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Patrimonio cultural
Valentín Elortegi: “En Lemoiz tenemos una oportunidad única a nivel mundial”
El arquitecto técnico Valentín Elortegi ha sido testigo de lo que ha supuesto la central nuclear de Lemoiz para su pueblo. En 2015 presentó su tesis sobre el “Proceso de patrimonialización cultural de la Central Nuclear de Lemoiz”.
El caserío de su familia sobrevivió a unos pocos metros de la valla de la central aunque parte de sus tierras fueron expropiadas para poder construirla. El arquitecto técnico Valentín Elortegi (Armintza, 1967) ha sido testigo, desde crío, de lo que ha supuesto la obra de la central nuclear para su pueblo. En 1990 viajó a Girona, donde aún vive y trabaja, para terminar sus estudios. Y allí presentó en 2015, en el Máster de Gestión del Patrimonio Cultural en el Ámbito Local de la Universidad de Girona, su tesis sobre el “Proceso de patrimonialización cultural de la Central Nuclear de Lemoiz”.
¿Hay alguna otra central nuclear en el mundo que haya sido catalogada como patrimonio cultural?
No hay ninguna. Y la oportunidad de convertir en patrimonio cultural la central de Lemoiz es única y singular a nivel mundial. Nunca antes se ha hecho. Depende de nosotros que seamos innovadores y vanguardistas, que aprovechemos la ocasión o no. En el caso de Lemoiz, disponer de unas instalaciones a tamaño natural, y en las que no se llegó a utilizar combustible radioactivo, refuerza la excepcionalidad de esta propuesta. Los restos de la central de Chernóbil han despertado ahora mucho interés turístico pero con el riesgo radiactivo que hay allí es imposible visitar el edificio de la central.
Chernóbil
Turismo de desastres: visita guiada al infierno
Desde que HBO estrenó la serie sobre el desastre en la central nuclear ucraniana, las visitas de turistas a esta zona se han multiplicado.
Los alrededores de Chernóbil se abrieron al turismo en 2011 pero ha sido el éxito de una miniserie estadounidense el que ha disparado las visitas. ¿Podría suceder algo así con Lemoiz?
Quizás sí, aunque el potencial de actuación, recuperación y transformación que tiene la central nuclear de Lemoiz es muy superior y mucho más diverso que el de Chernóbil.
Todo es susceptible de ser catalogado como patrimonio y por eso la voluntad y decisión de hacerlo es crucial¿Quién decide patrimonializar la central de Lemoiz?
Patrimonializar culturalmente algo supone su puesta en valor y reconocer su existencia y simbología con la decisión de protegerlo, utilizarlo y difundirlo. En Lemoiz, depende de los expertos en patrimonio, de las entidades culturales y sociales, de los partidos políticos, de los ayuntamientos de Lemoiz y Mungia, de la Diputación de Bizkaia, del Gobierno vasco… De todos, de la población en general. Aunque, en definitiva, no deja de ser una decisión política. Una apuesta en la que se decide revitalizar y reutilizar elementos hoy obsoletos, con una carga simbólica potente en el pasado, para proyectarlos al futuro con nuevos usos que además incorporen una carga identitaria, social, cultural y económica.
¿Y cómo sería el proceso?
Igual que catalogar como patrimonio cultural un castillo, unas salinas o unas fiestas tradicionales. Todo es susceptible de ser catalogado como patrimonio y por eso la voluntad y decisión de hacerlo es crucial.
¿Y el coste económico?
A mí me gusta más hablar de inversión. No lo he calculado, pero estoy convencido de que sería más que asumible. Sobre todo si tenemos en cuenta que patrimonializar la central y abrir dentro un centro de interpretación serían pasos previos para desarrollar un proyecto más global y ambicioso.
Todo lo acontecido con la central de Lemoiz ha implicado muchos silencios, miedos, desconocimiento, abusos y olvidos
Un centro de interpretación que recoja la historia de la central. ¿Con qué objetivo?
Ambas cosas, el patrimonio cultural y el centro de interpretación, son indisolubles. La patrimonialización de la central nuclear y su entorno sirve para protegerlos y activar otros elementos jurídicos, culturales y urbanísticos que permitan su transformación. Y el centro de interpretación está más ligado a la recuperación, preservación y difusión de la memoria histórica a través de un relato completo que abarque desde el escenario previo y el contexto socioeconómico de la zona antes de las obras hasta hoy. Todo lo acontecido con la central de Lemoiz ha implicado muchos silencios, miedos, desconocimiento, abusos y olvidos que deberían explicarse por simple justicia y memoria histórica. Entre otras cosas, necesitamos reconciliarnos y asumir que la central forma parte de nuestras vidas e historia. Y que está incrustada en nuestra identidad personal y colectiva.
El pueblo de Lemoiz vive de espaldas a la central, como si fuera un fantasma al que mejor ni nombrar. ¿A qué se debe?
Hablamos de una parte del territorio que durante décadas ha estado amputado del resto, un “no territorio”, con restricciones y prohibiciones no solo de acceso a sus instalaciones. Por ejemplo, la carretera entre Bakio y Armintza, que atravesaba los terrenos de la central, estaba “privatizada” por unos controles policiales permanentes, unos check points a la entrada y a la salida. Eso intimida. Y la población evita pasar por allí y aumenta su desapego con esa parte del territorio. Es algo muy negativo que también pienso que se revertiría al patrimonializar la central.
El Gobierno español acaba de ceder la central al Gobierno vasco. Y ahora parece que quieren instalar allí una piscifactoría. ¿Qué te parece?
Se trata de una decisión unilateral, precipitada e inapropiada. Y que se toma de espaldas a la ciudadanía. Esta manera de decidir sobre el futuro de los terrenos y las edificaciones de la central nuclear de Lemoiz me recuerda mucho a cómo se decidió su construcción, de manera vertical y de arriba a abajo.
Miremos al futuro. ¿Qué te gustaría encontrar en la central dentro de 20 años?
¡Ojalá se haya aprovechado la oportunidad de patrimonializar culturalmente Lemoiz y su centro de interpretación haya servido para reconciliarnos! Me gustaría también que la “nueva” central haya posibilitado una reordenación urbanística y de los usos coherente, respetuosa pero atrevida y ambiciosa. ¡Ojalá que esa zona se haya reactivado económica, social, cultural y ambientalmente en el futuro! En nuestras manos está.
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La central nuclear de lemoniz es un monumento a la dejadez. Instalaciones de repitas donde se cuelan los curiosos, con un riesgo enorme. Desatendidas, con varias presas asociadas que nadie vigila. Es cuestión de tiempo que algún imprudente se mate allí.
Devolverle al mar su terreno, sería lo suyo. Pero a ver quién lo quiere pagar. Vergüenza para décadas.