M21 deja de emitir por no estar en la onda del PP

El corte de las emisiones de M21, la radio municipal de Madrid, aboca a un futuro incierto a este proyecto comunicativo público. Acusada por el alcalde y los medios de comunicación conservadores de “sectaria”, de despilfarrar el presupuesto y no llegar a una audiencia numerosa, la emisora ha cumplido en los últimos tres años un rol formativo, cultural y de proximidad que ahora queda huérfano.

Radio M21
David F. Sabadell Instalaciones de radio M21

El lunes 30 de septiembre se hizo el apagón en la emisora municipal M21. Desde entonces, en el 88.6 del dial madrileño no suena nada. Era la fecha límite para que el Ayuntamiento de Madrid comunicase a la Secretaría de Estado de Agenda Digital si las emisiones de la radio pública continuaban o no. “Las emisiones de Radio Carmena se acaban el 30 de septiembre. El capricho se acaba”, anunció el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, en el pleno municipal celebrado el martes 24 de septiembre, con esa mención despectiva al nombre de la emisora que provoca carcajadas en la bancada derechista e indignación entre quienes han participado en la historia de este proyecto de comunicación público. Almeida daba así carpetazo a una de las promesas electorales con las que se presentó en campaña como candidato a la alcaldía por el Partido Popular, el cierre de M21.

Sin mucho ruido y ninguna comunicación oficial por parte del Ayuntamiento de Madrid que detalle las razones, la emisora municipal M21 ha dejado de emitir. Otro gallo cantaría y otro revuelo se hubiera formado en el corral, qué duda cabe, si hubiera sucedido bajo la administración de un partido de diferente color político, cuando las llamadas a defender la libertad de expresión frente a un inaceptable ataque habrían llenado encendidas columnas de opinión y ocupado acalorados minutos de tertulias en los mismos medios de comunicación de corte conservador que hoy se prestan a hacer de gabinete de prensa del gobierno municipal encabezado por Martínez-Almeida para difundir las causas que supuestamente justifican el fundido a negro de la emisora municipal M21.

De momento, la radio no emite y se desconoce lo que sucederá en el futuro, aunque fuentes municipales aseguran a El Salto que lo que ha terminado es la emisión en FM, no la radio, y que se mantendrán los contratos de la decena de personas empleadas hasta que se vayan extinguiendo, puesto que se trata de contrataciones por obra y servicio. De ellas, las siete que están firmadas por la empresa pública Madrid Destino esperan ganar en los tribunales la consideración de indefinidas.

En cuanto a los contenidos, desde el Ayuntamiento indican que una de las opciones que se están barajando es que se limiten a asuntos relacionados con los distritos y que serían realizados por alumnos con tutores, dado que se pretende dotar a la emisora de un carácter formativo que, sin embargo, ya está presente en el hacer cotidiano de la radio.

“Esto no se va a poder recuperar”, comentan a El Salto desde la redacción de M21, donde también recalcan que la misión formativa ha estado presente “desde el primer día” en esta emisora escuela, por la que han pasado en los últimos tres años más de 160 becarios, fruto de los convenios firmados con las universidades públicas de Madrid. “Se ha hecho un proyecto social enorme —recuerdan—, hay historias muy bonitas de chavales discapacitados que encontraron trabajo tras pasar por la radio, hay una tasa del 50% de reinserción laboral de personas en peligro de exclusión social, hay mucha gente a la que M21 le ha cambiado la vida”.

En un comunicado publicado el mismo lunes, la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) lamenta “profundamente” la decisión que ha tomado el equipo municipal del Ayuntamiento de Madrid de cerrar las emisiones de la emisora escuela M21 y expresa su “preocupación por el futuro de los profesionales que trabajan en ella”. La APM critica que el corte de la emisión obvia el carácter fundamental de escuela de radio, “lo que permitía a los alumnos ofrecer a los ciudadanos el fruto de su aprendizaje”, y señala que la emisora emitía primordialmente información cultural, “lo que supone, asimismo, una pérdida para la promoción de Madrid como destino cultural”.También desde la Sección de Prensa y Medios del sindicato CNT Madrid han expresado su rechazo al cierre de la emisora y han mostrado su “solidaridad con los profesionales que se ven afectados por esta decisión injusta, precipitada e irracional”. Para esta sección sindical, la vocación de servicio público de la radio municipal “cumplía un importante papel en la creación de comunidad, la defensa de la diversidad y el respeto, la invitación a reflexionar, cuidar la memoria y participar en la vida pública, la formación de personas que quieren dedicarse a la radio y la difusión de opiniones e informaciones que afectan a toda la ciudadanía madrileña”.

CNT también señala que “una de las muchas tareas pendientes de Madrid Destino, la empresa pública que gestiona la mayor parte de la cultura municipal madrileña, es la de cumplir la ley en materia laboral” y considera “inadmisible” que la precariedad de los trabajadores y la “ilegalidad de sus contratos” se utilicen como excusa para el despido, “que es precisamente lo que ha hecho el Ayuntamiento en un triple salto mortal dialéctico”.

M21, El mayor problema de Madrid

El cierre de la emisora municipal M21 es una pieza que el PP se quiere cobrar desde hace tiempo. En febrero de 2018, Percival Manglano, entonces concejal por el barrio de Salamanca, presentó una proposición en la que solicitaba la clausura de la emisora municipal para dedicar su presupuesto “a partidas del área responsable de los servicios sociales”. La idea, secundada por Ciudadanos, no salió adelante por los votos en contra de Ahora Madrid y PSOE.

El PP de la Comunidad de Madrid celebró la victoria un día después de las elecciones municipales de mayo con un tuit en el que señalaba la emisora municipal como uno de sus objetivos a extinguir. El primero, de hecho. El mayor problema de la ciudadanía madrileña.


Y ahora ha vuelto a festejar la decisión del alcalde de suprimir las emisiones, acaso el hito definitivo para la desaparición de una radio pública cuyos orígenes se encuentran en Onda IMEFE —siglas del Instituto Municipal de Empleo y Formación Empresarial—, una emisora escuela municipal orientada a la formación de desempleados que, paradójicamente, impulsó un ayuntamiento del PP bajo el mandato de José María Álvarez del Manzano. Inaugurada en octubre de 1998, emitió, convertida en la radio del Ayuntamiento de Madrid, hasta 2005.


En julio, ya con Almeida en Cibeles, el Ayuntamiento de Madrid, a través de Madrid Destino, paralizó la licitación para obtener el equipamiento técnico del estudio que M21 pretendía ubicar en el Torreón de Conde Duque. Pasos que han conducido a la situación actual, “inaudita y desconcertante” como la califica Jacobo Rivero, coordinador desde septiembre de 2015 del convenio entre las tres entidades municipales —la Agencia para el Empleo, Madrid Destino y el Área de Gobierno del Portavoz del Ayuntamiento— para el desarrollo de la emisora pública, encargado de dar forma a la estructura y primera parrilla de una radio que se encontraba en dique seco desde hacía más de una década. Su misión era poner los cimientos de una radio municipal hasta que tomase las riendas una dirección artística elegida mediante concurso público, lo que sucedió en septiembre de 2018 cuando Ángeles Oliva y Toña Medina accedieron a ese cargo.

A su juicio, lo sorprendente de lo que ocurre desde el lunes es que se trata de “un auténtico apagón informativo de libro, algo más propio de la dictadura chilena o los golpes militares. Se apaga la radio, se quita la señal tanto en FM como en streaming, no se informa nada en redes sociales y se decide que el silencio es la forma en la que los ciudadanos tienen que interpretar la evolución de los acontecimientos”.

Para Rivero, las “razones reales” de fondo para la decisión obedecen a “un capricho de odio hacia todo aquello que signifique un recuerdo de las políticas que realizó el anterior ayuntamiento. Las razones que han señalado son directamente falsas o no se ajustan para nada a la realidad de lo que ha sido M21”.

Él alude al “nerviosismo descomunal” del alcalde por cerrar la emisora, obsesionado por cumplir la promesa electoral, y vaticina que lo que hará el Ayuntamiento será “cerrarla momentáneamente para darle una alegría al alcalde y reabrirla más o menos en las mismas circunstancias en las que estaba anteriormente. A todo el mundo le parece absurdo lo que han hecho”.

La concejal y los paniaguados

Las explicaciones ofrecidas desde el gobierno municipal para el cierre de M21 han brillado por su ausencia. La concejal de Cultura, Turismo y Deporte, Andrea Levy, ha lanzado alusiones e insinuaciones desde su cuenta en la red social Twitter que rozan el insulto a quienes han participado en la radio o la han escuchado, en un tono impropio de una representante pública.


Rivero considera que “el abrazo del oso de PP y Ciudadanos con Vox les obliga a subir el tono hasta el esperpento. Han decidido una estrategia de la tensión con todos los actores de la ciudad, que pasa por el insulto, la descalificación y la prepotencia más rastrera”.

En una línea similar se pronuncia la periodista Elena Cabrera, colaboradora autónoma de M21, donde dirige Directo Salvaje, un programa mensual “que es una de las apuestas de la nueva dirección artística de Toña Medina y Ángeles Oliva para hacer que la radio salga del estudio y se funda con la ciudad, pues retransmite conciertos en directo desde salas de pequeño y medio formato en Madrid. Elegimos grupos madrileños y emergentes para apoyar la escena musical de la ciudad”.

En su opinión, la “arrogancia y el desprecio” de la concejal hacia los trabajadores y colaboradores de la radio es “una vergüenza, un representante político no puede insultar a los ciudadanos que gobierna”. Cabrera, a quien Levy respondió en Twitter, reconoce que la concejal la engañó mientras mantuvo la boca cerrada: “Sinceramente, pensé que su silencio se debía a que tenía una opinión contraria a la de José Luis Martínez-Almeida y que acabaría por defender la radio. Me siento idiota por haber confiado en ella. Y lo mismo puedo decir de la vicealcaldesa Begoña Villacís, quien visitó la radio en varias ocasiones, fue entrevistada allí y siempre pareció contenta y satisfecha con el trabajo que hacemos. Como el resto del PP en el Ayuntamiento de Madrid, ha divulgado datos falsos en Twitter y argumentos falaces e hirientes”.


Cabrera ha apoyado la campaña DefiendeM21 contra el cierre de la emisora pública, que ha recogido más de 5.000 firmas en unos días. Se siente parte afectada no solo por hacer un programa sino porque es “oyente entusiasta y hay programas que me parecen de lo mejor que he oído en radio en años”. El apoyo recibido muestra, según esta periodista, que la radio “estaba haciendo una función de servicio público y que las acusaciones del PP, desde el principio, eran difamaciones, mentiras lanzadas con el propósito de atacar a un adversario político. El problema es que esas mentiras hacían daño cuando el PP estaba en la oposición, ahora que gobierna Madrid, tienen la capacidad de destruir, aplastando, machacando un proyecto radiofónico cultural alucinante. El PP no ha escuchado nunca M21, o miente con alevosía”.

Portavoces oficiosos, silencio oficial y medias verdades

Las informaciones alusivas a M21 publicadas durante la última semana por El Mundo y ABC han ejercido la portavocía oficiosa del Consistorio, aportando cuestiones que justificarían la decisión de cesar la actividad de la emisora municipal —o reorientarla, en el más optimista de los supuestos—, basadas en el “despilfarro” presupuestario, el “sectarismo de los contenidos” y la escasa audiencia de la radio. El problema es que se mezclan datos, se ofrecen medias verdades y se retuercen los argumentos. El titular del artículo de El Mundo del sábado 28 de septiembre decía que “Manuela Carmena gastó 4,3 millones en una radio con 457 oyentes diarios”, pese a que en el primer párrafo de la información se lee que la audiencia real de la emisora “no se puede medir”.

“Lo que no hay que hacer —recomienda Cabrera— es tergiversar los números para reforzar el argumento del despilfarro, como ha hecho el periódico El Mundo. A mí me parece un despilfarro 500.000 euros en tásers para la Policía Municipal, un gasto que se anunció el mismo día que el cierre de la radio y que, con lo que cuestan, se puede pagar medio año de M21”. Ella asegura que los gastos de M21 en 2018 fueron de 1.030.000 euros, “incluyendo 82.000 de la revista en papel M21 Magazine”, y que el presupuesto que necesita la radio anualmente está entre 1,2 y 1,4 millones de euros. “Sinceramente, me parece barata”, concluye.

Para Jacobo Rivero, la acusación de “despilfarro” carece de sentido. “Son gastos muy ajustados, que están muy por debajo de programas culturales de la ciudad como puedan ser las fiestas de San Isidro, que duran una semana, o la Noche de las Luces, que quiere recuperar Andrea Levy”. A su modo de ver, el presupuesto de M21, comparado con otros medios de comunicación públicos como Onda Madrid, es “irrisorio”.

El “sectarismo” de los contenidos emitidos es el segundo de los argumentos desplegados por Almeida y su entorno mediático, en la misma semana en la que la televisión pública madrileña ha difundido un spot promocional del alcalde en una visita a un colegio en la que, entre otras cosas, explica a los alumnos la diferencia entre izquierda y derecha.


“Lo absurdo es que dicen que ha habido sectarismo pero no ponen ningún ejemplo”, razona Rivero, quien recuerda que la “única polémica” que hubo en torno a un contenido de M21 fue al principio del proyecto “por una crítica que se hizo en un programa sobre Derechos Humanos al presidente argentino Macri y a Donald Trump. Después de eso, que fue un poco ficticio, se aprobó un Código de Buenas Prácticas, que es prácticamente una réplica del documento de la radio de Naciones Unidas, que tiene que firmar toda la gente con un programa o que participaba en M21. Incluso gente del PP como el anterior ministro Méndez de Vigo estuvieron en la emisora y alabaron el trabajo que se estaba haciendo”.

Cabrera retrotrae esta estrategia a los años de Esperanza Aguirre al frente de la Comunidad de Madrid, cuando, en su opinión, “el PP hizo de la televisión pública autonómica un bochornoso instrumento de manipulación informativa, degradando el periodismo y a sus profesionales, insultando a la ciudadanía, la cual renombró la televisión como Tele Espe y dejó de verla”. Ella entiende que los actuales dirigentes populares han pensado que “la jugada era la misma y que les bastaría con atacar machaconamente M21 poniéndole un sobrenombre”. Y también señala que “bastaba con ver Telemadrid en los tiempos de Esperanza Aguirre para constatar la manipulación, igual que basta con escuchar hoy M21 para ver que es una radio cultural, creativa, de alta calidad y de servicio público, una escuela en todos los sentidos”.

En el citado artículo de El Mundo se asegura que “la única posibilidad de saber de forma aproximada” la audiencia de M21 son los datos de escuchas en streaming en 2017 que maneja el Ayuntamiento de Madrid. “Ese año, el acumulado de oyentes alcanzó los 167.000, lo que supone apenas 457 al día”, calcula el diario. Es un hilo que ha servido para ridiculizar el trabajo llevado a cabo por la emisora, que ha contado con profesionales, colaboraciones, una parte dedicada a la incorporación de jóvenes a prácticas laborales remuneradas del programa de Garantía Juvenil financiado por la Unión Europea. También del REMI, con parados de larga duración.

Utilizar la audiencia como argumento es “absolutamente perverso”, según Rivero, porque “no sé qué audiencia quieren que tenga un programa sobre los servicios de emergencia en la ciudad de Madrid o uno que realizan chavales con discapacidad. La función de una emisora pública no es competir con las emisoras comerciales para ver cuánta audiencia alcanza sino que opera con otras lógicas. Aun así, ha habido programas con un considerable éxito y El Mundo está utilizando cifras falsas. La gente que sabe de radio y de la evolución del podcasting sabe que las cifras de M21 son razonablemente buenas. Están buscando con pinzas de cirujano para argumentar un cierre inexplicable”.

Para Elena Cabrera, el criterio para evaluar un medio público de comunicación no es la audiencia, “cosa que además M21 solo puede medir parcialmente porque está fuera del Estudio General de Medios (EGM)”. Ella prefiere comparar con datos de otras radios: “Onda Madrid tiene un coste anual de cuatro millones de euros y, según el EGM, 27.000 oyentes mensuales. Si hiciera la cuenta torticera que hace el Ayuntamiento al respecto de M21, sale que cada oyente le cuesta a la radio 148 euros. La misma cuenta para Catalunya Radio —un presupuesto de 307.000.000 y 716.000 oyentes mensuales— nos da un coste de 429 euros por oyente. La Betevé municipal de Barcelona, un proyecto muy similar a M21 pero en televisión, tiene un presupuesto de 16,3 millones de euros. La radio pública municipal Onda Cádiz tiene más del doble de presupuesto —2.850.000— y 14.000 oyentes. La de Málaga está en las mismas cifras, 2.249.310 para 13.000 oyentes”.

Redes de radio

Uno de los rasgos que definen un proyecto de radio pública es la articulación con el tejido asociativo de la ciudad. En este caso, Rivero ve el vaso medio lleno ya que entiende que la relación ha sido muy buena: “Por los micrófonos de M21 han pasado la inmensa mayoría de las asociaciones de vecinos, movimientos ciudadanos, organizaciones no gubernamentales. El programa La Corrala ha sido un encuentro de voces y sinergias muy interesante de lo que ocurre en la ciudad de Madrid”.

Cabrera, por su parte, resalta la “especial atención” sobre la infancia y la juventud, “con la emisión de un programa diario dedicado a la educación y un radio bus para que este programa cada semana se desplace a un colegio, donde se hace el espacio en colaboración con los niños y niñas”. Ella cree que, en general, ha existido una articulación amplia con el tejido social que entra en la radio a través de los programas.

En la trayectoria de M21 ha quedado, sin embargo, una asignatura pendiente, la relación con las radios libres y comunitarias de Madrid, un recorrido que Rivero entiende que podría haber sido más fructífero: “Hubo varias reuniones con la red de radios comunitarias y se planteó una propuesta de colaboración pero no se materializó. Sí ha habido experiencias puntuales con Onda Merlín, de Villaverde, y con la radio de la Fundación Juan XXIII Roncalli”.

Partido Popular
¿Seguro que es Almeida el idiota?

El alcalde de Madrid, “nuestro alcalde” como lo definió cariñosa y corporativamente Telemadrid en su twitter, exhibía el sábado sus capacidades comunicativas y la profundidad de su concepción del mundo y visión política. Su público: un grupo de niñas y niños de 10 años. En sus expresiones de incredulidad hay un diagnóstico que trasciende al mismo Almeida.

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