Poesía
Poemas en prosa

1. - Obligado a ser larva, como grano en su vaina, paso los días. Tengo una raya en mi frente semejante a la estrella fugaz que cruza mis retinas en pos de otro mundo, otro ser. Pesado cuerpo, lengua aún más pesada, retengo un nuevo nacer creando aladas murallas que yo no sé. Y así enfrentamos ese saber que da pavor, y que está enfrente como armadura solar. Sólo la claridad que no sé de dónde viene, en ocasiones, reclama su diezmo en este hontanar perdido, en este castillo fantasmal y sin esperanza. Pero no siempre, y la señal avisa que aquí vive alguien aún rumoroso.

2.- Siempre maduramos, y esa estrella que me guiña es mi tierra. Y, aunque estemos en la noche, somos más, sol, nebulosa, y canto que nos empuja más allá. Y cuando despertemos, de nuevo con otro cuerpo, un púrpura rodeará este cuerpo de polvo y armonía. Qué futuro, qué futuro, en el que todo tendrá movimiento. Ya no estaremos aquí, seremos como estela viajera. Dorada y plata en esta frente que recorre esos mundos, esa vida que nos sonríe. Somos de tizne negro, recorriendo oscuros volcanes y aguas cristalinas, ajetreados, quién sabe a dónde viviendo en oscuros designios, almas desencarnadas que oyen nuevas armonías, lejos de la moneda y el límite. Nueva música. Recordad el ángel.

3.- Nunca he encontrado antes una música fiel que acompañe este cuerpo, que sea nueva en el despuntar de esta habitación. Pero el humo va labrando este nuevo cuerpo, hacedor de nuevas miradas. Y yo sigo recogiendo los oráculos de esta nueva vida, cincelando el pensamiento, dejando que se cree el nuevo instante. Ya el viejo cansancio voy dejando atrás, la carne desecha, los armarios rumorosos lanzan miradas de vano escepticismo. La nueva tarea te demanda pero tú distraídamente te apresuras a beber de la vieja fuente. Intentas crear la trama, el hilo conductor de esta costura fiel que es el canto.