Pensamiento
Salvar al soldado Kant (o cómo proteger la democracia)

Lo único que sostiene ese triángulo entre libertad, responsabilidad y democracia, que favorece nuestra condición de ciudadanía, es algo escurridizo: una relación de confianza, un acto de fe, nada religioso, sino humano donde habita la más profunda de nuestras libertades.

Hospital de Ifema - 3b
Dos soldados en la puerta del hospital de campaña de Ifema durante la crisis del coronavirus. Álvaro Minguito
23 may 2020 06:20

“La llibertat no és cara per escassa, sinó escassa perquè s'ha de guanyar.” 

Joan Salvat-Papasseit

La responsabilidad presupone la democracia, es decir, la democracia empieza con la responsabilidad de cada uno. Admitir este principio es dotar a la condición humana de su libertad en un marco socio-político de convivencia. Hacer lo contrario es propio del absolutismo. Así lo diseñó el contractualismo liberal materializada por la moral ilustrada: piensa en la humanidad como un fin y no como un medio, categoriza el imperativo kantiano.

Lo que posibilita nuestra convivencia es nuestra conducta libre y responsable. Si no existe la libertad (de elección) difícilmente podremos asumir nuestra responsabilidad. Por lo tanto, nuestro Estado poco tendrá que ver con una democracia. Lo paradójico, es que lo único que sostiene ese triángulo entre libertad, responsabilidad y democracia, que favorece nuestra condición de ciudadanía, no es algo tan estable y rígido a lo que poder agarrarse y construir un animal moral obediente y tolerante —si hay obediencia ya no hay libertad… y no hay democracia—, sino algo más escurridizo: una relación de confianza, un acto de fe, nada religioso, sino humano donde habita la más profunda de nuestras libertades: la voluntad, pues la confianza se encuentra siempre en la convicción de que el prójimo, y eso es algo imprevisible, actuará responsablemente.

Pero como es mucho suponer sobre la buena voluntad de la gente, vivimos cada vez más en la desconfianza. La globalización ha facilitado la interconexión social a escala mundial: de forma física, corpórea: podemos viajar por todo el mundo permitiendo una mayor interrelación entre unos y otros; y luego virtual: mantener esa interacción por redes sociales o conociendo directamente usuarios que campan por internet. Pero, al mismo tiempo, la globalización neoliberal impuesta, ha revelado nuestra vulnerabilidad. Ha edificado un sistema de desigualdad tan enraizado y violento que ha propiciado, como poco, un clima de desconfianza entre ciudadanos y un recelo permanente de la ciudadanía a los políticos pero también a la inversa: de los políticos a la ciudadanía.

La ciencia política se ha apresurado a demostrarlo durante esta cuarentena. Al preguntar a la gente si estaban cumpliendo el confinamiento y si pensaban que los demás también lo cumplían, llegaron a la conclusión de que el ciudadano se ve a sí mismo incorruptible, un ser que no se deja amedrentar por el Mal y pasaría sin esfuerzo un detector moral; mientras que el ciudadano ve a los demás como un egoísta e irresponsable, un tipo o tipa que no dudaría en expectorarte en la cara a la más mínima oportunidad. Así lo confirmaba la ESS (European Social Survey): la confianza entre la ciudadanía española es de las más bajas de Europa, lejos de los liberales nórdicos que resuelven sus diferencias con menos litigios que los españoles, y cerca de Hungría, Francia e Italia. El estudio también señala que la confianza es más baja de los ciudadanos hacia los políticos españoles solo por detrás de la de Italia.

El sesgo de atribución está muy extendido en Twitter: cuánto mayor sea el escarnio público mayor sensación de dominio y superioridad moral tendremos sobre el resto

A juzgar también por la gestión punitiva del gobierno español con la crisis del coronavirus (más de un millón de multas, según Amnistía Internacional) es lógico intuir que el Estado vea a la sociedad como un menor de edad sin criterio propio, un soldado raso que debe castigarse por la vía de la férrea disciplina. Porque ante la magnitud de convertir la catástrofe de la pandemia en una guerra y la constante transparencia informativa de afectados y muertos se propaga el miedo: la kryptonita de la confianza. Es entonces, desde el miedo, cuando el ciudadano asume que hay que ser más autoritario y aplicar medidas que nunca aceptaríamos bajo otras circunstancias para salvaguardar nuestra seguridad. Lo ha vuelto a demostrar la ciencia política: en un estudio de la Universidad de Barcelona, un 56,7% de los españoles sacrificarían sus derechos y libertades. 

Así que, si tenemos un Estado (una democracia) que funciona con el mazo y no con la confianza necesaria hacia su ciudadanía, obtendremos a cambio el mismo comportamiento ciudadano que conculca el Estado. Nos veremos con la autoridad moral de reprimirnos e insultarnos unos a otros y atacarnos desde los balcones y las redes sociales. Seremos todos presos y carceleros a la vez, disfrutando de los apaleados y detenidos por los excesos policiales que inundan nuestros móviles sin pensar el coste del prejuicio que implica estigmatizar y deshumanizar al otro.  

La neurociencia tiene una explicación para este tipo de comportamientos que producen un placer inusitado en el insulto, el sesgo de disponibilidad: cuánta mayor sea la sensación de caos mayor será la certeza de que quien no hace lo que haríamos nosotros es un delincuente en potencia; y el sesgo de atribución, muy extendido en Twitter: cuánto mayor sea el escarnio público mayor sensación de dominio y superioridad moral tendremos sobre el resto. 

No es de extrañar entonces que recobrar la confianza entre todos sea un asunto político —individual y colectivo— de vital importancia para garantizar que nuestra libertad camine hacia un Estado de derecho y no hacia un Estado autoritario que nos amordace y nos controle —presagio distópico— a favor de la seguridad. No podemos olvidar que la tarea requiere que el poder democrático actúe respetando la libertad de cada uno de nosotros sin diferencias, porque en esa libertad hay también la inmanencia del deber ciudadano que constituye nuestras democracias. El liberalismo profundizó en nuestra individualidad, pero la vida comunitaria nos enseñó que nuestros valores individuales requieren de unos compromisos que deben dirimirse desde nuestra responsabilidad civil, desde una ética ciudadana.

Recordar, casi tres siglos después, cuál es nuestro sistema de libertades individuales parecería una boutade ridícula, pero la pandemia ha allanado el peor camino para las democracias liberales

Voltaire decía que la libertad era la capacidad de actuar según la ley que hemos acordado entre todos, es decir, obedecer una ley en tanto que no impida tu libertad de acción. Pero Descartes, como nos contó Sartre en La libertad cartesiana (1947), no se quedó solamente en una libertad relativa cuya voluntad estaba determinada por la ley como la de Voltaire o Rousseau: fue mucho más lejos: “Descartes comprendió perfectamente —escribe Sartre— que el concepto de libertad comportaba la exigencia de una autonomía absoluta, que una acción libre era una producción absolutamente nueva cuyo germen no podía estar presente en ningún estado anterior del mundo, y que por lo tanto, libertad y creación no eran sino una y la misma cosa”. 

La autonomía de la voluntad de la que hablaban Descartes, Sartre o Kant, que se alejó del cristianismo, era la libertad de acción determinada por uno mismo, pues actuar con responsabilidad es hacerlo aunque no hubiera ninguna ley en la Tierra que te castigase. Somos libres de robar un coche o atracar un banco, pero si no lo hacemos porque tememos que un policía nos detenga, un juez nos condene o Dios nos castigue, entonces no estaremos actuando con responsabilidad, sino más bien por precaución. La autonomía de la libertad, decía Kant, no puede estar condicionada por ninguna otra voluntad que no sea la del propio individuo.

Recordar, casi tres siglos después, cuál es nuestro sistema de libertades individuales parecería una boutade ridícula, pero la pandemia ha allanado el peor camino para las democracias liberales. La desconfianza social y la confusión sistemática entre política y moral privada por parte de un Estado que ve a una sociedad ignorante, a su ciudadanía incapaz de valerse de su propio criterio, es la oportunidad que esperan los poderes autoritarios para poner a prueba nuestro sistema de valores. Porque, desde la Ilustración, el principio que sostiene una democracia es la confianza en que cada persona ejercerá responsablemente su autonomía. Es la respuesta que le dio Kant, en 1784, al clérigo Johann Friedrich Zöllner: “La Ilustración consiste en el hecho por el cual el hombre sale de la minoría de edad. Él mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la capacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro… ¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propio criterio!; he ahí el lema de la Ilustración”.

Sobre este blog
Un espacio de encuentro y debate para personas que participan o están en los alrededores de ese difuso cuerpo conocido como Movimientos Sociales.
Ver todas las entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Música
Música Aprendiendo filosofía con el punk patatero de La Polla Records
Los cáusticos esputos lanzados por Evaristo en las canciones de La Polla Records contenían materia adecuada para hablar de filosofía política en el instituto. Así lo entiende el profesor Tomás García Azkonobieta, autor de ‘La filosofía es La Polla’.
Pensamiento
Kristen Ghodsee “Necesitamos soluciones que podamos llevar a cabo sin la ayuda del Estado”
Esta escritora y etnógrafa estadounidense explora experiencias utópicas del pasado y del presente en su último libro ‘Utopías cotidianas’ (Capitán Swing, 2024).
Sidecar
Sidecar Mar y tierra, imaginarios de la extrema derecha
Hoy en día, la preservación de la diferencia antropológica y el sentimiento de fragilidad indígena son tropos comunes en la extrema derecha europea.
Sobre este blog
Un espacio de encuentro y debate para personas que participan o están en los alrededores de ese difuso cuerpo conocido como Movimientos Sociales.
Ver todas las entradas
Lawfare
Justicia a la derecha Pedro Sánchez no está solo: estos son los precedentes a su caso de ‘lawfare’
El presidente del Gobierno aseguraba en su carta que el suyo era un caso de lawfare “sin precedentes”. Lo cierto es que esta estrategia de judicializar la vida política se ha enraizado durante los últimos años.
Lawfare
Guerra judicial Las izquierdas brindan el apoyo unánime a Sánchez que él les negó durante la era del ‘lawfare’
Todos los partidos con representación en el Parlamento y ubicados a la izquierda del PSOE, también los soberanismos, han mostrado sus posiciones públicas en solidaridad con el acoso mediático y judicial contra el presidente del Gobierno.
Política
Lawfare ¿Qué decisiones puede tomar Pedro Sánchez tras amagar con dimitir?
Tras el anuncio del presidente, se abren varias posibilidades que no se resolverán hasta el lunes: ¿Una moción de confianza? ¿La convocatoria de elecciones? ¿Un cambio de marco? ¿Dimitir y dar el salto a la presidencia del Consejo Europeo?
Opinión
Opinión Cuando la mierda nos come
El panorama mediático se ha convertido en una amalgama de espacios a cada cual más insano. Basura fabricada por gabinetes ultras, aceptada por jueces afines y amplificada por pseudomedios de propaganda regados con dinero público. Hay que pararlo.
Medios de comunicación
Opinión ¿Y qué esperabas, Pedro?
Los gobiernos de derechas llevan años alimentando con dinero público a sus medios afines que esparcen bulos y manipulan sin que el Gobierno haya hecho nada para evitarlo.
Sanidad pública
Ribera Salud Hospital del Vinalopó: el último rehén de la privatización del PP valenciano
La vuelta del PP al gobierno valenciano ha supuesto un balón de oxígeno para la principal beneficiaria de la privatización sanitaria, que mantendrá la concesión de Elx-Crevillent a pesar del malestar social.

Últimas

El Salto n.74
Revista 74 Cuando los algoritmos te explotan: no te pierdas el número de primavera de la revista de El Salto
De cómo los algoritmos y la IA gestionan el trabajo de cientos de millones de personas con ritmos y condiciones del siglo XIX, y de mucho más, hablamos en nuestro número de primavera. Ya disponible para socias y en los puntos de venta habituales.
Eventos
Evento Un Salto al periodismo del futuro: súmate a nuestro primer evento para estudiantes y jóvenes profesionales
El viernes 10 de mayo, El Salto organiza una jornada de periodismo joven para profundizar en temas clave, nuevos lenguajes y formatos, desde un enfoque eminentemente práctico.
Antifascismo
Antifascismo en Roma 25 de Abril, día de 'La Liberazione'
El movimiento antifascista celebra el fin de la ocupación nazi con una demostración de poder en las calles de Roma.
Más noticias
Portugal
Portugal Cuando los campesinos portugueses tomaron la tierra… y la contrarrevolución se la despojó a tiros
Tras el 25 de abril de 1974 una ola de ocupaciones agrícolas impulsó en Portugal una profunda reforma agraria que los gobiernos socialistas y conservadores tardarían más de una década en desmontar.
El Salto Twitch
El Salto Twitch La Catana 2x06, comunicación política y campaña
Nos preguntamos cómo la carta de Pedro Sánchez atraviesa un momento político y electoral que se estira desde las generales, pasando por elecciones gallegas y vascas, para cristalizar en unas catalanas y europeas que van a marcar nuestro imaginario.
Derechos Humanos
Libertades y derechos Amnistía Internacional acusa al Estado de no investigar casos graves de violación de los derechos humanos
El informe anual de esta organización de derechos humanos denuncia “la persistente falta de rendición de cuentas por las violaciones de derechos humanos cometidas por el Estado español”.
Portugal
Memoria histórica 50 años del 25 de abril: la reforma agraria
Cuando se cumple medio siglo de la Revolución de los Claveles este catedrático y corresponsal de prensa en Portugal entre 1974 y 1975 relata una de las caras menos conocidas de este proceso histórico: la reforma agraria.
Medio ambiente
Minas en Andalucía La sinrazón de los vertidos mineros al Guadalquivir
Se cumplen 26 años del vertido minero desde la Mina de Aznalcollar al Río Guadiamar en abril de 1998. Ahora, los nuevos proyectos de vertidos mineros desde las minas Cobre-Las Cruces y Aznalcóllar-Los Frailes vuelven a poner en peligro la zona al no haber tenido en cuenta las características del lugar.

Recomendadas

Derechos reproductivos
Luciana Peker y Cristina Fallarás “El aborto se ha apartado del relato feminista porque genera consenso”
Las periodistas Cristina Fallarás y Luciana Peker forman parte del grupo motor de una campaña europea que quiere blindar el derecho al aborto mediante una iniciativa ciudadana que necesita un millón de firmas para llegar a ser debatida.
Música
Música Aprendiendo filosofía con el punk patatero de La Polla Records
Los cáusticos esputos lanzados por Evaristo en las canciones de La Polla Records contenían materia adecuada para hablar de filosofía política en el instituto. Así lo entiende el profesor Tomás García Azkonobieta, autor de ‘La filosofía es La Polla’.
Pensamiento
Kristen Ghodsee “Necesitamos soluciones que podamos llevar a cabo sin la ayuda del Estado”
Esta escritora y etnógrafa estadounidense explora experiencias utópicas del pasado y del presente en su último libro ‘Utopías cotidianas’ (Capitán Swing, 2024).