Antiespecismo
El derecho a no ser la propiedad de nadie
En nuestra sociedad, los animales solo son considerados por su valor como «propiedad» de alguien. Pero, ¿se puede proteger a los animales en esa situación? ¿Es posible respetar los derechos de alguien a quien consideras que es propiedad tuya?
En nuestra sociedad, los animales solo son considerados por su valor como «propiedad» de alguien. Pero, ¿se puede proteger a los animales en esa situación? Muchas personas piensan que es posible ser justo con los animales actuando desde el sistema legal, usándolo como herramienta para un cambio hacia algún tipo de «justicia» para los animales.
Sin embargo el sistema legal es solo un reflejo de la estructura económica de la sociedad, nuestras leyes refuerzan la estructura de la propiedad existente. Obviamente, el sistema nunca va a ceder hacia una posición antipropiedad con respecto a los animales de los que la industria de explotación obtiene ingentes beneficios económicos.
Por eso el sistema desde la infancia nos inculca que los animales son objetos para nuestro consumo y así lo asumimos sin analizarlo. Y mientras los animales no dejen de ser considerados propiedades, su vida y su bienestar estarán siempre supeditados a nuestros intereses, los intereses humanos.
El sistema legal nunca responderá de modo diferente a cuestiones relacionadas con los animales hasta que haya un cambio social significativo por parte de las personas. No podemos pensar en avances hacia la justicia y el respeto fuera de nuestra especie hasta que una parte importante de la sociedad acepte la legitimidad de la abolición de la explotación animal y la necesidad fundamental de adoptar el veganismo en la vida cotidiana. Sólo entonces el sistema legal podría empezar a ser una herramienta útil en la lucha por el cese de la opresión animal.
¿Es posible ser justo con alguien a quien consideras una propiedad tuya?
La consideración de los animales como propiedades humanas en el sistema legal provoca que, ante la cuestión animal, se pongan en una balanza los intereses humanos y los intereses de los animales para determinar si un uso o tratamiento particular de los animales es «necesario». Si el interés humano pesa más que el interés del animal, ese uso o tratamiento se considera necesario, moral y legalmente justificable.
El problema es que, como consecuencia de que los animales son propiedades, de lo que hacemos balance en realidad es del interés de la persona propietaria del animal, contra el interés de su propiedad y esto es absurdo. No tiene sentido porque la propiedad tiene el valor que le conceda su dueño. Así que en la práctica, en al actual sistema, los animales son meramente cosas que poseemos y sólo tienen el valor que se acuerde para ellos.
Los animales deberían tener un derecho por encima de cualquier otro: el derecho a no ser la propiedad de nadie. Todos los seres sintientes, por el hecho de ser sintientes, autoconscientes y tener intereses, deberían ser considerados poseedores del derecho de no ser una propiedad.
Si aceptamos que los animales son moralmente significativos y no deberían ser propiedades, deberíamos abolir la institución de la propiedad animal y cesar por completo de traer animales a la existencia, criarlos, poseerlos y usarlos para nuestros fines.
La cultura occidental aparenta tomarse en serio los intereses de los animales, y casi todas las personas afirman aceptar el principio de que imponer sufrimiento “innecesario” está mal. Pero la realidad es muy distinta. Imponemos sufrimiento, confinamiento y muerte en situaciones que no se puede decir que supongan “necesidad” de ninguna clase.
Los animales deberían tener un derecho por encima de cualquier otro: el derecho a no ser la propiedad de nadie.
Vivimos en una extraña situación de locura colectiva en la cual, se acepta como sufrimiento “necesario” cualquier actividad de opresión animal que proporcione diversión, placer, conveniencia o entretenimiento al ser humano. Afirmar que actividades como la caza, la tauromaquia, los zoológicos, los acuarios, el consumo de carne o vestirse con cuero y pieles son una “necesidad”, no se sostiene tras un análisis objetivo. Análisis que la mayoría se niega a hacer, amparándose tras el escudo del estatus de propiedad sobre los animales.
La sociedad oprime a los animales tratándolos como medios para fines humanos. Esta situación de opresión no existiría si un número suficiente de personas rechazara la idea de que es aceptable utilizar animales como medios para nuestros fines. La peletería no existiría si no hubiera una demanda de prendas de piel, de la misma forma que la ganadería no existiría si una mayoría de personas pensara que el placer que se deriva de comer carne no puede justificar lo que ocurre en los mataderos. Somos las personas quienes creamos la demanda.
Mientras las personas que conformamos la sociedad sigamos fomentando que los animales puedan ser tratados como propiedad humana, y mientras no nos demos cuenta de que es necesario abolir y no solamente regular el estatus de propiedad, los animales seguirán siendo las víctimas de una situación de opresión sistemática, institucionalizada y estructural, que les confina, les causa sufrimiento y les mata.
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