Eleonora Forenza: “Hay que conectar las cuestiones sociales con el antirracismo para construir una alternativa”

La europarlamentaria Eleonora Forenza, agredida tras una manifestación antirracista el pasado sábado en Bari, explica en esta entrevista el auge del discurso xenófobo y aborda las estrategias de respuesta a nivel europeo.

Eleonora Forenza
Eleonora Forenza en Bari durante un acto antifascista y antirracista. Foto cedida por su equipo.
29 sep 2018 06:30

El pasado 21 de septiembre, una manifestación contra las políticas migratorias del gobierno italiano tomaba la Plaza Libertà de Bari, una ciudad de unos 300.000 habitantes, al sur del país. La protesta llegaba pocos días antes de que fuese aprobado el “Decreto Salvini” que supone un nuevo golpe a las personas inmigrantes que llegan al país, pues endurece los procesos de petición de asilo y elimina cauces de acogida. El mismo Matteo Salvini visitaba Bari el 12 de septiembre. Allí clamó: “Los únicos racistas que conozco son los alcaldes de izquierda que han convertido Bari e Italia en un campo de refugiados. Son racistas contra los italianos”.

Eleonora Forenza (Bari, 1976), europarlamentaria perteneciente a la lista La Otra Europa, e integrante de Rifondazione Comunista y de Potere al Popolo, fue una de las personas que acudió a la manifestación antirracista. También estaba en el grupo que sufrió una agresión por parte de miembros de la organización fascista Casa Pound, al término de la protesta.

Forenza critica las últimas medidas del gobierno italiano y la expansión de un sentido común racista en el país, asimismo, expone la necesidad de articular una respuesta desde el antifascismo tanto a nivel nacional como europeo.

¿Qué sucedió el viernes 21 de septiembre?
El viernes pasado en Bari hubo una manifestación contra las políticas racistas del ministro Salvini, quien hace del cierre de los puertos, de la criminalización de los inmigrantes, uno de los puntos centrales de su política de gobierno. Fuimos a esta protesta y cuando volvíamos hacia los coches tras la manifestación, nos detuvimos a ayudar a una mujer italiana de origen etíope, y por tanto de piel oscura, que estaba aterrorizada porque había una concentración frente a la sede de Casa Pound en la misma calle donde residen ella y una amiga. Nos ofrecimos a esperar junto a ellas a que se calmase la situación.

Creo que hay dos tipos de acción indispensables: que se cierren todas las sedes de los partidos de inspiración fascista, y conseguir que el antifascismo sea sentido común en Italia

Entonces vimos acercarse un grupo de personas, como un cordón, que se separaban de la concentración para venir hacia nosotros. En ese momento decidimos movernos en dirección opuesta a la sede de Casa Pound, pero estas personas, que llevaban mazos, cadenas y puños americanos, nos siguieron y amenazaron. Minutos después, les partieron la cabeza a dos de nuestros compañeros. Nos decían que nos fuéramos, que ese era su territorio y allí mandaban ellos. Fue una agresión fascista en toda regla.

¿Cuál es la dimensión y el alcance de Casa Pound? ¿Cómo un fenómeno de estas características ha adquirido tal presencia y legitimidad?
Aunque Casa Pound genera poquísimo consenso en Bari y en Italia, se fortalece porque las políticas del ministro de Interior Matteo Salvini consiguen que los movimientos fascistas como éste se sientan más libres de actuar. De hecho, hace poco publiqué un tweet con una foto de una cena en la que se veía a Matteo Salvini acompañado del fundador y el secretario de Casa Pound.

Creo que cuando políticas como el decreto aprobado el lunes 24, que es otra medida que profundiza la criminalización de las personas inmigrantes, se presentan como políticas sensatas, cuando se explica que la emergencia en Italia no es la existencia de cinco millones de pobres si no que hay una emergenza invasione, está claro que se legitima, se difunde, se construye una determinada percepción de la realidad. Esta percepción de la realidad está fuertemente condicionada por una retórica racista y xenófoba que se hace cultura de gobierno y se convierte en sentido común.

La agresión del viernes 21 tuvo lugar en el barrio Libertà. ¿Cuáles son las tensiones que se dan en este barrio?
Creo que el barrio Libertà es una de las muchas periferias del sur de Italia donde la imposibilidad por parte de los ayuntamientos de hacer políticas de bienestar, políticas de revalorización de los servicios públicos, ha creado una situación de gran ventaja para la criminalidad organizada que se infiltra en estas zonas de la ciudad. Está claro que cuando se corta la posibilidad de hacer políticas públicas en estas periferias que en realidad son centralísimas —el barrio Libertà está prácticamente unido al centro de la ciudad— al final los clanes mafiosos tienen mucha facilidad para implantarse.

¿Cómo piensa que se puede enfrentar  la emergencia de Casa Pound y otros actores fascistas?
Creo que hay dos tipos de acción indispensables, la primera para nosotros es una exigencia: pretendemos que se cierren todas las sedes de los partidos de inspiración fascista como por otro lado prevé la constitución italiana, fundada sobre la resistencia y el antifascismo.

El segundo punto es conseguir que el antifascismo sea sentido común en Italia. Hoy lamentablemente no lo es de manera extendida, primero porque hay partes del gobierno, como La Lega y también Cinque Stelle [Movimiento Cinco Estrellas] que se esfuerzan en comunicar que el anti fascismo y el fascismo ya no existen, ya no tienen razón de ser. Por otro lado, hay quienes a la izquierda del gobierno, en el Partito Democrático, han presumido de hacer más repatriaciones que el gobierno de Salvini, han estrechado los acuerdos con Libia, imponiendo de hecho a las personas que intentan llegar al Mediterráneo quedarse allí, en los campos de retención libios. Eso no es antirracismo, eso no es antifascismo. Eso es avalar la presencia en el discurso público de una lógica discriminatoria.

¿Cuáles son los movimientos de resistencia a la expansión de esta lógica? ¿Cuáles las estrategias de las mismas personas inmigrantes y racializadas para responder a los ataques discursivos, legales, y directamente físicos que sufren?
En Italia tenemos todavía que aprobar una ley sobre el Ius Soli que significa no prever la ciudadanía solo para quien tenga sangre italiana, si no una ciudadanía basada en la residencia, como debería ser. Esta es una batalla que unifica al movimiento antirracista italiano, un punto sobre el que no dejamos de trabajar.

Somos conscientes de que el decreto del pasado lunes, que de hecho elimina el permiso de residencia por protección humanitaria, abole todo el sistema de acogida gestionado por los ayuntamientos. Es una herida más infligida a las prácticas de antirracismo, que se han construido este año a través de la acogida municipal, una respuesta a la acogida construida sobre la retención por parte de la Policía y el Gobierno. Pensamos que ahora hay que confrontar este decreto, en las plazas, a nivel constitucional, presentando demandas de inconstitucionalidad, pues aún tiene que convertirse en ley. Además, el sábado 29 en Bari, habrá una manifestación para responder a la agresión del viernes pero también para responder al Decreto Salvini.

Steve Bannon introdujo su movimiento de extrema derecha populista en Roma. Bannon clamó contra el capitalismo de Wall Street y la burocracia europea. ¿Cuál crees que debe ser la respuesta de la ciudadanía italiana a este movimiento? ¿Bajo qué programa se puede producir una coordinación a nivel europeo del antifascismo del siglo XXI?
Ante todo hay que aclarar que los señores de la internazionale nera nada tienen que ver con el anticapitalismo, pienso en el hecho de que, por ejemplo, se propone una medida como la tasa única que supone ventajas fiscales para los ricos en detrimento de las personas con una renta más baja.

La relación entre política neoliberal y el incremento del recurso al populismo neofascista es evidentísima. Se trata de construir ahora una propuesta europea antifascista y antirracista y creo que hay que dejar claras dos cosas: primero, la condena de todas las políticas neoliberales que han aumentado la pobreza, el desempleo y la precariedad en Europa y, en segundo lugar, el hecho de que los Tratados Europeos deberían ser completamente refundados, no es posible construir Europa sobre el neoliberalismo.

No es casual que el movimiento feminista hable de la renta de autodeterminación. Es decir, una renta básica incondicional, junto a la reducción del horario laboral y un salario mínimo Europeo. Deberíamos partir de ahí

Europa debe refundarse sobre el antifascismo y sobre el antirracismo, sobre el derecho al trabajo y sobre el derecho a la renta. Conectar las cuestiones sociales, el antirracismo y el antifascismo, es en mi opinión la única base sobre la que es posible construir una alternativa a esta Unión Europea fundada en el neoliberalismo y el racismo.

En España, algunos referentes de la izquierda han reivindicado el llamado Decreto Dignidad firmado por el Gobierno como un modo de recuperación de la soberanía frente al establishment de Bruselas. ¿Es este el sentido final de dicho decreto? 
Creo que el tema de la relación entre las políticas de este gobierno y la soberanía se enmarca en el hecho de que en realidad no hay una política real de reconocimiento del derecho a la renta. Lo que tenemos es un sistema de workfare que se presenta como Decreto Dignidad y una falsa polémica con las instrucciones de Bruselas. Porque, en realidad, hablamos de incumplimientos de los acuerdos presupuestarios que se hacen para garantizar políticas como la mencionada tasa única, que favorecerá exclusivamente a los ricos. Lo que está detrás de esa falsa polémica también es la continuidad entre las políticas de devolución europeas y las políticas de devolución italianas. En Italia se dan de forma más dura y drástica desgraciadamente, pero son las mismas prácticas del Frontex que impulsa la Unión Europa.

En un momento en el que la izquierda europea se debate en torno a nociones como la de soberanía y la derecha se ha rearmado de la mano de discursos populistas ¿qué tipo de programa se debe plantear para alcanzar a las capas más precarias, a quienes más sufren las consecuencias de la crisis económica?
En mi opinión la palabra desde la que hay que volver a empezar es la autodeterminación-emancipación. Lo digo pensando que la izquierda europea debe superar un dilema entre dos posibilidades que no llevan nada lejos, la de un frente progresista europeísta —una alianza crítica con los socialistas europeos que han sido parte integrante del establishment de Bruselas, y que siguen siéndolo, o la de un retorno a la soberanía nacional.

Yo creo que debemos partir de la autodeterminación, como el movimiento feminista nos enseña. Una autodeterminación de los pueblos que significa no volver a una idea de soberanía basada en las fronteras, sino una autodeterminación basada, obviamente, también en las condiciones materiales. No es casual que el movimiento feminista hable de la renta de autodeterminación. Es decir, una renta básica incondicional, junto a la reducción del horario laboral y un salario mínimo Europeo. Deberíamos partir de ahí.

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