La revolución de la ‘carne limpia’

La carne de laboratorio, producida a partir de células extraídas a animales vivos, abre un nuevo horizonte en materia alimentaria, medioambiental y de bienestar animal.

Carne limpia

Lo que parecía ciencia ficción ha dejado de serlo. Hace solo cinco años, en 2013, el científico de la Universidad de Maastricht (Holanda) Mark Post presentó al mundo una revolucionaria hamburguesa para cuya producción no hizo falta criar y matar a ningún animal. Tras extraer de forma indolora una serie de células de los músculos de una vaca, Post y su equipo cultivaron en el laboratorio 20.000 hebras de carne que, unidas y compactadas, dieron lugar a aquel singular filete. El invento fue bautizado por los medios de comunicación como “carne limpia”, “de laboratorio”, “falsa” o “in vitro”.

Más allá del nombre, y pese a que su elaboración parecía enormemente laboriosa (y, por tanto, cara), muchos vieron en aquella hamburguesa un filón y un atractivo campo de negocio. Empresas como Mosa Meats o Memphis Meats (que cuenta con inversores como los magnates Bill Gates o Richard Branson) apostaron con decisión por la innovadora tecnología, y su precio de producción comenzó a descender de manera brusca: en pocos años, lo que a Post le costó 250.000 euros descendió hasta poco más de 10. Hoy, incluso empresas españolas como la vasca Biotech Foods trabajan para poner la carne limpia en el mercado, algo que, aseguran, harán en 2021 bajo la marca Ethica Meat. Mientras tanto, en países como EE UU se ha dado un paso importante: el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) y la Food and Drug Administration (FDA) anunciaban esta misma semana que regularán conjuntamente la comercialización de la carne limpia en el país.

Florent Marcellesi: “La industria low cost de la carne es un peligro. Entre otras cosas para el clima, para la salud de las personas, para el mundo rural y para los animales”

Pero, ¿a qué sabe la carne limpia? Los que la han probado aseguran que es difícil encontrar diferencias. Y la mayoría de los que aún no lo han hecho parecen no tener inconveniente en darle una oportunidad. Según un estudio realizado por la ONG estadounidense Faunalytics y el Good Food Institute sobre una muestra de 1.200 participantes, el 66,4% de ellos dijo estar dispuesto a probarla, e incluso casi la mitad (45,9%) a sustituir la carne convencional por la producida en laboratorio. “La carne limpia está en el horizonte”, concluyó Jo Anderson, director de investigación de Faunalytics, al presentar los datos del estudio.

VENTAJAS… Y DUDAS

Ante la inminente llegada de la carne limpia a los platos, son muchos los que la señalan como una de las grandes revoluciones en materia alimentaria a nivel global. Pero también como una solución sin precedentes a muchos de los problemas medioambientales que provoca la industria cárnica, una de las más contaminantes del planeta. Según sus promotores, la carne limpia requiere un 99% menos de tierra, un 90% menos de agua y emite un 90% menos de gases de efecto invernadero. Y, al mismo tiempo, elimina de un plumazo buena parte de los dilemas éticos que suscita la explotación animal para un número cada vez mayor de ciudadanos.

“La industria low cost de la carne es un peligro. Entre otras cosas para el clima, para la salud de las personas, para el mundo rural y para los animales”, señala Florent Marcellesi, diputado de Equo en el Parlamento Europeo. “Por eso es urgente encontrar soluciones alternativas a la ganadería industrial y al sobreconsumo de carne. Pero ¿será la carne de laboratorio el grial de un mundo sostenible y sin sufrimiento animal?”, se pregunta.

Daniela Romero Waldhorn: “A diferencia de la convencional, la carne limpia está libre de enfermedades y de antibióticos”

“Si bien la carne de laboratorio evita el vergonzoso sufrimiento animal actual, tenemos que hacer un análisis más completo de esta nueva tecnología”, apunta Marcellesi. “En primer lugar, el impacto ecológico de la carne de laboratorio no queda en absoluto claro: al ser un producto altamente procesado, podría requerir, según algunos estudios, tanto consumo energético o más que el necesario para la elaboración de productos cárnicos derivados de animales”. Por otra parte, el eurodiputado advierte: “Gran parte de las inversiones destinadas a la carne de laboratorio están controladas por grandes fondos de inversiones y corporaciones del agrobusiness. Existen evidencias de que este negocio estaría íntimamente relacionado con el uso de transgénicos y de patentes, en contra de la sostenibilidad y de la soberanía alimentaria”.

En opinión de Marcellesi, “necesitamos realizar un análisis crítico, global y en profundidad que, además del sufrimiento animal, tenga en cuenta los aspectos ecológicos, quién controla este nueva tecnología y sus impactos sobre el mundo rural y los países terceros. Hace 30 años cometimos un gran error con los agrocombustibles que, tras ser presentados como la solución tecnológica verde para sustituir el petróleo, se han convertido en la peor pesadilla para la alimentación, los bosques, los pueblos autóctonos y los animales, sin ni siquiera reducir el consumo de oro negro. Aprendamos del pasado”, apunta. “Mientras tanto, la prioridad sigue siendo reducir política y culturalmente la producción y consumo de carne, y realizar una gran transición ecológica y justa hacia la agroecología y una alimentación principalmente basada en las proteínas vegetales. Salud, sostenibilidad, soberanía alimentaria y respeto de los animales son caras de una misma moneda”, concluye.

EL CAMBIO DE PARADIGMA

Frente a las dudas que suscita la carne limpia, Daniela Romero Waldhorn, de la ONG estadounidense Rethinking Priorities, advierte sobre lo insostenible de la situación actual. “El crecimiento de la población humana, la mejora de las condiciones de vida y el aumento de la esperanza de vida están impulsando la demanda de proteínas a niveles que simplemente no podrán satisfacerse”, explica. Los datos de la FAO apuntan a esa misma dirección: según sus proyecciones, la demanda mundial de carne se incrementará en dos tercios de aquí a 40 años.

“A pesar de la optimización de la ganadería, esta actividad sigue teniendo un impacto negativo en el medio ambiente y conlleva unas condiciones terribles para los animales en manos de esta industria”, añade Romero Waldhorn. “Cada vez se hace más necesario un cambio de paradigma, y la carne limpia ofrece una respuesta interesante ante estos desafíos”.

Romero Wladhorn pone en valor las ventajas de una hipotética generalización de la carne limpia. “A diferencia de la convencional, está libre de enfermedades y de antibióticos. Y no conlleva la matanza de ningún animal para su producción. Mientras la ganadería acapara más del 35% de los granos producidos en el mundo, la carne limpia —al no implicar animales más que la original célula madre— no conlleva tal desperdicio de alimentos. Por ello, es también mucho más sostenible desde un punto de vista medioambiental: la ganadería ya es una industria sumamente ineficiente. La carne limpia, junto con las innovaciones en proteínas vegetales, la convertirán también en una actividad obsoleta”, vaticina.

Eze Paez: “La carne de laboratorio puede ser uno de los grandes factores que contribuyan al fin de la explotación animal en la industria alimentaria”

Más allá de su impacto socioeconómico o medioambiental, Eze Paez, filósofo y activista por los derechos de los animales, reflexiona sobre las consecuencias de una hipotética generalización de la carne in vitro en el aspecto puramente ético. Y es que, desde la óptica antiespecista, cualquier cambio en este sentido es clave: según la FAO, cada segundo mueren en el mundo aproximadamente 2.000 animales para servir de alimento a toda la especie humana, sin contar los peces. “La carne limpia puede ser una muy buena noticia para los animales bajo explotación”, reflexiona. “En la medida en que su producción esté libre de daño a esos animales, supone una alternativa ética al consumo de carne tradicional”.

Para Paez, el impacto de la carne limpia dependerá, fundamentalmente, de dos factores. “En primer lugar, cuán similar llegue a ser en cuanto a sabor y textura al producto original. En segundo lugar, lo eficiente de su producción, lo que condicionará el precio de venta al público”. El filósofo señala que un escenario ideal "sería aquél en que se convierta en un producto indistinguible de la carne obtenida mediante explotación, pero más barato”. Así, en su opinión, “la carne de laboratorio, junto con otros productos sofisticados de origen vegetal o de origen animal in vitro, puede ser uno de los grandes factores que contribuyan al fin de la explotación animal en la industria alimentaria. Si los consumidores sienten que no deben renunciar a nada al aceptar la injusticia de la explotación, será más fácil persuadirles de ello”.

Una cosa está clara: antes o después, la carne limpia llegará a las estanterías de los supermercados. Y ya sea atendiendo a su dimensión ética, socioeconómica o puramente medioambiental, no hay duda de que abrirá la puerta a la que muchos consideran la revolución más importante que ha vivido la industria cárnica desde los inicios de la ganadería.

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