Asistimos a una situación económica caracterizada por la escalada de precios y la devaluación salarial. La inflación ha crecido hasta el 9,8% en el primer trimestre de este año 2022 mientras que los salarios crecen tímidamente muy por debajo de esa inflación. Cada día, los trabajadores somos algo más pobres y no mantenemos siquiera el poder adquisitivo de fechas anteriores.
Esta situación no es nueva y viene produciéndose durante la última década. Sin embargo, tras el Covid-19, ahora es la guerra en Ucrania el factor con el que se pretende explicar esta grave situación. Lo cierto y verdad es que un eslogan de finales de los 70: “Contra la carestía de la vida” vuelve a recobrar su máxima vigencia. En aquel contexto, la inflación alcanzó hasta el 26%. ¿Llegaremos ahora a un escenario similar? Que vamos camino de ello nadie lo puede dudar. Combustibles, electricidad, pan o productos frescos experimentan fuertes ascensos cada vez que nos asomamos a consultar y pagar el precio de los mismos.
La solución del capitalismo ya tiene un nombre: el Pacto de Rentas.
El Programa electoral del PSOE en 2016 proponía –bajo esta misma denominación- un paquete de medidas marcado por las subidas salariales, la derogación de la reforma laboral, el uso de tecnologías avanzadas, el incremento de la productividad, el Estatuto del becario o terminar con los falsos autónomos. Como todo programa electoral contenía una serie de formulaciones imprecisas, genéricas y vagas con las que difícilmente nadie puede estar en desacuerdo. Y también como todo programa, ha sido incumplido sistemáticamente por quienes ha tenido oportunidad de hacerlo. Nunca pierden comba.
Ahora, desde Moncloa ya hablan de “contención en las subidas salariales” y la CEOE no pierde la oportunidad de arremeter nuevamente exigiendo medidas fiscales a la vez que ofrecen el 6% de subida salarial de aquí a 2024. Por su parte, las centrales sindicales no abandonan su papel de meros comparsas que se conforman con que les dejen aparecer en la respectiva foto que enmarque el acuerdo que sea. Porque una posible contestación sindical más allá de lo retórico ni se contempla.
El Pacto de Rentas va a ser la actualización de la denominación bajo la que las políticas neoliberales van a seguir desplegándose con todo su esplendor. La banca, aseguradoras, farmacéuticas y eléctricas nunca han obtenido tantos beneficios como ahora. Y suman y siguen. Las medidas del Gobierno no dejan de ser una tímida matización coyuntural y limitada que no revierte ninguna tendencia y antes al contrario, profundiza en las mismas.
No se cuestionan los elementos centrales que provocan la situación tales como el modelo energético, el cambio climático o la integración en la UE. Tampoco se acometen en serio la prometida derogación de la reforma laboral en cuanto afecta a la destrucción de empleo o la prohibición de despedir, convertidas ya en meros eslóganes mediáticos sin contenido ni incidencia en el panorama laboral.
Tras esta crisis, el reparto de la riqueza será aún más desigual. Y aunque se autodenominen gobierno de progreso, no podrán negar que lo único que han conseguido aumentar es el gasto militar. Para esto no hay trabas: ni legales ni económicas ni éticas. Para hacérselo mirar.
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