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Extremadura
Las cosas de palacio
El autor se pregunta a dónde van a parar todos aquellos acuerdos y compromisos que se adquieren en la Asamblea de Extremadura y nunca se cumplen, pero que atañen directamente a la vida de la gente corriente.
Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que volvimos a creer en las utopías. Un rumor de mediados de mayo se levantó desde las plazas ocupadas por la gente de la calle, la que no tenía nombre ni aspiraba a tenerlo en los parlamentos o en las instituciones. “¡No nos representan!”, gritábamos, señalando a la que reconocíamos como la cueva de Alí Babá y los cuarenta ladrones.
Aquello cambió, y como escribió en uno de sus poemas Antonio Orihuela, al pasar por el Polígono Nueva Ciudad de Mérida, hoy podemos decir (o decir podemos) que hemos pasado por la plaza donde ayer nos juntábamos un centenar de personas para construir el mundo futuro, y hemos visto que hoy tenemos seis diputados en la Asamblea de Extremadura y una plaza vacía.
Durante aquel tiempo de utopías desempolvadas trabajé duro –junto a muchos otros, junto a muchas otras- por lograr alcanzar el horizonte, a sabiendas de que, como dicen los versos de Galeano, el horizonte siempre está más lejos, pero al menos nos sirve para caminar.
Elaboré discursos, argumentarios, propuestas para llevar a la Asamblea de Extremadura con intención de que quienes ahora sí nos representaban defendieran lo que hasta el momento había permanecido indefendible
Sin pedir nada a cambio –ni dinero, ni reconocimiento, ni amistades ilustres- elaboré discursos, argumentarios, propuestas para llevar a la Asamblea de Extremadura con intención de que quienes ahora sí nos representaban defendieran lo que hasta el momento había permanecido indefendible, a pesar de que las propuestas eran las más comunes que pueda dictar el sentido común.
Una de aquellas fue la propuesta de impulso presentada por el área de Educación de Podemos Extremadura en la que se instaba a mejorar el procedimiento y los requisitos del reintegro de gastos de productos farmacéuticos, ortoprótesis y asistencia sanitaria, así como de las ayudas por desplazamiento y estancia. En resumen, se pedía que se cambiara el procedimiento para abonar desde la Junta de Extremadura (el SES) las ayudas económicas a las personas con discapacidad que solicitaban una ayuda técnica que les permitiera realizar una vida plenamente normal, tales como la compra de un audífono, una silla de ruedas o una grúa de movilización. Hasta la fecha, quien precisaba comprar una de estas ortoprótesis (prótesis externas), tenía que pagarlas primero de su bolsillo, a pesar de lo caras que son, y después solicitar la ayuda presentando la factura. Cuando esta se concedía, lo cual no acontecía en todos los casos, sólo se concedía un tanto por ciento exiguo, con bastante retraso y tras un ingente papeleo que corría a cargo del solicitante.
Aquella propuesta de impulso que sólo buscaba cambiar el procedimiento (admitiendo el SES, por ejemplo, una factura proforma que permitiera adelantar la ayuda al solicitante antes de desembolsar el dinero) y ampliar la cuantía de las ayudas, salió adelante. Fue aprobada por unanimidad por los grupos parlamentarios representados en la Comisión de Sanidad, Políticas sociales y Vivienda de la Asamblea de Extremadura (PSOE, PP, PODEMOS, Ciudadanos), es decir, por todos los grupos políticos, que se felicitaron a sí mismos y mutuamente por su gesto de altruismo en pro de la beneficencia pública. A partir de aquel momento, las familias podrían adquirir las prótesis primero y pagarlas después.
Aquella iniciativa fue aprobada el 22 de febrero de 2017, hace ya tres años y pico. Ya ha llovido desde entonces.
La familia de Alex, un niño de seis años de Mérida con el Síndrome de Cach, una enfermedad rara, ha iniciado una campaña a través de una plataforma en la que se precisan sólo 500 firmas
Sin embargo, hace unos días me entero por la prensa de que la familia de Alex, un niño de seis años de Mérida con el Síndrome de Cach, una enfermedad rara, ha iniciado una campaña a través de una plataforma en la que se precisan sólo 500 firmas (cuando escribo este artículo apenas lleva 300) para llevar a la Asamblea de Extremadura las mismas propuestas que, se supone, ya están aprobadas desde febrero de 2017.
Según se desprende de la iniciativa de la familia de Alex, todo sigue igual. El procedimiento de abono de las ayudas de carácter ortoprotésico sigue siendo el mismo, nunca cambió, a pesar de ser aprobado hace ya tres años en el órgano de mayor relevancia de Extremadura, un procedimiento que provoca y sostiene una grave discriminación para personas con diversidad funcional basada en criterios económicos.
¿Acaso la política de altos vuelos funciona de algún extraño modo que se nos escapa al común de la plebe? No logro entender por qué razón algo que se aprobó hace ya tres años aún no ha adquirido vigencia. Me pongo a investigar sobre otras iniciativas en las que eché tiempo y esfuerzo (comedores escolares, declaración de Bien de Interés Cultural de las Colonias Penitenciarias de Montijo…) y veo que casi todas acabaron igual: grandilocuentes declaraciones de triunfo cuando fueron aprobadas, sonoros golpes de pecho de quienes se erigían en defensores de los que no tienen voz, aspavientos, fatuidades y vanis loquis. Agua de borrajas.
Entre declaraciones del hemiciclo violeta, el congreso arcoíris y el parlamento de la memoria histórica (loables declaraciones), la practicidad de otras iniciativas que atañen a la cotidianeidad de la gente corriente parece haberse ido al garete ante la urgencia de afianzar sueldos, posesión de dispositivos electrónicos, plazas de aparcamiento o tratamientos de usía. Poca diferencia existe entre derecha e izquierda en un parlamento donde nadie cumple los compromisos contraídos y se deja pasar el tiempo, a ver si el olvido ayuda en la tarea del borrón y cuenta nueva de cara a las próximas elecciones.
Cuanto más creo en la política, menos me fío de los políticos, si otrora gente de bien, a la vista está que hoy gente bajo sospecha.