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Cine
Las películas dirigidas por mujeres en el cine español caen al 7% en 2017
Los Premios Goya presentan un panorama insólito con las nominaciones de dos mujeres en las categorías de dirección y guión. Solo el 7% de las películas españolas de 2017 fueron dirigidas por mujeres, según la Asociación de Mujeres Cineastas y Medios Audiovisuales.
Hay que rebobinar ocho años para encontrar una mujer galardonada en la categoría de mejor dirección novel en los premios Goya. Fue Mar Coll por Tres dies amb la família (2010). El recorrido es más largo, 12 años, para dar con la última directora veterana premiada. Lo ganó Isabel Coixet por La vida secreta de las palabras (2006), además del premio al mejor guión original.
En la 32 edición que se celebra este sábado, Coixet puede acabar con la sequía de galardones a mujeres directoras con La librería. También Carla Simón, nominada a la mejor dirección novel, por Estiu 1993. Las cineastas, únicas representantes femeninas en su categoría, además son candidatas al galardón por el mejor guión adaptado y original, respectivamente. Un panorama insólito para las mujeres en los Goya.
La visibilidad y reconocimiento que el certamen les ha otorgado en esta ocasión en puestos de responsabilidad quedan lejos del día a día de la industria. Según el último estudio de la Asociación de Mujeres Cineastas y Medios Audiovisuales (CIMA), en 2016 hubo un 26% de productoras, 17% de guionistas y solo un 16% de las películas fueron dirigidas por mujeres (en total, los hombres representan el 74% de los puestos en este grupo de liderazgo).
Pero en 2017 la situación ha empeorado: las mujeres directoras han pasado a representar el 7%, según Virginia Yagüe, presidenta de CIMA. Además de ser minoría, históricamente, ellas han trabajado con menos dinero para hacer sus películas que los compañeros varones (una media de un millón de euros de diferencia).
“El capital es patriarcal, está en manos masculinas, y hay falta de confianza en proyectos con mujeres al frente. Por eso nuestras películas tienen menos inversión, menos distribución y la recaudación es más pequeña. No es que no interesen”, dijo la actriz, directora y feminista, Leticia Dolera, en una jornada sobre directoras y guionistas el pasado domingo en Medialab-Prado.
Dolera subraya la fuerza de la cultura para construir el relato de quiénes somos como individuos. “Para que la sociedad deje de ser patriarcal hay que cambiar el imaginario, y en esto el cine y la televisión tienen un papel muy importante. La cultura es un espejo de la realidad, pero también tiene la capacidad de transformar, de proyectar otras realidades, de generar referentes”, explicó la actriz.
Es por esto que la lucha para acabar con la desigualdad en los puestos de responsabilidad cinematográfica, que tienen poder de decisión sobre el contenido de las historias, va más allá de una cuestión de justicia social. Penetra en la lucha contra el machismo. “A través del cine se pueden cambiar valores y por eso necesitamos miradas más diversas. Al no incorporar el punto de vista de las mujeres estamos condicionando referentes y modelos de conducta, lo que se traduce en una realidad donde la violencia y los abusos hacia mujeres está muy presente”, coincide Yagüe.
El libro Miradas de Mujer. Cineastas españolas del siglo XXI (Fundamentos, 2017), presentado el 2 de febrero en la SGAE, reflexiona sobre “el falso boom de las mujeres directoras” en España.
“A partir del año 2000 parecía que ya no eran unas cuantas. Las nuevas tecnologías abrieron las posibilidades de hacer cine, pero pronto nos dimos cuenta de que muy pocas conseguían hacer un segundo largometraje”, cuenta el director de esta investigación, Francisco A. Zurian.
El texto señala que esta desigualdad en la industria cinematográfica “obliga a recordar su dimensión empresarial y económica”, donde la escasa presencia de mujeres manifiesta “la genérica masculinidad del poder”.
Esta obra nació de la irritación. De la frustración de que el 77% de las alumnas mujeres de Comunicación Audiovisual no pudiera encontrar bibliografía sobre directoras. No existía. “¿Cómo es posible que en un manual de cine se las ventilen en una página? Como mucho nombran a Pilar Miró y a Isabel Coixet, si no las agrupan a todas las directoras en unos párrafos, como si todo su cine fuera un género en sí mismo y secundario”, cuenta este investigador y director del grupo Género, Estética y Cultura Audiovisual (GECA) de la Universidad Complutense.
Pero no hay información ni en manuales ni en Wikipedia. “Nos hemos tenido que inventar editatonas (maratones de edición de Wikipedia) para crear perfiles de mujeres del mundo del cine. El pasado domingo creamos 30 perfiles nuevos”, dice Dolera.
Este mes, la Asociación de Mujeres Cineastas y otros colectivos negocian con el Instituto de Cinematografía (ICAA) una modificación de la Ley del Cine para que haya más mujeres en puestos de liderazgo. “Las políticas no son suficientes si no son transversales y con una perspectiva de género, porque si no, como comprobamos año tras año, los datos no cambian”, dice la socióloga y autora del informe CIMA 2016, Sara Cuenca.
Este avance hacia una norma más justa es, para Leticia Dolera, el ejemplo de que “juntas conseguimos más”. Señala el caso de Estiu 1993. Una película que nació del programa CIMA Mentoring, una iniciativa para impulsar nuevos proyectos de mujeres y que acabó siendo elegida, aunque sin éxito, por la Academia de Cine para representar a España en los Oscar.
Aunque el experto en Cine y Género, Francisco A. Zurián, considera que las políticas que ayuden al equilibrio han de ser bienvenidas matiza que, por si solas, no garantizan nada. En este punto coincide la directora Chus Gutiérrez. Está harta. “Esto no es un problema de las mujeres, es un problema de todos. Necesitamos cómplices. Todos somos responsables de cambiar esta sociedad completamente machista y vamos muy lento”, zanja.
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Pues no hablemos de las producidas. Claro que bien pensado, ¿cuantas mujeres son dueñas de clubes de futbol? A ver si nos caemos del cerezo.