Migración
El embrollo de la narrativa sobre la inmigración

Entretenernos en rebatir el relato simplista y emocional anti-inmigración con argumentos racionales o datos nos resta tiempo para abordar el ingente desafío de trabajar por una sociedad diversa, acogedora y progresista. Ese es el terreno donde realmente nos jugamos nuestro futuro. 

#BlackLivesMatter Madrid 03
Manifestación antirracista del 7 de junio en Madrid Byron Maher
24 jun 2020 06:00

El apasionado debate sobre los múltiples y trascendentales retos que plantean los movimientos de personas en el mundo y, especialmente, quienes tienen los países industrializados como destino, ha ido mutando durante los últimos años hasta encapsularse en una retahíla simplista y emocional consistente en polemizar estérilmente sobre el derecho de las personas a una vida digna y de materializar ese anhelo, si hace falta, fuera de sus países. Lamentablemente esta aprehensión, muy a menudo suscitada y alimentada por una corriente ideológica xenófoba, ha conseguido erigirse en el árbol que no deja ver el bosque.

En efecto, entretenernos en esta cuestión nos inhabilita a abordar el ingente desafío de trabajar por una sociedad diversa, acogedora y progresista que es el terreno donde realmente nos jugamos nuestro futuro. El resto no es más que una guerra perdida porque, hasta la fecha, ninguna medida ha conseguido frenar las migraciones que, por otra parte, seguirán reproduciéndose mientras perdure la actual situación de desigualdad que mantiene a los países de origen en la miseria.

En este propósito interviene —entre otros temas— la cuestión de la narrativa, dado que incide de manera decisiva en la conformación de una visión colectiva que descansa en construir un retrato distorsionado del migrante racializado, generalmente originario de un país del hemisferio sur y delatado por unos rasgos físicos de corte exótico. El uso desacomplejado y reiterado de fenotipos como “moro”,  “negro” o “indigena” o ciertas actitudes discriminatorias remiten, sin ambigüedad, a intencionalidades tan denigrantes como infundadas.

La narrativa incide de manera decisiva en la conformación de una visión colectiva que descansa en construir un retrato distorsionado del migrante racializado

Persistir obstinadamente en rebajar la persona migrante a la (sub)categoría de arquetipo de sujeto intrínsecamente pobre, naturalmente dependiente y fundamentalmente incivilizada obedece a la maliciosa intención de situarla permanentemente en el pedestal de la ociosidad. El objetivo final radica en condicionar negativamente la percepción de toda la sociedad sobre un colectivo a la vez que aparta definitivamente cualquier apreciación sensata. El falso relato de que la inmigración es una amenaza para los países occidentales no se sustentaría sin este embuste histórico.

Cuando, por ejemplo, se ponen bajo escrutinio los discursos que afectan las personas migradas beneficiarias de subsidios sociales, se suele centrar en discutir estérilmente sobre la veracidad o no de los datos exhibidos. Sin embargo, al no haber efecto sin causa, ganaríamos mucho en poner el foco sobre los verdaderos fundamentos de la situación de exclusión que motiva la condición de dependiente social con la cual se les identifica. ¿Y si el estatus legal, el acceso y la continuidad en el mercado laboral y la asociada precariedad fueran los principales vectores de su expulsión fuera de los márgenes de la dignidad humana? Al fin y al cabo, el migrante se convierte, muy a su pesar, en un ser doblemente victimizado: tiene que lidiar con la impotencia de valerse por sí mismo, por un lado, y cargar con la etiqueta de parásito del sistema del Estado del Bienestar, por el otro. Se da la casualidad de que migró precisamente para reivindicar un estatus social basado en su capacidad contributiva y no en una condición sobrevenida de beneficiario. 

Racismo
“La lucha contra el racismo no es una prioridad de las administraciones”

El Informe sobre el Racismo y la Xenofobia durante el estado de alarma en España recoge más de 70 denuncias por prácticas institucionales discriminatorias que confirman la existencia del racismo institucionalizado.

Si el relato es tan relevante, es porque condiciona la apreciación que se hace del problema y, razonablemente, determina el tipo de medida que se adoptará para su solución.

La complejidad del ejercicio que consiste en aportar un contra discurso al de los críticos de la inmigración no radica tanto en la falta de argumentos objetivos (datos, ejemplos, vivencias personales, comparaciones, etc.) sino en la quintaesencia de su mensaje que se fundamenta más en lo emocional que en la objetividad y el sentido común. A la luz de la crispación reinante en España y en Europa y el auge de la ultraderecha se puede afirmar que esta estrategia, que no busca tanto convencer sino más bien confundir, es rentable. No hay que perder de vista, sin embargo, que este plan cortoplacista es altamente contraproducente porque no solo las personas migrantes sufrirán los efectos de una sociedad fragmentada y crispada.

Existen, sin embargo, ideas e iniciativas para el optimismo. Primero, a pesar del discurso de supuesta invasión que se vehicula, el segmento de nuestra sociedad que defiende un mundo más solidario y, por ende, favorable a la inmigración, es mayoritario. Las opciones políticas que promueven medidas anti migratorias siguen siendo minoritarias. Segundo, estudios académicos de referencia vinculan la sostenibilidad de las economías occidentales a los aportes de la inmigración (natalidad, mano de obra, consumo, etc.); lo cual hace necesaria la llegada de más migrantes.

Por último, hay una sociedad civil comprometida y organizada que está trabajando incansablemente para visibilizar el verdadero rostro de nuestra sociedad que no es, en su inmensa mayoría, ni insensible a la injusticia de nuestro tiempo ni aún menos xenófoba. La destacada presencia de personas no racializadas en las recientes manifestaciones contra el racismo es una prueba de ello. En la misma línea, un colectivo pujante de hijos e hijas de migrantes ha decidido asumir mayor protagonismo para ejercer su rol de “agentes de cambio”. Al vivir el racismo en su propia piel, comprenden más que nadie lo esencial que es trabajar para evidenciar que la diversidad no está reñida con la convivencia. 

Un colectivo pujante de hijos e hijas de migrantes ha decidido asumir mayor protagonismo para ejercer su rol de “agentes de cambio”

Este nuevo panorama es altamente favorable al impulso de un discurso constructivo y objetivo acerca de la migración. Se trata de articular una narrativa en torno al posicionamiento del migrante como “agente activo” y no “objeto de piedad” y, sobre todo, a su visibilización en perspectiva a equilibrar la desinformación imperante. La estrategia consistiría en actuar en el sentido contrario del de los que han hecho de la división su lema: no hacer de la excepción la norma y eludir la crispación.

Es solamente a partir del reconocimiento de la condición innegociable de ciudadano de plenos derechos de la persona migrante por parte de las autoridades competentes (y la pertinente acreditación) y de la asunción de estas últimas de tal estatus (mediante una plena participación social, civil y política) que este anhelo puede tener visos de ser cumplido. 

El acertado criterio que plantea que la solución al problema de la brecha de género no es alcanzable sin el liderazgo de las mujeres es aplicable al caso de los migrantes en el diseño e implementación de políticas que les afectan. 

Temporeros
“Luchar contra las malas condiciones de trabajo de las personas migrantes es luchar contra el racismo”

La investigadora Chadia Arab lleva años documentando la situación de las temporeras marroquíes contratadas en origen. Esta geógrafa presenta su libro Señoras de la Fresa tras una temporada marcada por la crisis del covid-19 pero también por el movimiento por la regularización y las luchas antirracistas.

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#64287
29/6/2020 17:40

Muy interesante el artículo, cuando hablamos de narrativas sobre las personas migrantes, muchas veces se olvida de todo aquello que se debería hacer para una migración con dignidad. Y lo primero que me viene a la cabeza son africanos que no llegan en cayucos muertos de frío, sino llegan en aviones RAM, Air France o Vueling. De hecho les saldría mucho más barato venir así. Y sería muy conveniente para todos

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