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Estados Unidos
Alianzas populistas de ‘indios y vaqueros’ están protegiendo tierras rurales
Apelando a los corazones y mentes de sus vecinos blancos, los nativos americanos están forjando un terreno común y construyendo unidad a través de la diversidad.
El mar de rojo [del Partido Republicano] en las últimas elecciones hacen parecer que las áreas rurales están uniformemente pobladas por republicanos. Y la sabiduría convencional sugiere que esos estadounidenses son en general populistas conservadores que cuestionan muchas normas gubernamentales y no dan la bienvenida a la diversidad cultural.
Pero la creciente influencia de las naciones nativas americanas en algunas áreas rurales está empezando a cambiar esa imagen. Empoderadas por sus derechos reconocidos por los tratados, están comenzando a cambiar los valores de sus vecinos blancos hacia un populismo que trasciende líneas raciales y culturales para desafiar a las grandes empresas.
Algunas naciones nativas de todo el país se unieron en los 70 con sus vecinos blancos rurales para detener las amenazas a las tierras y aguas rurales, como proyectos mineros, de oleoductos, presas, residuos nucleares y militares
Soy un geógrafo que estudia las relaciones entre tribus y granjeros, ganaderos y pescadores blancos. En mi libro Alianzas improbables: naciones nativas y comunidades blancas se unen para defender tierras rurales, relato lo que aprendí en decenas de entrevistas con nativos americanos y sus aliados no nativos, que describieron cómo las tribus están fusionando el poder de su soberanía con las quejas populistas de los enemigos históricos de las tribus. Al juntarse para defender el lugar que todos ellos llaman hogar, están protegiendo sus tierras y aguas para todos.
Alianzas improbables
Desde que los nativos americanos empezaron a reafirmar sus derechos reconocidos por los tratados a la pesca, el agua y otros recursos naturales, empezando en la década de los 60 en el Pacífico Noroeste, una reacción populista de extrema derecha de algunos blancos rurales ha provocado conflictos raciales por esos recursos.Pero a finales de la década de los 70, algunas naciones nativas de todo el país se unieron con sus vecinos blancos rurales —incluida gente que había sido su adversaria en conflictos por los tratados— para detener las amenazas a las tierras y aguas rurales, como proyectos mineros, de oleoductos, presas, residuos nucleares y militares.
En Dakota del Sur y Nebraska, por ejemplo, un grupo llamado la Alianza India Vaquera ha reunido, desde 2013, a los lakota y otras tribus con ganaderos y granjeros blancos para detener el oleoducto Keystone XL
Las alianzas unieron tribus y estadounidenses, en su mayoría blancos, rurales, para enfrentarse a enemigos comunes. Ayudaron a los blancos de estas zonas a aprender más sobre tradiciones culturales indígenas, poderes legales y valores ecológicos. Los miembros de las tribus también aprendieron que sus vecinos valoraban el medio ambiente local y querían protegerlo de empresas foráneas.
En Dakota del Sur y Nebraska, por ejemplo, un grupo llamado la Alianza India Vaquera ha reunido, desde 2013, a los lakota y otras tribus con ganaderos y granjeros blancos para detener el oleoducto Keystone XL. La alianza surgió de coaliciones más antiguas que pararon proyectos de uranio y carbón y un campo de tiro en las Colinas Negras de Dakota del Sur.
Granjeros y ganaderos de estos dos Estados profundamente republicanos se opusieron al uso de la expropiación para hacerse con su propiedad privada para el oleoducto. Esa tierra había pertenecido originalmente a las tribus
Ya que trabajaban juntos contra el oleoducto, las tribus persuadieron a algunos vecinos blancos de que protegieran sitios funerarios sagrados en su propiedad.
“Venimos de dos culturas que chocaron por la tierra”, observó Fe Águila Moteada, portavoz de la Alianza. “Ésta es una cura para las generaciones”.
Proyectos de combustibles fósiles y mineros
En Washinton y Oregón, las naciones nativas están usando sus derechos reconocidos por los tratados para detener los planes de construir terminales de exportación de carbón y petróleo. Los mismos grupos de pescadores, en general blancos, de esa región que solían protestar agresivamente contra los derechos reconocidos por los tratados ahora apoyan a las tribus en la protección de la pesca frente al transporte de petróleo y carbón, y en la restauración del hábitat de los peces dañado por el desarrollo.La nación lumni, cerca de Bellingham (Washington), lideró la lucha que evitó una terminal de carbón en terreno funerario sagrado. La nación quinault en la costa del Pacífico lideró una alianza que ayudó a terminar con los planes de construir infraestructura de exportación de petróleo que habría amenazado el salmón y el marisco.
Los vecinos de clase obrera mayoritariamente blancos de ciudades anteriormente madereras en la zona, quienes se han opuesto vigorosamente a las regulaciones de la industria de la madera, han trabajado más fácilmente con tribus locales que con grupos ecologistas urbanos para proteger su economía local de los combustibles fósiles.
“Las relaciones que tenemos con nuestros vecinos surgieron de una relación de mucha división, lucha y conflicto”, me dijo la presidenta quinault Fawn Sharp. A través de eso, añadió, “han llegado a conocer quiénes somos”.
En Wisconsin y Michigan, las tribus ojibwe y menominee están luchando para impedir nuevos proyectos mineros, acompañados por sus vecinos blancos rurales, porque esos proyectos amenazan arroyos de pesca, lechos de arroz salvaje y lugares funerarios.
Tan recientemente como a principios de los 90, muchos pescadores blancos del norte de Wisconsin estaban protestando violentamente contra los derechos de los ojibwe, reconocidos por los tratados, de pescar con lanza, acosando y atacando físicamente a nativos americanos después de que grupos anti-tratados les llevaran a pensar que la pesca tribal amenazaba la economía turística local. Pero las tribus presentaron sus tratados como un obstáculo legal a las minas que ambos grupos veían como amenaza a la pesca.
Los populistas rurales han empezado a ver a las tribus como guardianes de sus economías locales frente a las grandes empresas más efectivos que sus gobiernos estatales, locales o federal
La Red del Tratado del Medio Oeste convenció a muchos pescadores para que cooperaran con las tribus y los grupos ecologistas en obstaculizar los planes de construcción de una mina de cobre y zinc cerca de Crandon (Wisconsin). Ganaron una prolongada lucha en 2003. Los pescadores se habían dado cuenta de que si seguían discutiendo con las tribus por los derechos de pesca, podía no quedar ningún pez.
Más recientemente, la tribu del río Bad en la orilla de Wisconsin del Lago Superior encabezó una alianza que detuvo la mina de hierro de Penokees en 2015, río arriba de los lechos de arroz salvaje culturalmente valiosos para la tribu.
Y la nación menominee y sus aliados están intentando bloquear la mina de zinc y oro Back Forty en la península superior de Michigan.
Unidad a través de la diversidad
Una ventaja que las naciones tribales soberanas tienen en estas batallas es que pueden llevar a las agencias federales y tribunales a la contienda de una forma que los gobiernos locales y estatales no pueden.Las tribus están en la lucha hasta el final, porque la supervivencia de sus culturas está en juego. No pueden simplemente escapar de los riesgos ecológicos, porque sólo tienen derechos sobre los recursos dentro del territorio de su tratado, y sus identidades y culturas están arraigadas en un lugar concreto.
Algunas zonas con los conflictos por los tratados más intensos, donde las tribus afirmaron con energía sus derechos, desarrollaron las más tempranas y exitosas alianzas tribales con granjeros, ganaderos y pescadores blancos.
En estas áreas, los populistas rurales han empezado a ver a las tribus como guardianes de sus economías locales frente a las grandes empresas más efectivos que sus gobiernos estatales, locales o federal. El guía de pesca de Wisconsin Wally Cooper había hablado en manifestaciones contra los derechos de los tratados de los ojibwe. Me dijo que cambió de idea “porque los nativos americanos pueden parar” la mina Crandon que amenazaba los ríos que él amaba.
La soberanía nativa puede proteger la tierra y el agua para toda la gente rural, y ayudar a construir un movimiento anticorporativo que cruce las líneas corporativas
El éxito de estas alianzas improbables desafía los estereotipos políticos. Algunos progresistas tienden a desestimar a los blancos rurales como recalcitrantes y reacios a tratar a las personas que son diferentes como iguales. Muchos conservadores —junto a algunos progresistas— suponen que destacar las diferencias culturales mediante la política de la identidad entorpece el camino de unificar a la gente que aparte de eso comparte objetivos económicos o medioambientales.
Pero celebrar las diferencias puede ser compatible con la unidad. La soberanía nativa puede proteger la tierra y el agua para toda la gente rural, y ayudar a construir un movimiento anticorporativo que cruce las líneas corporativas. Si hasta los vaqueros y los indios pueden encontrar un terreno común, quizá hay esperanza para lo que yo llamo populismo multicultural.