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Tribuna
El municipalismo en Madrid: por una candidatura de “los peores”
A día de hoy, el municipalismo queda fuera de los cálculos entre partidos y eso no garantiza nuestro objetivo: poner en el centro de la nueva forma de hacer política la participación y el control por parte de los/las vecinos/as.
En el torbellino de noticias sobre los preparativos para presentar una candidatura a las elecciones municipales en Madrid en 2019, una palabra ha desaparecido discretamente: proceso municipalista.
Abrió fuego la actual alcaldesa, Dña. Manuela Carmena, cuando anunció su voluntad de presentarse hará cosa de dos meses. A esta voluntad acompañaban sus condiciones: solo se rodearía de “los mejores”, como avalan sus méritos en las áreas que han gestionado en esta legislatura —quien esto escribe se sitúa entre “los peores”, por si alguien no se había dado cuenta—; no se harían primarias sino “participadarias” (¿?); elegiría a su equipo e impondría sus criterios. Su fuerza para imponer todas estas condiciones es que, según sus partidarios, es la única posibilidad de ganar.
Igual tienen razón, aunque para saberlo habrá que esperar a las elecciones y, en caso de no revalidar, solo suya será la responsabilidad. Pero no es eso lo que importa ahora, sino cómo en el camino desaparece lo que hizo posible el proceso de 2015: la sustancia municipalista.
Los y las que nos embarcamos en aquel proceso entendimos que el municipalismo era una experiencia inédita pues pretendía que el poder local no fuera el último eslabón de la cadena de mando cuyo origen es el Estado, sino el primer nivel de un poder que arranca de los vecinos y vecinas de nuestros barrios. Se trataba de acercar la toma de decisiones a los y las afectadas abriendo las instituciones a las asociaciones, movimientos sociales y el conjunto de la ciudadanía.
La democracia de base lo tiene muy difícil en una sociedad regida por los principios del liderazgo unipersonal, representado en este caso paradigmáticamente por Manuela Carmena
Tras casi cuatro años en la Institución nos hemos percatado de que este proyecto es más difícil de lo que suponíamos pues, a pesar de la retórica de igualdad y libertad que reina en ellas, topamos con lobbys y grupos organizados que intentan imponer sus intereses y a veces lo consiguen. No es fácil tratar a nivel de igualdad a un grupo de barrio y a un partido poderoso como el Partido Popular que exige un trato diferencial, o a un gran grupo empresarial o a un influyente medio de comunicación. La alianza con los poderosos forma parte de la Realpolitik, lección que todos hemos aprendido en estos años pero que algunas nos negamos a perpetuar, porque si lo hiciéramos, no solo nuestras promesas quedarían incumplidas, sino que daríamos al traste con cualquier proceso de transformación que es, justamente, para lo que vinimos. Siento que algunos compañeros y compañeras rápidamente hayan olvidado que éste era nuestro propósito.
Así pues, nos encontramos ante un dilema: si las conversaciones siguen por el camino que van, la candidatura de Manuela Carmena en 2019 no tendrá nada que ver con la de 2015. Se habrá dejado su sustancia por el camino. Aunque sobre el papel se diga que está por encima de los partidos, de hecho se conformará como una sopa de siglas: Podemos, IU, Equo y “carmenistas”. Ganemos Madrid, la plataforma que sirvió de base a Ahora Madrid, se da ya como difunta. Los y las concejalas que nos seguimos referenciando en ella es como si no existiéramos. Ahora Madrid resulta demasiado plural para el actual proyecto y los concejales que están en él lo hacen por su devoción a la alcaldesa, no por un proyecto colectivo ciudadano.
Nos comprometimos a paralizar la privatización de los servicios públicos sin que hasta la fecha hayamos sido capaces de revertir una situación que es sangrante para las arcas públicas
El discurso de estar más allá de los partidos es falso, pero además es perverso porque sustituye la fuerza desde abajo, de múltiples personas que forman parte de un proyecto colectivo y que discuten en plenarios y asambleas, por la sabiduría de la lideresa que desde su situación privilegiada escoge a los “mejores” para su lista. Ese devenir muestra, tal vez, que la democracia de base lo tiene muy difícil en una sociedad regida por los principios del liderazgo unipersonal, representado en este caso paradigmáticamente por Manuela Carmena. Y es muy difícil que quien se coloca en esta posición no aumente su narcisismo hasta el punto de considerarse el eje de rotación de todo movimiento. El poder atrapa hasta a los mejores, y a estos antes que a todos los demás que, por ser más humildes, son menos engreídos.
Ahora bien, que nadie se equivoque, esto no tiene nada que ver con un proceso municipalista. Este se define por sus prácticas democráticas, abiertas y de composición colectiva. Habrá que empezar a pensar en otro proceso municipalista que, tal vez, consiga el favor de la ciudadanía.
Este otro proceso debería centrarse en articular soluciones alternativas a los grandes problemas de la ciudad, entre otros y especialmente la cuestión de la vivienda que en 2015 considerábamos la prioridad número 1. Débilmente hemos puesto en marcha en algunos distritos programas de emergencia para los casos de desahucio que no somos capaces de parar, pero la cuestión de la vivienda exige una reflexión meditada y una política compleja que hasta ahora el equipo municipal ha sido incapaz de plantear.
Si las conversaciones siguen por el camino que van, la candidatura de Manuela Carmena en 2019 no tendrá nada que ver con la de 2015
Debería incluir también reformas importantes en el área de servicios sociales para dejar de tratar la pobreza como un estigma de las personas que la sufren, incluida la pobreza energética que sigue siendo un grave problema en el invierno que se avecina; para ello se puede contar con la ayuda de las múltiples personas que trabajan en este ámbito y, aunque sabemos de la dificultad de poner en consonancia a colectivos con su programa propio y las restricciones administrativas, es mucho lo que se puede hacer.
También nos comprometimos a paralizar la privatización de los servicios públicos sin que hasta la fecha hayamos sido capaces de revertir una situación que es sangrante para las arcas públicas. Hemos introducido con éxito las cláusulas sociales pero el programa de remunicipalización sigue esperando.
Por último muchas de nosotras seguimos pensando que las operaciones especulativas, como la operación Chamartín, no caben en nuestro proyecto. Las múltiples dilaciones y opacidades del proyecto, contra el que tan valientemente están luchando las asociaciones, prueban la parcialidad del mismo y a qué intereses se debe.
Alguien podría pensar que nuestro enfado se debe a que también nosotras estamos peleando por nuestro sillón. Pero defender que el municipalismo tenga cabida en el Consistorio madrileño es un fin en sí mismo, independientemente de las personas que lo defiendan, ya sean algunos de los que estamos ahora u otros muchos que lo harán igual o mejor que nosotros. Lo que nos importa es que, a día de hoy, el municipalismo queda fuera de los cálculos entre partidos y eso no garantiza nuestro objetivo: poner en el centro de la nueva forma de hacer política la participación y el control por parte de los/las vecinos/as.
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Hacia otro proceso municipalista, alternativo, plural, amplio, republicano, soberanista, madrileño y castellano. Solo así, con una nueva visión en todos los aspectos y que tenga en cuenta todas las sensibilidades, Madrid y toda la gente en Castilla pueden tener una opción distinta de futuro e ilusión. Desde abajo, entre todos. La CUP abrió hace años una vía en su tierra. Atrevámonos a construir algo aquí.
Hombre señora Garcerán! para quienes lean su artículo, y no conozcan su distrito, está muy bien. Yo desde luego lo suscribiría. Ahora, una cosa es predicar y otra dar trigo. Ya solo leer el subtítulo afirmando que la base del municipalismo debiera estar presidida por el control de ese gobierno y la colaboración por parte de los ciudadanos, da como risa. Yo le he escrito a usted varias cartas para tratar temas de limpieza, de movilidad y de urbanismo de la zona donde yo vivo, y no han movido ustedes un solo dedo. Dejan ustedes construir donde no se debiera, no se ocupan de aumentar el transporte público, escudándose en el Consorcio, y lo de la limpieza ya es innenarrable: las paradas de los autobuses municipales, a lo largo de la Carretera de Castilla, son auténticos vertederos de basura. Cuando se les reclama nos remiten ustedes a otras instancias del Ayuntamiento. Hombre! Yo no tengo que hacer su trabajo. Ya pago mis impuestos, y bastante elevados por otro lado para que ustedes que cobran un salario por hacerlo gestionen y se ocupen adecuadamente de los distritos de su competencia. Este gobierno municipal, es una penosa combinación de ineptitud y derechismo. No se han trazado vías alternativas de gestión a las que ya había y, a esa ineficacia se suma una enorme confusión ideológica. Han frustrado nuestras esperanzas de cambio y han abierto las puertas para que vuelva el PP y sus socios Ciudadanos. Qué grandísima oportunidad perdida.
Como hay que dar voto a todos por eso de la democracia. Ahora que alguien escriba desde el punto de los que apoyan el proyecto de carmena. Los pensamientos unidireccionales son cosas de la derecha.
"Habrá que empezar a pensar en otro proceso municipalista que, tal vez, consiga el favor de la ciudadanía."
Sí, por favor.
Realpolitik = Que en vez de repartir directamente a partes iguales el dinero recaudado entre todos los ciudadanos dandoselo directamente a todos los ciudadanos (porque es dinero publico que pertenece a todos a partes iguales), se desvia a cosas inutiles que van a 1 ciudadano, 1 lobby o 1 lo que sea (mientras la economia, aspiraciones y vida del resto de personas del lugar se va hacer puñetas sin ese dinero que de antemano ya les pertenecia).