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Patrimonio cultural
Sonia Luchena: “Las mujeres de Peñaparda supieron tejer redes de apoyo mutuo en condiciones muy duras”

En un pequeño rincón dentro de la comarca de Ciudad Rodrigo y las subcomarcas del Campo de Robledo y El Rebollar, a escasos kilómetros de Gata, las mujeres de Peñaparda (Salamanca) han conservado durante generaciones un legado cultural único: el pandero cuadrado, un instrumento que ellas mismas adaptaron, tocaron y transmitieron como forma de expresión, autonomía y resistencia. En una época en la que las mujeres quedaban relegadas a un segundo plano, supieron crear espacios propios de música y baile, reivindicando así su voz en un mundo profundamente desigual. Esta riqueza inmaterial, vinculada también al habla local —la “palra”— y a una forma de habitar el territorio basada en la colectividad, la resiliencia y el cuidado, es el núcleo de Viva quien canta y quien baila, un documental que busca preservar ese patrimonio antes de que desaparezca.
Conversamos con Sonia, codirectora y coguionista del proyecto, cuya trayectoria en la danza tradicional y la música popular la llevó hasta Peñaparda en busca de las raíces que inspiran este homenaje convertido en documental.
¿Cómo nace la idea de hacer un documental que rinda homenaje a las mujeres de Peñaparda a través del pandero cuadrado? ¿Qué te lleva hasta esta raíz concreta del folclore?
Llevo 20 años investigando sobre el balfolk, que es un tipo de baile folk europeo con gran auge en países como Francia, Italia, Bélgica o Portugal. Conocer la tradición de estos países me ha traído de vuelta a mi propia tierra y en ese afán de seguir descubriendo los bailes de raíz del territorio peninsular ibérico, llegué el verano pasado a Peñaparda, buscando el encuentro con la fuente originaria para entender y aprender sobre el baile de allí. En Peñaparda me encontré con Sandra Ramos, que me compartió generosamente su saber en relación al baile y con la que mantuve conversaciones reveladoras que me conectaron con la necesidad de visibilizar la gran labor realizada por las mujeres en relación al legado y a la transmisión de la tradición.
A menudo la tradición se ha contado desde la voz masculina o urbana. En tu trabajo parece clara la intención de devolverle el protagonismo a las mujeres rurales. ¿Qué papel han jugado ellas en la transmisión de este legado musical y cultural?
El papel de estas mujeres ha sido determinante. Ellas han sido guardianas de un legado que han transmitido cuidadosamente a sus descendientes, sabedoras de la importancia que ha tenido siempre la tradición para la identidad tanto de un lugar como de las personas que habitan en él. En el caso de Peñaparda, hay una clara definición femenina en cuanto a la tradición musical y de baile se refiere.
Ellas buscaron una vía de expresión autónoma y defendieron los espacios de música y baile como un acto cotidiano de encuentro social que ayudaba, además, a tolerar mejor un tipo de vida rural que no era nada fácil.
El pandero cuadrado de Peñaparda se toca de una forma muy particular: apoyado en la rodilla izquierda, con una porra y en posición de rombo. ¿Qué sentido tiene esta técnica tan específica? ¿Qué historia, necesidad o sabiduría hay detrás de ese gesto tan único que lo distingue de cualquier otro pandero?
Hay poca literatura impresa por no decir ninguna dedicada al origen de este instrumento. Destaco el trabajo de José Manuel Fraile Gil en su libro Tesoro de tradiciones Peñaparda, donde hace un trabajo de investigación fascinante a cerca de la riqueza que reside en esta localidad ubicada en la Comarca de El Rebollar.
Ellas buscaron una vía de expresión autónoma y defendieron los espacios de música y baile como un acto cotidiano de encuentro social que ayudaba, además, a tolerar mejor un tipo de vida rural que no era nada fácil
Podemos hacer suposiciones o aplicar una cierta lógica sobre el por qué las mujeres de Peñaparda han tocado el pandero con porra, aportando una forma de tocar única en el mundo. Por proximidad, el instrumento de la gaita y el tamboril, pudo ser un modelo de inspiración a la hora de buscar un instrumento que las independizara de la figura del músico, del que dependían para poder bailar.
Muchas de las protagonistas del documental tienen más de 80 años y conservan la “palra” de El Rebollar. ¿Cómo ha sido el proceso de encuentro con ellas? ¿Qué papel juega la lengua en este legado cultural? ¿Por qué es importante preservar también el habla local como parte del patrimonio inmaterial?
Desde nuestra primera visita a Peñaparda nos han abierto las puertas y nos hemos sentido gratamente acogidos. La palra es una variedad lingüística que pertenece al leonés oriental y ha sido la lengua materna del territorio. Como tal, ha aportado una gran riqueza oral al legado musical que hoy perdura.
El habla conforma una rama más del engranaje identitario y cultural que pertenece a cada lugar. En Peñaparda, siguen reivindicando el habla de la palra como ese componente del lugar que lo hace único y lo define. En este sentido, el trabajo que viene haciendo José Benito Mateos Pascual a través de su trabajo como músico y divulgador en el programa de radio ‘¡Vamos de seranu!’, en radio Águeda, está siendo fundamental para la difusión de la cultura tradicional de El Rebollar.
En un momento en que la España vaciada lucha por sostener sus comunidades, ¿qué puede enseñarnos la forma en que estas mujeres han tejido redes de sororidad en un entorno y una época históricamente adversa para ellas?
Para mí, la respuesta está en la conexión profunda y en la fuerza que nace de sentirse parte de un lugar. Esa pertenencia genera una relación bidireccional de cuidado con el territorio: saber que formamos parte de él despierta una conciencia más clara de la necesidad de protegerlo, de invertir en sus cuidados y en su futuro.
Música
Instrumentos A luthería galega, referente internacional
Las mujeres de Peñaparda, como tantas otras del mundo rural, supieron tejer redes de apoyo mutuo en condiciones muy duras, no solo materiales sino también sociales. En tiempos en los que no había tierras ni comida para todos, existía, sin embargo, una conciencia colectiva del cuidado mucho más desarrollada que la que a menudo encontramos hoy. Su forma de habitar, de compartir y de resistir nos ofrece una lección de solidaridad, sostenibilidad y comunidad que es más necesaria que nunca en la llamada “España vaciada”.
Este documental nace precisamente con la intención de recuperar y visibilizar ese legado, no como una mirada nostálgica al pasado, sino como una fuente de inspiración para los desafíos del presente: reconstruir vínculos, fortalecer el arraigo y repensar modelos de vida que pongan el cuidado, la comunidad y el territorio en el centro.
El documental habla también de una herencia cultural viva, no momificada. ¿Crees que el auge reciente de la música folk está ayudando a resignificar estas expresiones tradicionales desde un lugar más consciente y político?
Necesitamos referencias que nos conecten con la identidad y el sentido de pertenencia. En este contexto, la música folk está jugando un papel fundamental. Al igual que ocurrió en Francia en los años 60 —cuando emergió el movimiento del balfolk como respuesta a un sistema que amenazaba con uniformarlo todo—, actualmente en nuestro país el folk está resurgiendo con fuerza como un posicionamiento cultural y social.
Su forma de habitar, de compartir y de resistir nos ofrece una lección de solidaridad, sostenibilidad y comunidad que es más necesaria que nunca en la llamada “España vaciada”
Aportando una mirada que reivindica no solo la recuperación de expresiones tradicionales, sino también la necesidad de volver a poblar los territorios rurales deshabitados, de desarrollar una conciencia de consumo más responsable, de habitar los ciclos naturales con mayor coherencia y de crear redes sociales de colaboración que potencien tanto al colectivo como al territorio.
La música de raíz nos conecta con una herencia genética y emocional vinculada a los ritmos ancestrales, a los cantos que han acompañado el trabajo, el duelo, la fiesta y la transmisión oral durante generaciones. Puede gustarte más o menos, pero no pasa desapercibida: vibra en el cuerpo y activa algo profundo, algo que nos recuerda de dónde venimos.
Mencionáis que artistas como Eliseo Parra o Eusebio Mayalde han sido clave en la proyección contemporánea del pandero cuadrado. ¿La mayoría de ellos/as saben cuál es la historia que hay detrás del instrumento?
Tanto Eliseo Parra como la familia Mayalde han convivido con la tía Máxima, la tía Eugenia o María la de las patatas, que fueron las últimas protagonistas de una generación que ya no está. Ellos bebieron directamente de la fuente, conocieron su manera de vivir, estuvieron con ellas en sus casas y recogieron el legado de su mano y saber.
Ambos han hecho una gran labor de difusión, transmisión e interpretación de la tradición de Peñaparda que ha sido determinante para que hoy estemos hablando del pandero cuadrado en estos términos tan expansivos.
¿Cuál ha sido el papel del cuerpo, del baile y del ritmo en la vida de estas mujeres? Podríamos decir que el pandero ha sido también una forma de emancipación frente a los espacios masculinos como la taberna...
En aquellos tiempos, pagar a un músico para que tocara en una fiesta no era algo que pudiera hacerse con frecuencia. Estas mujeres, movidas por la necesidad de encontrarse en torno a la música y el baile, idearon una forma de tocar única y lograron una autonomía que las definió profundamente. Tanto fue así, que el pandero cuadrado, por aquel entonces, era un instrumento exclusivamente femenino.
Música
Capitán Cobarde, folk andaluz “en nombre de los perdedores”
El artista antes conocido como Albertucho, renacido con el nombre de Capitán Cobarde, vuelve a la carga con su sonido de raíces folk y andaluzas.
Supieron crearse un espacio propio, y llegaron incluso a fusionar los sonidos del pandero con los de la gaita y el tamboril, instrumentos tradicionalmente reservados a los hombres. Como ellas no solían entrar en la taberna, lugar eminentemente masculino, lograron algo simbólicamente muy potente: que fueran los hombres quienes salieran de ese espacio para seguir el rastro del sonido del pandero, hasta la casa donde se celebraba el serano.
En un país que cada vez parece más desconectado de sus territorios rurales, ¿qué papel crees que debe jugar el cine documental para poner en valor estas realidades que rara vez ocupan espacio en el relato cultural dominante?
El cine documental tiene una enorme capacidad para restaurar miradas y dar visibilidad a realidades que han sido históricamente silenciadas o ignoradas. En un país donde gran parte del relato cultural dominante se construye desde los centros urbanos, el documental puede actuar como una forma de resistencia y de reparación simbólica. Tiene además el poder de activar la escucha, el respeto y la empatía; de reconectar a quienes viven lejos del territorio con sus raíces o con otras formas posibles de habitar.
En ese sentido, contar las historias de mujeres como las de Peñaparda no es simplemente un acto de homenaje, sino una invitación a reconsiderar qué entendemos por progreso, qué formas de vida estamos dejando atrás, y qué valores deberíamos recuperar.
Habéis lanzado una campaña de micromecenazgo en Verkami para sacar adelante este proyecto. ¿Qué mensaje lanzarías a quienes aún dudan si apoyar o no esta iniciativa? ¿Por qué es importante que este documental vea la luz ahora?
Las mujeres protagonistas de este documental vivieron en una época que las relegaba a un segundo plano social. Sin embargo, fueron auténticas heroínas: sostuvieron sus hogares, sacaron adelante a sus familias y se pusieron al frente de los trabajos del campo.
En un país donde gran parte del relato cultural dominante se construye desde los centros urbanos, el documental puede actuar como una forma de resistencia y de reparación simbólica
Viva quien canta y quien baila quiere contar sus vidas, reconocerlas como las verdaderas artífices de un legado de enorme riqueza, y rendir homenaje a todas aquellas mujeres del pasado cuya valentía, maestría y entrega quedaron silenciadas durante demasiado tiempo
Este documental es urgente porque ese legado se está perdiendo. Apoyar esta iniciativa no es solo apoyar una película: es decir “sí” a la memoria, a la dignidad y a una forma de vida que aún tiene mucho que enseñarnos.