la liberación. El debate formal, institucional, acerca del cuidado de las personas dependientes debe, necesariamente, partir de esto. No debería ponerse en valor que una mujer hipoteque su vida por encargarse del cuidado de un familiar dependiente, sino que es necesaria la reflexión profunda y, tras ello, la puesta en marcha de acciones concretas, en pro de conciliación y corresponsabilidad efectiva, que combatan la brecha de género en los cuidados.
Pero quizás más importante es la autoreflexión conjunta de las mujeres. Desaprender lo aprendido, desposeernos del rol de cuidadoras y asumir que ese amor que señalan como motivo de los cuidados no es más que el pretexto para relegarnos a un segundo lugar como ciudadanas.
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Si bien la mayoría de las cuidadoras son mujeres, también hay bastantes hombres, como yo, que cuidé de mi madre, enferma de alzheimer hasta que murió. Desearía que no nos ignoraran
perdona pero eso no sera cierto, seguro que pagaste a alguna mujer para lo que dices. Fascista y explotador
Por supuesto que hay muchísimos hombres que se ocupan del cuidado y no deben ser ignorados por ello. El cuidado es loable como valor de nuestra sociedad tanto cuando lo realiza un hombre como una mujer. Pero existe un sentimiento de responsabilidad para con la persona cuidada, que la sociedad acentúa en la mujer, y que afecta a la carga emocional y de trabajo, tanto en cantidad como en forma. El problema tiene un cariz de género, y es tanto valioso como necesario abordarlo con una perspectiva de género, entendiendo cómo las distintas problemáticas que afectan a la mujer se entrecruzan. También, por supuesto, entendiendo que se reflejan en el hombre, y que lo que le sobra a uno le falta al otro: los hombres se ven atacados por adquirir responsabilidades de cuidados al considerarse algo típicamente femenino, mientras que las mujeres muchas veces son empujadas a tomar dichas responsabilidades por el mero hecho de serlo. Pero no es lo mismo nunca lo que te quitan que lo que no te dejan dar.
Que el artículo tiene mucha razón SI... que demuestra poco afecto hacia los que te han criado también, Ojalá no pase su vejez en Soledad, quizás eso mate más que una enfermedad, LA SOLEDAD por no poder compartir nada con nadie
Anda que llamar opio a cuidar a un familiar... quién escribo esto fijo que no sabe qué es amar a una madre o un padre. ¿Los hombres deben participar un 50%? Sin duda. pero llamar opio a esto, como llamaba Marx a la religión es muestra del profundo egoísmo que envuelve a la izquierda hoy. Que tu vejez, redactora, no te veas sola.
Lo llama opio en el sentido de que puede entorpecer sus sentidos y así es, para leer estos artículos hay que te ver cierto nivel intelectual...
Si entendemos nivel intelectual por ceguera ideológica, las llamadas gafas violetas. Sí estamos de acuerdo. Pero mejor "para leer estos artículo hay que estar deconstruido" - es decir, haber pasado por un proceso de reeducación a lo Mao -.
Es inadmisible poner a los ancianos al nivel del sentido que tenía la religión en el mundo marxista, es un juego de palabras cruel, por mucho nivel intelectual "que sea necesario".
Estoy de acuerdo con lo que dices, pero ten en cuenta que el opio en el artículo no son los ancianos, son los cuidados. Entendiendo el opio (del pueblo, o en este caso de la mujer) en el sentido marxista de obstáculo y distracción en el camino a la emancipación como colectivo. Lo que se desea no es que las mujeres no proporcionen cuidados, sino que no se encuentren en situaciones de precariedad económica, manipulación social y pérdida de independencia por ello. Pedir que la carga de cuidados se distribuya más equitativamente no va en detrimento de los ancianos ni de los cuidados.