Crisis climática
Ponte en pie por el clima
Para este 8 de septiembre se prepara una manifestación contra el cambio climático a escala mundial. Se denuncia el origen humano de las emisiones de gases de efecto invernadero, que se han disparado en los últimos 150 años, y la necesidad de virar en nuestro modelo de consumo y de vida, en pos de una sostenibilidad incompatible con la nuclear y los combustibles fósiles. Este 8 de septiembre nos ponemos en pie por el clima.

El incremento en la duración de las olas de calor, los fenómenos meteorológicos extremos como las lluvias torrenciales cada vez más frecuentes o la continua pérdida de superficies nevadas son una muestra clara de las consecuencias que nuestro modelo de producción y consumo ha generado durante el último siglo y medio.
El cambio climático es, sin duda, el mayor reto que la humanidad deberá afrontar en las próximas décadas. El continuo consumo de energías no renovables como el carbon, el petróleo, el uranio o el gas está generando un incremento de la temperatura global a una velocidad sin precedentes. Hablamos de un problema cuyas raíces van más allá de la economía y afectan a otros parámetros sociales. Entre ellos, no podemos obviar cómo la concentración de la riqueza en manos de pocas organizaciones transnacionales, o la centralidad económica del continuo incremento en el consumo de recursos, son el origen tanto de las emisiones de gases de efecto invernadero como de enormes desigualdades sociales.
El sector eléctrico es una muestra clara de esta problemática, siendo el responsable de aproximadamente un cuarto de las emisiones españolas, lo que le sitúa como el 2º sector emisor, muy cerca del 1º que es el transporte. Sin duda alguna son el carbón, el petróleo y el gas las energías más emisoras de gases de efecto invernadero, y todas ellas comparten una importante característica con las centrales nucleares. Efectivamente, las mismas empresas gestionan las centrales nucleares y el resto de centrales eléctricas, por lo que resulta cuanto menos curioso que estas mismas compañías se publiciten como verdes o defiendan la nuclear como solución al cambio climático cuando su modelo de negocio es parte del problema.
Curiosamente, estas mismas empresas son las que aparecen como las culpables de un sistema de tarificación injusto que genera pobreza, o detrás de las normativas más contrarias a las redes de autoconsumo renovable. Conocidos ejemplos sobre cómo las grandes eléctricas impulsaron medidas como el tasazo solar en complicidad con los gobiernos muestran cómo actúan estos intereses cuando respuestas más descentralizadas y sostenibles surgen con fuerza.
Lograr frenar el cambio climático va en el sentido de impulsar un mundo energético más racional, más flexible y descentralizado, que deje atrás esa mentalidad del siglo XIX que se basa en concentrar la producción en manos de unos pocos. Es decir, quien se esfuerce en pretender mantener grandes centrales energéticas, seguir explorando nuevos yacimientos fósiles o seguir desarrollando peligrosas técnicas como el fracking o la geoingeniería se equivoca. Un error que no debe ser permitido por la sociedad, ya que compromete su futuro y pone en riesgo su propia supervivencia.
Por ello, el próximo 8 de septiembre nos ponemos en pie por el clima. Lo que significa también ponerse en pie contra un sistema injusto que condena a una gran parte de la población mundial a una vida en condiciones de indignidad. Ponerse en pie con la voluntad de desterrar el patrón social que ha convertido nuestra vida en un continuo consumo para la satisfacción del ego. No necesitamos bienes para ser consumidos, retirados y quemados a un ritmo creciente; lo que necesitamos son espacios para desarrollar la vida. Espacios que abarcan desde las calles de nuestras ciudades invadidas de coches a la catastrófica despoblación y envejecimiento que está sufriendo nuestro medio rural, y en especial labores tradicionales como la trashumancia.
Desde hace décadas se han promocionado desde numerosas instituciones pequeños cambios de comportamiento individuales. Unas medidas que siempre han encontrado una respuesta clara de muchas organizaciones ecologistas, que señalaban que aún siendo necesarias obviaban que el reto necesitaba medidas más sistémicas como el cierre de zonas al tráfico o el freno de la especulación inmobiliaria. Sin embargo, las actuales concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera son una prueba incontestable de que no hemos estado a la altura. En estos momentos las soluciones están presentes y queda la tarea de iniciar por las buenas el fin de la revolución industrial. Nada más revolucionario que cerrar la energía nuclear y los fósiles.
El próximo 8 de septiembre estaremos en la calle porque, como dice el manifiesto que suscribimos, “Debemos salir a la calle para exigir que los acuerdos alcanzados reflejen la urgencia de la situación en la que estamos y para mostrar el poder de la gente frente al de las grandes multinacionales del lobby fósil. Estamos en una encrucijada. Si actuamos juntas podemos poner fin a la era de los combustibles fósiles y salvar el clima del que todas dependemos”.
Te esperamos el sábado 8 de septiembre en pie por el clima. Sábado 8 de septiembre 19:00h. Plaza del Museo Reina Sofía.
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