En tienda o en línea, ¿cuál de las formas de compra es más respetuosa con el medio ambiente?

Drones, robots, crowd-shipping y otros ofrecen nuevas opciones para resolver, en la tarea de llevar nuestras compras a casa, el complicado problema de la “última milla”.

es autor y periodista medioambiental británico. Traducción: Ricardo Molina Pérez
15 jul 2019 06:27

¿Las compras electrónicas son nefastas para el medio ambiente? Algunos dicen que, con todos esos camiones que se dirigen a las zonas residenciales para entregar tu último aparato, prenda de vestir o libro, sí lo son. Pero los comerciantes de internet insisten en que la suya es la ruta más verde —es mucho mejor que tener que conducir hasta la tienda.

Entonces, ¿quién tiene razón? Y, ¿existen métodos incluso mejores? Es una cuestión determinante para el clima. Las ventas online representan una de cada siete compras minoristas en el mundo. En 2019, el valor de estas será de unos asombrosos 3,5 billones de dólares estadounidenses, una cifra que crece en más de una quinta parte cada año.

Varía enormemente la parte del total de la huella de carbono atribuible a la entrega de lo que compras. Pero, venga de donde venga tu última adquisición —sea de una fábrica en China o de tu región—, el transporte desde la tienda o el almacén a tu casa probablemente domina la huella de la entrega, asegura Alan MacKinnon, profesor de Logística de la Universidad de Logística de Kühne, en Hamburgo (Alemania), y autor de un nuevo libro, Decarbonizing Logistics.

Nuestra creciente devoción por la velocidad en la entrega, igual de perniciosa, casi triplica la huella de los envíos en línea

Lo que la gente de logística llama “última milla” suele ser la fase que más energía requiere, han señalado McKinnon y su colega Julia Edwards, “y genera típicamente más emisiones de CO2 que todas las actividades logísticas previas”.

Es también donde la diferencia entre las compras en línea o en tienda es mayor, y McKinnon afirma que la mayoría de veces la entrega resulta mejor. Una típica ronda de entregas a domicilio, en Gran Bretaña, consiste en 120 paradas dentro de un radio de 80 kilómetros. Esa ronda produce unos 20 kilos de CO2, o poco más de 170 gramos por entrega individual. Si hubieras ido a la tienda, el viaje típico de ida y vuelta sería de alrededor de 21 kilómetros, el cual generaría 24 veces más CO2. Así que tendrías que comprar 24 artículos para quedarte igual, asegura.

Teoría versus mundo real

Esa es la teoría. En el mundo real, la diferencia es mucho menor, afirma Dimitri Weideli, especialista en tecnologías de producción, quien hizo un análisis medioambiental de la compra online cuando fue investigador asociado en el MIT, en 2013. Por ejemplo, entre el 12% y el 60% de las entregas a domicilio han sido notificadas como fallidas la primera vez. O bien el furgón tiene que hacer un segundo, incluso un tercer viaje, o bien los clientes acaban conduciendo hasta un almacén fuera de la ciudad para recoger el producto. También, típicamente, una quinta parte de los productos son devueltos, por cualquier motivo. Cada movimiento en falso aumenta la huella de carbono.

Nuestra creciente devoción por la velocidad en la entrega, igual de perniciosa, casi triplica la huella de los envíos en línea, dice Weideli. Es así porque tu proveedor ya no dispone de la flexibilidad de reunir múltiples pedidos en una única entrega, y porque saca por cada entrega furgones menos llenos y a viajar más lejos de lo que lo harían si aceptaras esperar un poco más de tiempo para que llegue tu adquisición.

El crowd-shipping es el recién llegado: los paquetes hacen autoestop

Weideli afirma que esos cibercompradores “impacientes” tienen la peor huella de carbono de todos. Pero incluso teniéndoles en cuenta, ya sea para comprar ordenadores portátiles, muñecas Barbie o camisetas, en general “la compra en línea es la opción más respetuosa con el medioambiente”, escribe en un análisis que realizó como investigador asociado para el Centro del Transporte y la Logística del MIT, en 2013.

Por supuesto, asumimos que la comparación se hace respecto a compradores convencionales que hacen salidas especiales a la tienda para compras únicas. Muchos no hacemos eso. Caminamos, pedaleamos o cogemos un autobús. O adquirimos muchos artículos en una única salida de compras. 

En un viaje de autobús, compartes las emisiones. En un autobús típicamente a medio llenar, tu parte puede ser todavía mayor que la de las emisiones por las entregas a domicilio —siete veces más si solo compras un artículo, dice Patricia van Loon, a partir de su investigación para la Universidad Heriot-Watt de Edimburgo (Escocia)—. Pero puesto que el autobús habría estado de todas maneras en su ruta, no has añadido nada a las emisiones reales.

Vehículos eléctricos, drones y robots

Si podemos mejorar las compras, ¿pueden los comerciantes online mejorar las entregas también? La última milla sigue siendo todavía una fuente de gran (y costosa) ineficacia para ellos, aseguran los analistas de logística. Es de donde se pueden ahorrar dólares y carbono.

Así que lo intentan. Amazon quiere que la mitad de sus envíos sean 'carbono cero neto' para 2030. ¿Pero cómo?
Los vehículos eléctricos son una posibilidad. Sin emisiones de escape, reducen la contribución del transporte a la polución urbana. Pero su huella de carbono depende de cómo se genera la electricidad. Ahora mismo, un vehículo eléctrico es mucho más verde en Vermont que en la West Virginia que quema carbón.

Y, ¿qué hay de los drones? Estos entregarían por lo general un paquete a la vez. Pero revoloteando de un lado a otro desde el almacén, los drones podrían reducir en ocasiones las emisiones de carbono respecto de los camiones de reparto, según Anne Goodchild, de la Universidad de Washington. Probablemente funcionen mejor con entregas ligeras y urgentes, tales como medicinas, comida o correo, y en áreas confinadas de alta demanda como los campus universitarios.

¿El balance final? Las compras en línea pueden ser más verdes que conducir hasta la tienda

Pero permanecer en el aire por mucho tiempo con una carga pesada requiere mucha energía. Podrían combinarse con camiones que conduzcan a los nódulos locales y luego, para la última milla, pasen la entrega a los drones.

¿O quizá robots terrestres? Este año, FedEx y Amazon han anunciado planes para implantar unas cestas inteligentes y autónomas a lo largo de nuestras aceras, sobre ruedas, que esquivan a los peatones y cruzan por los semáforos. Lowe’s tiene ya planes para desarrollar el sistema con FedEx, y esta dice que se encuentra en conversaciones con Pizza Hut y Walmart para que estas también realicen sus entregas.

Opciones de baja tecnología

Algunos dicen que la baja tecnología es sin embargo el mejor camino para reducir la emisión de carbono. Muchas ciudades europeas cuentan con compañías como Deliveroo, que emplea mensajeros en bicicleta para entregar, rápidamente y sin emisiones, comida de los restaurantes locales. El sistema podría extenderse a otros bienes. Ford desarrolló recientemente un software que podía convocar a mensajeros en bicicleta para realizar la última milla de los paquetes, desde el camión a la puerta principal, en un barrio de las afueras de Londres.

Los casilleros en los centros comerciales también evitan el problema de la última milla para los compradores en línea. Los clientes reciben un código y recogen su propio paquete. Pero si conduces hasta allí, el carbono ganado se pierde.

El crowd-shipping es el recién llegado: los paquetes hacen autoestop. Start-ups como Roadie prometen “conectar a la gente que tiene cosas con el conductor que ya se dirige hacia allí”. Los conductores pujan para la entrega. En este momento, en algunos lugares, la mitad de todos los viajes de crowd-shipping se realizan especialmente para la entrega, mientras que otro tercio toma desvíos largos. Así que desaparece el potencial de ahorro de carbono. Pero cuanta más gente se una, más eficiente podría ser.

Balance final

¿El balance final? Las compras en línea pueden ser más verdes que conducir hasta la tienda. Las alternativas novedosas de última milla a los camiones de reparto convencionales vienen a hacerlas más respetuosas con el medioambiente.

Pero el diablo está en los detalles. Si reunimos nuestros pedidos y evitamos la opción de entrega rápida, aumentamos el cociente de respeto al medioambiente. —¿Te imaginas que nos ofrecieran un botón de 'envío verde' al seleccionar las opciones de expedición?—. Otras sugerencias para reducir el impacto medioambiental de las entregas: estar presente cuando llama el mensajero. No comprar por capricho para elegir después la opción de 'devolución gratuita'.

Ah, y no cargarse de cosas. Algunos afirman que el verdadero peligro de las compras online es que nos animan a adquirir artículos que de otra forma no compraríamos. La compra que no se produce tiene la menor huella de carbono por entrega de todas.

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