Arte
En el taller con Chechu Álava

A principios de 2020 se pudo ver en el Museo Thyssen Bornemisza de Madrid la exposición de la pintora asturiana Chechu Álava Rebeldes. Un resumen de diez años retratando a mujeres disidentes. Visitamos su taller en París.
La artista Chechu Álava
Chechu Álava recibe a El Salto en su taller en París. Teresa Suárez Zapater
26 jun 2020 06:00

En los retratos de Chechu Álava es difícil saber si los personajes acaban de aparecer en la escena o si van a desaparecer con un chasquido. Ese misterio viene acompañado por un universo creativo donde la perspectiva y los tonos pueden parecer naífs, pero sirven para enfatizar la extrema fragilidad de los retratados.

A principios de este año, el Museo Thyssen Bornemisza de Madrid propuso a Chechu Álava exponer su trabajo en sus salas. Rebeldes recogía así diez años de retratos de mujeres disidentes. En total, veinte cuadros: diecinueve mujeres, anónimas o conocidas; y un hombre, Sigmund Freud en su consulta. La exposición, que se abrió al público el 27 de enero y se pudo visitar hasta que lo quiso el covid-19, supuso una buena muestra de uno de los temas principiales de la pintura de Chechu Álava: la continua lucha de las mujeres por encontrar la estabilidad en un mundo hostil.

Formada en la facultad de Bellas Artes de Salamanca, tras pasar por Ámsterdam, Londres y Madrid, la pintora asturiana Chechu Álava (Piedras Blancas, 1973), lleva desde 2001 establecida en París. En la capital francesa, su estudio es una habitación relativamente pequeña en un lugar muy improbable de la periferia: una antigua fábrica de la Téléphonie Française, más parecida a un centro okupa que a los talleres de postal que visitan los turistas. Un espacio todavía asequible que sobrevive de casualidad como taller de artistas en el torbellino gentrificador de París.

“Siempre he adaptado mi forma de pintar a las condiciones que tenía: en Salamanca hacía formatos muy grandes porque tenía un taller, en Londres dibujaba cuadernos en mi habitación y recién llegada a París, no tenía ni un cuarto para mí”, recuerda Álava. Su estilo ha evolucionado, en consecuencia, desde elementos figurativos pop y paisajes e interiores, hasta llegar a los retratos que hace hoy en día.

“Estoy de acuerdo en lo que dice Virginia Woolf de que para encontrar tu voz tienes que tener una habitación propia”

Dentro de su obra, estos últimos años vienen marcados por los retratos que se pudieron ver en la exposición del Thyssen: mujeres borrosas, como vistas a través de un manto de calima. Cuadros que, para Álava, son diferentes prismas de su propio autorretrato: “Es una forma de entenderme a mí misma porque pinto mujeres que me completan y que hacen, que al final, todas seamos una”.

Como para muchos otros, el confinamiento fue para Chechu Álava un trabajo extra, encerrada en su apartamento de 58 metros cuadrados junto con su marido y sus dos hijas. Confiesa que fue duro porque, por su manera de trabajar, necesita pasar tiempo sola, y en casa era difícil ponerse creativa. “Estoy de acuerdo en lo que dice Virginia Woolf de que para encontrar tu voz tienes que tener una habitación propia”, afirma.

La artista Chechu Álava, en su taller
Chechu Álava. Teresa Suárez Zapater

Por eso un día se escapó. Su cabeza le pedía mezclar dos ideas que entonces le rondaban: la soledad de la gente durante el confinamiento y lo que significa la etapa de la pubertad. En un París desierto, Álava recorrió a pie los apenas dos kilómetros que la separan de su taller y se puso a pintar: “Volqué todo en una versión del cuadro Pubertad de Edvard Munch”.

Hadas y princesas en Piedras Blancas

Chechu Álava nació en 1973, en Piedras Blancas, un pueblo dormitorio para los obreros de la zona industrial de Avilés. Como recuerda, “es un sitio muy curioso del que ha salido mucha gente con talento, desde cantantes de ópera hasta presentadores de televisión”. Durante los años 80, sus padres estaban muy involucrados con los colectivos de padres de alumnos y promovían actividades extraescolares como clases de danza, música, pintura o kárate para que la cultura y el ocio llegaran a todo el mundo, no sólo a las élites: “Se hacían con un espíritu colectivo y un precio simbólico, casi gratis, porque todos éramos hijos de obreros”.

Álava empezó a pintar en esos cursos siendo una niña (“más bien jugar con ceras, dar guerra”, según ella), en una casa vieja de Piedras Blancas. Dibujaba hadas y princesas por todas partes, hasta en los hórreos ponía a una princesa. Como se puede leer en el libro Retrato de Familia que el Centro Cultural Valey hizo sobre Chechu y sus hermanos (el pintor Juan Fernández Álava y el periodista y cineasta Luís Argeo), durante una exposición, en 2009, Chechu se rencontró con el profesor de dibujo de su infancia, el pintor Ramón Rodríguez, quien le comentó que tantos años después seguía pintanto “hadas y princesas”. “Quién sabe, igual en otra vida fui una de las Romanov”, bromea Álava.

“Concibo el arte como pasarse un testigo. Nos influenciamos los unos a los otros”

Frida Kahlo, Lee Miller, Marga Gil Roësset, Eva Hesse, Anne Sexton, Sylvia Plath, Simon de Beauvoir, Camille Claudel, esas “hadas y princesas” famosas pero también anónimas dialogaban en la exposición Rebeldes con cuadros de la colección permanente del Thyssen: Frida fumando junto a Quappi en suéter rosa de Max Beckmann, La Virgen de la aldea de Marc Chagall transfigurada en adolescente en vaqueros, una mujer soñadora que mantiene una conversación de miradas con la chica del Atardecer de Munch.

En ese sentido, Chechu Álava define su trabajo como una serie de matrioskas donde cada cuadro incluye múltiples lecturas: espirituales, feministas, metaartísticas. “Para mí, no hay progreso en la historia del arte. O no, al menos, en línea recta, sino más bien como una espiral”, dice. Por eso, durante su formación aprendió copiando los cuadros de los que habían venido antes: “Concibo el arte como pasarse un testigo porque ninguno pintamos de la nada, nos influenciamos los unos a los otros”, afirma.

Capas y muletas

“La pintura al óleo es insuperable”, confiesa Álava. En su pequeño estudio de la periferia de París, la luz se cuela a través de dos grandes ventanales, vestigios de cuando el taller era la oficina de una fábrica. El óleo es para ella pura alquimia, un pigmento que transciende y que aporta mil posibilidades al cuadro: “Los flamencos, cuando empezaron a hacer retratos, emplearon el óleo por los matices que tiene, como poder pintar la piel, el brillo de un ojo o la cáscara de un huevo”.

Álava ha hecho de la veladura del óleo su firma personal. La veladura es un técnica pictórica donde se van superponiendo capas muy finas de pintura que suavizan los colores y aumentan la luminosidad del cuadro. “Me la enseñó un brasileño que era copista en el Louvre y que, cuando le dije que yo era pintora, me miraba un poco así como por encima del hombro”, cuenta. Trabajar con veladuras supone esperar dos o tres días a que se seque una capa para añadir la siguiente: “Al final, mis pinturas acaban teniendo muchísimas capas. Por lo que dentro de la misma obra, hay varios cuadros”, añade.

“No es premeditado que casi haga solo mujeres, me sale natural. Porque necesito tener una empatía con el cuadro para que vibre y sea auténtico”

Álava pinta en silencio, con el caballete mirando a la calle: “Antes era más modernilla, pintaba en el suelo, por las paredes...”, explica. Ahora trabaja de pie, moviéndose alrededor del lienzo según lo que le pida el cuadro: “Cuando pinto, necesito olvidarme de mí, que el cuadro me atraviese”.

Álava se considera una médium entre la pintura y el pincel, y necesita tener la mente en blanco para que la mano pueda fluir: “Supongo que el estado de conciencia que tienes cuando pintas es como el del cirujano que opera de memoria o el futbolista que hace una jugada sin pensarla”. Ella es una médium más bien prosaica, que cuando se le atasca un cuadro tira de lo que ella llama “las muletas del oficio”, la técnica aprendida con los años: “Hay cuadros de inspiración, cuadros de esfuerzo, y de ambas”, zanja.

También le ayuda el pintar un universo que conoce muy de cerca, la intimidad de las mujeres: “No es premeditado que casi haga solo mujeres, me sale natural. Porque necesito tener una empatía con el cuadro para que vibre y sea auténtico”, señala.

En sus retratos, llama la atención el interés que pone en el cuerpo y la mirada de sus protragonistas: mujeres que, con un gesto, transmiten angustia o estrés; pero también confianza y conocimiento de sí mismas. “Mi vida no es de color de rosa, conozco las luces y las sombras, y lo que es estar siempre superando obstáculos. Por eso admiro aún más a las mujeres que pinto. No son heroínas ni musas, son vulnerables como todos”.

En su estudio, Chechu Álava tiene un pequeño retrato que le observa, el de su abuela Marina: “Fue una mujer muy fuerte que superó muchas adversidades. Me acompaña en el taller y me sirve de guía cuando estoy perdida”.

F*cking money, man

Hay toda una experiencia vital condensada en fórmulas cómo “la vida me va llevando” o “se fue haciendo paso a paso”, que Chechu Álava repite a menudo para apuntalar sus frases. Una sensación de que lo que tenga que venir, vendrá, ya que, para ella, “nos fijamos mucho en lo que la vida nos quita, pero yo tengo confianza, siempre nos está dando”.

“Pintar he pintado siempre aunque no me diera un duro. Y lo seguiré haciendo”

La vida quiso que empezara con fortuna en el mundo del arte porque desde los 20 años empezó a ganar concursos y a exponer en salas de arte joven. Una forma, para Álava, de aprender a vivir su carrera de artista. “Pero al principio lo pasaba fatal porque una inauguración era como desnudarse, perdía por completo la soledad del taller. Por eso, siempre me iba un momento al baño a llorar”, recuerda. Poco a poco, tal como vienen las cosas, Chechu Álava empezó a trabajar con la galerista de Gijón Nuria Fernández, de Espacio Líquido: “Ella me vende mucho mejor que yo misma”, bromea.

Sin embargo, Chechu Álava no quiere ni oír hablar del término “profesionalización”, ni de su “trabajo”: “No puedo llamar mi trabajo a algo que me da tanto placer. Trabajar era ir al Mango a vender camisetas y lo odiaba”. En 2003 dijo “hasta aquí”, y lleva desde entonces viviendo de sus obras: “Tenemos muy inoculado lo de trabajar para vivir y hemos creado todo un mundo en torno a eso. Pero si cada uno pudiéramos desarrollar nuestro talento, nos iría mucho mejor como sociedad”, afirma.

Recuerda Álava que al llegar a París conoció al pintor catalán Xavier Escribá y que iba a su taller a pintar “en mi día de descanso, los domingos. Pintar he pintado siempre aunque no me diera un duro. Y lo seguiré haciendo".

Tras el Thyssen, tras el coronavirus, Chechu Álava sigue hojeando freneticamente catálogos de exposiciones, libros de arte, fotografías; leyendo poesía, novelas,... Alimentando, en definitiva, las fuentes de su pintura: “Porque necesito aterrizar. Tener un momento de reflexión, para estar en mi nido y ver cómo surgen nuevas obras”, concluye.

Archivado en: Arte
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

En el margen
Thimbo Samb “Ganar el Goya con ‘Los cayucos de Kayar’ implicaría que el mundo del cine español valora historias diversas”
Cansado de los papeles que le ofrecen como actor negro, Thimbo Samb busca sus propias historias para mostrar de lo que es capaz, la última, un documental sobre su propia vida, que ha sido preseleccionado para los Premios Goya.
En el margen
Adaora Onwuasoanya Martínez “Salirte de la representación de lo hegemónico en el arte es una decisión”
La ilustradora afromurciana reivindica a quienes siempre aparecieron infrarrepresentadas dibujándoles cerca de la naturaleza y explorando utopías en sus obras.
Palestina
Iman Hammouri “En Gaza aún organizamos actividades artísticas para que niñas y jóvenes puedan contar con un espacio seguro”
Activista social y defensora de los derechos culturales, la directora del Popular Art Centre (Ramallah, Palestina), Iman Hammouri, es también cofundadora de la Palestinian Performing Arts Network.
Oriente Próximo
Oriente próximo La diáspora kurda ante la caída de Bashar al-Assad
Siria enfrenta el fin de un régimen que durante décadas pareció inquebrantable. Desde la diáspora, la esperanza contenida de quien ha vivido demasiadas traiciones y promesas incumplidas.
Amazonía
Caso Chevron Pablo Fajardo: “Sacrificaron la Amazonía y la vida de la gente por racismo y por la ganancia económica”
El activista y abogado Pablo Fajardo fue elegido hace casi 20 años por la Unión de Afectados por Texaco para el juicio más importante contra la petrolera Chevron. Dos décadas después sigue luchando por la justicia ambiental y social en Ecuador.
Ley de Seguridad Ciudadana
Congreso de los diputados Reforma de la Ley Mordaza: ¿esta vez sí se puede?
Una de las mayores deudas de toda la izquierda del Estado español parece que está a punto de saldarse.
La vida y ya
La vida y ya Ya no sé quién vive en el primero
El barrio se ha transformado tanto que pueden pasar semanas sin ver por la calle una sola cara conocida porque los vecinos han sido sustituidos por turistas.
Análisis
Análisis El independentismo se reorganiza, pero ¿sigue siendo independentista?
Los partidos independentistas han sufrido la crisis del procés y el posprocés, y todavía no la han resuelto, sino, a lo sumo, la han aplazado. El PSC aparece como el ganador de una carrera con corredores agotados.
Que no te cuenten películas
Comunidad El Salto Suscríbete a El Salto y llévate seis meses de regalo a Filmin
Estas navidades, haz posible que El Salto llegue más lejos con sus contenidos críticos y llévate de regalo medio año de Filmin. Y si ya tienes Filmin, suscríbete a El Salto y regala el acceso a esta plataforma a quien quieras.
Análisis
Análisis Rojava en peligro
Las intenciones de Turquía en Siria ponen en peligro no solo la Administración Democrática Autónoma del Norte y Este de Siria (AADNES) sino también la convivencia del resto de minorías presentes en el país.
Literatura
Gustavo Faverón Patriau “Quizá la novela sea ahora mismo más relevante que nunca”
El escritor peruano Gustavo Faverón Patriau quería narrar en su nueva novela la historia de un boxeador que no sabía boxear pero tumbaba a sus rivales recitándoles al oído versos de César Vallejo. ‘Minimosca’ acabó siendo un cuentacuentos inagotable.
Galicia
Memoria histórica Así fue como el Patronato de Protección a la Mujer transformó Galicia en un convento de clausura
Las mujeres que cayeron en las redes del Patronato iniciaron un periplo de encierro, humillaciones, abusos y explotación que es desconocido para la mayor parte de la población. Queda hoy en la impunidad de un silencio que tenemos el deber de romper.

Últimas

Opinión
Tribuna Todas las razones para decir ‘Altri non’
Aquí van unos cuantos motivos para juntarnos este domingo en Compostela y dejar clara nuestra postura frente a un expolio que nos están tratando de imponer disfrazado de progreso, pero que sólo trae beneficio económico a unos cuantos indeseables.
Relato
Relato Descubrirse las manos
Descubres tus manos: el palmar y el dorso, la posibilidad futura de la pinza atrapacosas, dos miembros que te vinculan al chimpancé y al lémur. Aprendes su mecanismo.
Música
Música Un coro para homenajear las luchas obreras: “La canción protesta del pasado es historia viva”
El coro de canción protesta de Madrid nació para rescatar del pasado las tonadas de la lucha obrera y ponerlas al servicio de distintos activismos en el presente.

Recomendadas

Palestina
Eyad Yousef “No cuentes lo que queremos ser, cuenta lo que nunca hemos dejado de ser: un pueblo que quiere la paz"
Eyad Yousef es profesor en la Universidad de Birzeit, Cisjordania, y comparte su experiencia en una universidad que “representa el pluralismo y la libertad que tanto anhela la sociedad palestina”
Pensamiento
Sarah Jaffe “En realidad tenemos que hacer menos. E impedir que algunas cosas sucedan”
La escritora y periodista Sarah Jaffe aborda el desengaño cotidiano al que nos aboca el mundo laboral e investiga cómo, a pesar de todo, las personas se organizan colectivamente en sus empleos para que “trabajar apeste menos”.
Ocupación israelí
Palestina Vivir en alerta: la resistencia palestina frente la ocupación israelí
La cruda realidad de las feministas palestinas que, ante la represión y las detenciones arbitrarias, continúan su lucha por la libertad, la justicia y los derechos humanos.
Madrid
Ciudades Fake Madrid, un paseo por los hitos del simulacro
Un recorrido por los grandes éxitos de la conversión de Madrid en una ciudad irreal.