Terrorismo
La CIA conocía los vínculos del GAL con los “servicios de seguridad españoles”
En un documento secreto elaborado a finales de 1984, la central de inteligencia de Estados Unidos denominó a los miembros de la banda paramilitar “vigilantes antiterroristas” y resaltó que mediante sus asesinatos habían logrado disminuir la “capacidad operativa” de ETA.

Christian Olaskoaga era bailarín. O mejor dicho, quería serlo durante el resto de su vida. Sin embargo, sus piernas y sus brazos dejaron de moverse un 18 de noviembre de 1984. El GAL, la banda paramilitar que decía luchar contra ETA, lo acribilló a balazos en un aparcamiento de Biriatu, al otro lado de la frontera. Su edad: 22 años. Su “delito”: absolutamente ninguno. Ni era de ETA ni tenía intención de serlo, pero los pistoleros no lo tuvieron en cuenta a la hora de matarlo. Luego dijeron que se habían equivocado. Dio igual. El caso terminó archivado y sus asesinos, impunes.
Mientras el GAL acababa con la vida y los sueños de aquel bailarín —también hirió a su hermano Claude—, uno de los organismos de inteligencia más poderosos del mundo elaboraba un informe secreto sobre las actividades de ese grupo paramilitar español. Aquel mismo noviembre de 1984, la Oficina de Análisis Europea de la CIA redactó un minucioso análisis sobre la denominada “lucha antiterrorista” que impulsaba el PSOE desde La Moncloa.
España: Terrorismo vasco y respuesta del gobierno era el título de ese documento, en el que aparecía la clasificación de “secreto”. De hecho, aún hoy existen tramos del informe que siguen censurados.
Según ha podido comprobar El Salto, a lo largo de sus 24 páginas hay cosas asombrosas. En un tramo del documento, la CIA se refiere a los miembros del GAL como “vigilantes antiterroristas españoles” y destaca que “el asesinato de miembros de ETA en Francia” había “privado a ETA de bases operativas” al otro lado de la frontera.
“El grupo vigilante anti-ETA conocido como GAL —que las embajadas de Estados Unidos en Madrid y París informan que puede tener vínculos con los servicios de seguridad españoles— ha sembrado miedo y confusión entre los terroristas y ha ayudado a reducir su efectividad operativa. El impacto colectivo de estos factores ha sido erosionar la popularidad, las capacidades y el apoyo al terrorismo de ETA”, señalaba.

Cuando la CIA elaboró este informe, el GAL llevaba actuando al menos 11 meses. Hasta entonces, había “tomado represalias contra conocidos y presuntos terroristas y activistas (sic) de ETA” en territorio francés, lo que había “sembrado el miedo y la desorganización en las filas de los etarras fugitivos”. Tras destacar que sus operativos eran “de procedencia incierta”, subrayaba que “muchos observadores públicos y de la prensa sospechan fuertemente que el grupo puede contar con el respaldo del gobierno español”.
“Si bien la táctica de combatir el terrorismo con terrorismo no es nueva, los terroristas están aún más a la defensiva ya que saben que salir de España no garantiza la seguridad”, apuntaba la central de inteligencia de EEUU. En efecto, las actividades del GAL se centraron en los vascos que habían huido hacia Iparralde (el territorio de Euskal Herria que se sitúa bajo administración francesa), donde muchos consiguieron incluso la categoría de refugiados.
El papel de Francia
Precisamente, el documento señala que “la aparición de los vigilantes del GAL” había permitido agilizar la “cooperación francesa con Madrid”. Al respecto, señala que París “expresó públicamente su enojo” por las acciones del grupo paramilitar español en su territorio, al tiempo que “ordenó redadas policiales” en el País Vasco francés y “aumentó la política de reubicación irregular de los activistas vascos en el norte de Francia”, en alusión a los destierros y deportaciones. De hecho, destacaba que a lo largo de 1984 el gobierno de François Mitterrand ya había expulsado a “unos 30 presuntos líderes de ETA a países de América Latina y África”.
En cualquier caso, la CIA lanzaba una advertencia sobre la repercusión que las actividades criminales de ese grupo podían tener sobre el Ejecutivo de Felipe González. “Si se confirmara la supuesta participación de Madrid, las credenciales democráticas del gobierno español y del Partido Socialista se verían seriamente empañadas”, alertaba. Algunos párrafos más adelante, señalaba además que “si se hacía evidente que Madrid había patrocinado las acciones de vigilancia de los GAL, la simpatía por ETA aumentaría notablemente entre los vascos”.
Dinero para “infiltrarse en ETA”
En su informe, la CIA analizaba también el polémico Plan ZEN (Zona Especial Norte) que había impulsado el gobierno de González para “erradicar el terrorismo”. La central de inteligencia americana destacaba que se había asignado un presupuesto de 110 millones de dólares para cubrir los distintos puntos de ese plan represivo, que incluía la compra de “nuevos vehículos encubiertos, armas, helicópteros y barcos”, así como la “renovación de las instalaciones policiales en las cuatro provincias vascas” (es posible que incluyese a Navarra en esa definición) y la compra de “material para la formación de miembros de las fuerzas de seguridad españolas en métodos antiterroristas”.
Asimismo, el Plan ZEN también permitiría destinar dinero público a otras materias represivas, como los “esfuerzos para infiltrarse en ETA”, la “preparación y distribución de propaganda anti-ETA” o la elaboración de “un censo de las provincias vascas para permitir que las autoridades identifiquen más fácilmente a los colaboradores, las células terroristas y las casas de seguridad”.
En su documento, la CIA señalaba que ETA contaba entonces con 500 miembros, la “mayoría de los cuales se cree que tienen su base en Francia”. “Algunos expertos en terrorismo español mantienen, sin embargo, que a finales de 1983 la organización contaba con tan solo 200 miembros activos”, matizaba. El GAL, como admitía el servicio secreto americano, estaba dispuesto a acabar con todos ellos, fuesen o no de ETA.
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