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Memoria histórica
Cuando Armonía no era nombre de mujer
Cuando el nacional-catolicismo franquista prohibió la libertad de nombrar a los hijos y el modelo de mujer era La mujer ideal, de Pilar Primo de Rivera.
Para Max, con afecto y la memoria
compartida que nos hizo ser como somos,
y a todas la mujeres que sufrieron "La mujer ideal".
Todos o casi todos los de esa década de los cincuenta en Gijón tenemos una foto familiar muy parecida a la que nos muestra Max en esta imagen en blanco y negro. En mi caso creo que tengo algo más de edad que la que tiene mi amigo sobre las rodillas de su madre, sentada en familia con los suyos, todos vestidos y calzados en el arenal de la playa de San Lorenzo. Yo también en mi foto estoy con mi madre, mi tía María Luisa, mi prima Tere y mi primer balón de goma a franjas rojas y blancas, y miro igualmente a la camára con desconfianza primeriza.
Por la mucha gente que pasea por El Muro, la presencia de varias tías y la abuela y el padre de mi amigo -compartimos aula en cuarto de bachillerato con el cura don Félix como jefe de estudios y José Caso González como catedrático de Literatura Española-, ese día debió de ser domingo o festivo. Ni los padres ni las madres tenían por entonces tiempo de playa durante los días de sus jornadas laborales o domésticas.
Al hablarme Max de los protagonistas de la fotografía, reparé en el nombre de su tía, Armonía, que se encuentra al lado de Avelino, padre de Max y empleado en la Fábrica de Moreda, en cuyos hornos también trabajó mi abuelo materno. Como le hiciera notar a Max lo singular del nombre, máxime en unos tiempos en que la santísima vírgen María solía concurrir a todos los bautizos por imposición de la iglesia nacional-católica, mi compañero pubertario de pupitre me respondió que posiblemente se debiera a que su abuelo fue emigrante en Cuba, como tantos asturianos a finales del XIX y en las primeras décadas del pasado siglo, y que quizá el gusto por ese nombre tenía sabor caribeño.
También añadió, como me temía, que a la hora de pasar por la pila bautismal se le añadió el nombre de María, dado que Armonía no era nombre de mujer, según les hizo saber a los padrinos la autoridad competente. Y tenía razón sin duda alguna el oficiante de la ceremonia. Las mujeres que pretendieron vivir en armonía con los derechos alcanzados en la constitución republicana de 1931 debieron adaptarse con la dictadura franquista a las consignas dictadas en La mujer ideal de Pilar Primo de Rivera, el libro publicado en 1958 que formaba parte del temario de Economía doméstica para el Bachillerato y el Magisterio.
Conviene echar un vistazo a ese manual de dominio machista para comprobar una vez más los orígenes de nuestra procedencia y lo que de atraso supuso para la mujer española el viejo régimen del caudillo Franco, porque es que ni así, sabiéndolo, somos todo lo conscientes que debiéramos ante el reciente rebrote de la ultraderecha en este país y lo que eso puede significar, con el permiso hasta ahora del Partido Socialista Obrero Español y los acuerdos suscritos con la derecha radicalizada.
Vaya como ejemplo de aquella mujer ideal del nacional-catolicismo franquista este fragmento del libro citado relativo a la vida más íntima de las mujeres que fueron nuestras madres y abuelas: "Recuerda que debes tener un aspecto inmejorable a la hora de ir a la cama... Si debes aplicarte crema facial o rulos para el cabello, espera hasta que él esté dormido, ya que eso podría resultar chocante para un hombre a última hora de la noche. En cuanto respecta a la posibilidad de relaciones íntimas con tu marido, es importante recordar tus obligaciones matrimoniales: si él siente la necesidad de dormir, que sea así no le presiones o estimules la intimidad. Si tu marido sugiere la unión, entonces accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que hayas podido experimentar. Si tu marido te pidiera prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes. Es probable que tu marido caiga entonces en un sueño profundo, así que acomódate la ropa, refréscate y aplícate crema facial para la noche y tus productos para el cabello. Puedes entonces ajustar el despertador para levantarte un poco antes que él por la mañana. Esto te permitirá tener lista una taza de té para cuando despierte”.
En efecto, Armonía no era en ese tiempo un nombre apropiado para una mujer. Para tener libertad para nombrar a tus hijos había que haber nacido en un país donde una constitución como la republicana otorgara el derecho de voto a las mujeres, y el derecho de hombres y mujeres a ser elegidos como diputados, y la igualdad del hombre y la mujer ante la ley. Era necesario haber mantenido un país en el que no existieran privilegios jurídicos por razones de sexo, donde tanto el hombre como la mujer tuvieran igualdad de derechos en el matrimonio y fuera nulo el concepto de ilegitimidad en los hijos naturales. Un país en el que todos los ciudadanos admisibles en los empleos lo fueran sin distinción de sexo. Ese país quiso crecer con nombres como los de Armonía y Libertad, pero lo echaron abajo quienes impusieron un modelo de mujer ajustado a la domininación del varón, como siglos atrás.