We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
República Democrática del Congo
La población civil sigue atrapada en el conflicto del este del Congo

“Visto desde fuera parece que la situación se haya estabilizado, pero el calvario continua para la población civil”, cuenta Steward Muhindo, investigador congoleño en el exilio. Muhindo, habitante de Goma, huyó de su ciudad cuando las milicias del M23, apoyadas por Ruanda, avanzaron hacia la República Democrática del Congo a finales de enero. Entonces, ocuparon la ciudad y marcharon hasta Bukavu, también en la República Democrática del Congo.
Ambas poblaciones están cerca de la frontera con Ruanda, el país que apoya al M23 según los informes de la ONU y el Departamento de Estado de los Estados Unidos. “Cada día hay asesinatos, violaciones, robos y secuestros”, añade Muhindo. Se trata del último capítulo de un conflicto cuyas raíces se pueden encontrar en la última década, los últimos treinta años o los últimos cien, según la perspectiva.
El M23 invadió Goma por primera vez en 2012, y tras una ronda de cancelaciones de ayuda de varios países occidentales a Ruanda, fue derrotado poco después. Después de una década de perfil bajo, a finales de 2021 reinició su ofensiva sobre el territorio congoleño, del que ya controla, más allá de Goma o Bukavu, minas como la de Rubaya, donde se extrae el 15% del coltán mundial, un mineral que sirve para las baterías de dispositivos electrónicos. El primer trimestre de este año ha representado su consolidación en un territorio que ronda los 8.000 km²: el equivalente a un país pequeño, ligeramente inferior a Gambia, pero mucho más rico en recursos naturales que fluyen de forma continua hacia Ruanda, que los exporta al resto del mundo.
“El Gobierno tiene que invertir en nuestras fuerzas armadas”
El 16 de febrero pasado, la vida de Peter Hamuli cambió por completo. Este militante de LUCHA, un movimiento social congoleño a favor de la democracia, recuerda esta fecha como el día en que Bukavu, su ciudad, fue ocupada por un grupo que la mayoría de la población considera extranjero: “La actividad económica ha parado, también en negocios como Bralima, una empresa cervecera en la que trabajaban cientos de personas. Los comerciantes han tenido que suspender sus actividades, no hay seguridad y ha habido pillajes. Las tiendas pueden ser atacadas y saqueadas”. No solo eso: en el territorio se ha producido una depreciación de la moneda; los bancos han cerrado y encontrar dinero se ha convertido en algo cada vez más difícil. Todo ello ha encarecido considerablemente la vida de la ciudadanía.
República Democrática del Congo
África Claves para entender la guerra en la República Democrática del Congo, más allá de sus recursos
Con un toque de queda a partir de las ocho de la tarde, la mayoría de los habitantes no sale de casa a esa hora, pero incluso en estas circunstancias su seguridad no está garantizada: “Hace poco fui atacado y torturado por hombres armados, me robaron el teléfono y el ordenador. Me llevaron con ellos y después me dejaron ir”, recuerda Hamuli. Su deseo es el de muchos habitantes de la ciudad: que el Gobierno congoleño acabe con esta guerra. “El Gobierno tiene que invertir en nuestras fuerzas armadas, el ejército es el único capaz de proteger la integridad de nuestro territorio”, añade. Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo, queda a más de 2.200 kilómetros de Bukavu, la misma distancia que separa Barcelona de Varsovia, en un país cuya superficie es equivalente a toda Europa occidental.
Un conflicto africano con beneficiarios globales
Desde su conquista y conversión en el jardín personal de Leopoldo II, el rey de los belgas, a finales del siglo XIX, las riquezas del Congo han atraído el interés de las grandes potencias de cada época. Este sentimiento de agravio histórico se ha trasladado al discurso público de muchos congoleños, que hoy ven a Ruanda como una herramienta de los intereses de sus antiguos explotadores. El protocolo de entendimiento que la Unión Europea firmó con Ruanda en febrero de 2024, cuyo objetivo declarado era reforzar la trazabilidad y la transparencia en la cadena de suministro de minerales, fue leído como una confirmación de esa visión.
Nicolás Berlanga, embajador de la Unión Europea en la República Democrática del Congo, considera que la situación es más compleja: “Yo creo que es positivo que la Unión Europea influya en Ruanda hasta donde pueda en el tema de la transparencia y la trazabilidad, es bueno para Ruanda y para el Congo. El protocolo de entendimiento está bajo revisión, paralizado. El Gobierno de Ruanda no ha avanzado en las medidas propuestas en ese texto, como las de transparencia”, explica en declaraciones para El Salto. Berlanga considera que la Unión Europea, a través de su alta representante, Kaja Kallas, ha tenido una posición coherente: lo que no vale en Ucrania con la invasión rusa no vale en el Congo con la invasión ruandesa. A mediados de marzo, varias personalidades vinculadas al ejército ruandés y al M23 fueron sancionadas por la UE.
En lo que llevamos de año, Pekín ha comprado el doble de coltán a Ruanda que al Congo, según los datos de la administración general de aduanas china
Peter Hamuli, sin embargo, sí que incluye a la Unión Europea en la lista de entidades que considera que han perjudicado a su país: “Citamos a la Unión Europea en la lista de instituciones implicadas, por sus acuerdos de partenariado con Ruanda —aunque puedan romperse—. China también tiene vínculos económicos con Ruanda, igual que los Emiratos Árabes Unidos. No hay un embargo de armas contra Kigali, y la ONU no hace lo que debería. La misión de Naciones Unidas ha estado aquí 25 años, ha sido la más cara de la historia, y no ha habido resultados sobre el terreno”.
En lo que llevamos de año, Pekín ha comprado el doble de coltán a Ruanda que al Congo, según los datos de la administración general de aduanas china. El otro gran actor en este comercio de minerales son los Emiratos Árabes Unidos, que le compran oro a Ruanda pese a que el país no posee suficientes minas que justifiquen su volumen de exportaciones.
Ruanda, que entre 2000 y 2010 apenas exportó 129 kilos de oro, ha convertido este mineral en su principal fuente de divisas. Entre 2014 y 2023 ingresó más de 4.000 millones de dólares por la venta de 87.000 kilos, el 98% acabó en los Emiratos Árabes Unidos
Un informe de Naciones Unidas de 2019 ya alertaba de esta situación. Ruanda, que entre los años 2000 y 2010 apenas exportó 129 kilos de oro, ha convertido este mineral en su principal fuente de divisas. Entre 2014 y 2023 ingresó más de 4.000 millones de dólares por la venta de 87.000 kilos de oro, y el 98% acabó en los Emiratos Árabes Unidos. Este, ya refinado, acabó llegando a otros mercados a través de Suiza, Turquía y Hong Kong. El coltán, parte de una batería, circula en los móviles, tabletas y ordenadores que llegarán a los mercados de Europa, Estados Unidos y el resto del mundo.
Conversaciones de paz
Estados Unidos y Qatar han dinamizado las últimas conversaciones de paz entre la República Democrática del Congo y Ruanda, aunque hasta ahora no han fructificado. El presidente congoleño, Felix Tshisekedi, llegó a ofrecer concesiones minerales a Washington a cambio de protección militar. Steward Muhindo, el investigador exiliado, considera que hasta el momento, los diferentes mediadores han priorizado sus intereses económicos por encima de la justicia que merece la población congoleña.
“Quizás la solución para el futuro es una regionalización de la gestión de bienes, en el que se cree un clima de confianza con unas reglas comunes en las que todo el mundo pueda participar, pero de manera pacífica”
Berlanga, el embajador de la Unión Europea en el Congo, apunta a la necesidad de ir más allá de los intereses económicos de las partes, y cita el plan de paz de la ministra de exteriores congoleña, que implica la retirada del M23 de la zona: “Quizás la solución para el futuro es una regionalización de la gestión de bienes, en el que se cree un clima de confianza con unas reglas comunes en las que todo el mundo pueda participar, pero de manera pacífica”, apunta. Una perspectiva compartida por Peter Hamuli, el activista de LUCHA en Bukavu: “Los pueblos de la región no tenemos problemas entre nosotros: es la política del Gobierno de Ruanda la que está frenando la paz. Es necesario que ambos países tengan dirigentes responsables que entiendan que los ciudadanos queremos vivir juntos y en paz, y que respeten la integridad territorial de cada país”, concluye.