We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Campo de cuidados
Paisajes y micropaisajes
En el bosque hay pasos que no se ven.
Son pasos que no se pierden.
L.G. Montero.
Me encanta ir de paseo por los caminos que rodean mi pueblo y de repente encontrarme un micropaisaje que me sorprenda. Aparece o emerge porque ha cambiado bruscamente la climatología, porque es un camino que hace tiempo que no recorría, o porque ese día pongo la mirada en lugares diferentes.
Hoy he descubierto un pequeño bosque repentino en un lugar rodeado por parcelas sembradas de cereal, o segadas por las ovejas o vacas que pastan en ellas.
Me he parado a observar, a escuchar. Lo que en un principio me ha parecido un lugar inabordable, denso, compacto, enmarañado… se ha tornado poco a poco un paisaje con espacio y tiempo para que cada rama, tronco, planta, pájaro encontrase su espacio y su tiempo para respirar, moverse, entrar en relación y crecer. Me he acordado de la Sonata del Bosque de Joaquín Araujo.
Esta mañana ha venido a vernos Amalia, ya le han dado el alta del hospital. Mi compañera y yo la esperábamos con mucha ilusión, con mucha alegría, con miedo también. Ella es una fuerza generadora de paisajes vivos en nuestra asociación. Los últimos meses antes de su ingreso, estos paisajes estaban perdiendo color, aire y alegría, aunque no intensidad ni densidad.
Pidió ingresar, no podía sostenerse. Ni con su cuerpo, ni con los cuerpos de los que estábamos a su alrededor. Nos ha sorprendido que ha recibido el alta antes que otras veces. Allí se ha encontrado con personas que, como ella, querían estar allí; otras que no querían pero no podían irse, y han sido atadas a una cama. O que se han fugado a buscar un cigarro a la plaza mayor. Cómo se ha reído recordando el momento en el que ella, sentada en un pasillo, veía como ese chico conseguía, después de un fuerte forcejeo, arrancar la reja de la ventana y fugarse.
Se ha reencontrado con una mujer con la que había compartido silencio y cuidados en otros ingresos. Esta vez le habían dado un “telechoc de esos”, y se había quedado “peor de la memoria”, por eso ha tenido que estar más pendiente de ella. Porque Amelia esta vez estaba menos mal, y ella menos bien.
Estaba muy contenta con el grupo de terapia que esta vez han tenido cada día, puntual, antes de comer. “Qué bien nos venía ese grupo”.
Y sobre todo nos ha hablado de un niño de 12 años, “estaba allí por una depresión muy grande, se la había cogido en el colegio”. Con él ha construido una relación de cuidados tan bonita que todavía se emociona al contárnoslo
Y sobre todo nos ha hablado de un niño de 12 años, “estaba allí por una depresión muy grande, se la había cogido en el colegio”. Con él ha construido una relación de cuidados tan bonita que todavía se emociona al contárnoslo. Amelia tiene muchos nietos, y este niño le recordaba a cuando ellos tenían esa edad. Nos ha contado como entre la otra mujer, la de los silencios y la poca memoria, y ella, se han turnado a la hora de la siesta para ir a dormir y así en esos ratos no dejar ni un minuto al niño solo. Le han cuidado todo el tiempo hasta que le dieron el alta. Él y ellas se emocionaron al despedirse. Se dieron los teléfonos.
El viernes dieron el alta a Amelia, y el domingo le llamó para saber cómo estaba.