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Laboral
El mundo del trabajo y cómo matar en vida a la clase trabajadora
El cooperativismo asambleario y la economía circular son las dos únicas soluciones para generar otros paradigmas laborales en los que el apoyo mutuo y la sustentabilidad ambiental se den la mano en un contexto de colapso civilizatorio que se antoja peor de lo que es en la actualidad.
En pleno siglo XXI vivimos una realidad tosca y miserable en cuanto al mundo laboral se refiere. Un mundo laboral que nos obliga a “buscarnos las lentejas”, en la mayoría de los casos, en grandes o medianas empresas que se estructuran en base a organigramas productivistas y de gestión vertical. Es decir, buscan en todo momento los mínimos costes y los máximos beneficios, al igual que se vertebran en torno al mantra de la obediencia ciega al jefe sin disidencia o crítica de gestión alguna.
En base a lo anterior, y por raro que pueda sonar, en muchos casos las medianas o pequeñas empresas pueden ser más coercitivas y represivas que las grandes cadenas, ya que en estas segundas, en contraposición con las primeras, es más fácil ejecutar una sección sindical sin tener la lupa de tu jefe o jefa todos los días sobre tu labor sindical.
El tema es que el problema de ese modelo de gestión laboral no se queda ahí, esa forma de funcionar y dirigir a un equipo de personas podemos aseverar que pone más incovenientes sobre la mesa que soluciones. De tal forma, es preciso destacar en esta línea que el liderazgo estratificado y burocrático convierte a trabajadoras con cargos intermedios de gestión —jefes de equipo— en reforzadores del sistema de explotación proletariado-clase dominante. Del mismo modo, los cargos existentes —encargados/as— entre esos estratos de trabajadores con poder de decisión y la propia plantilla, ejecutan la labor de vigilancia y supervisión de sus compañeros y compañeras para, así, poder poner al superior en cuestión al día de todo lo que se cuece en el centro de trabajo. Lo más triste de esta situación es que muchas veces los “jefecillos” no llegan a los 1.400 euros y los encargados de plantas o centros de trabajo rozan con suerte los 1.200 o 1.100 euros al mes. Poca “panoja”, como dirán algunos, para sacrificar seguramente el futuro de sus coetáneos, su descendencia —si la tuvieran— y el suyo propio.
Por mucho que pueda parecer contraproducente la afirmación del párrafo anterior, es más que cierta debido a que casi siempre se da en la vida en general, y en el mundo laboral en particular, la tan conocida “teoría de las cadenas”. Teoría en la que se da el llamado “efecto de la caída de naipes”, el cual consistente en que desde los puestos más altos se aprietan las tuercas a los cargos intermedios de la pirámide; dicha acción repercute progresivamente desde esos cargos intermedios hasta los estratos más bajos del organigrama laboral y más allá. O sea, desde la dirección al director de departamento y desde el trabajador o trabajadora, hasta el ámbito familiar o el circulo de amistades.
El verdadero drama de todo esto no es la miseria que encierra esta situación, si no el sustrato de la misma. Me explico, todo este modelo laboral genera que los propios trabajadores y trabajadoras, con sus diferentes contextos personales, acaben desarrollando conductas de “traición” hacia sus propios compañeros y compañeras, “vendiendo” información a los jefes y jefas a costa de favores y ventajas en su día a día en el centro del trabajo. Por desgracia, esto que comento no es una anécdota, si no más bien una práctica generalizada en el mundo en el que vivimos.
Las soluciones para revertir estas situaciones en teoría no son pocas, pero son muchas las trabas para ejecutarlas en un contexto en el que las clases populares a duras penas pueden llegar a fin de mes con un mínimo de dignidad. El cooperativismo asambleario y la economía circular han de ser, y son a mi modo de ver, las dos únicas soluciones para generar otros paradigmas laborales en los que el apoyo mutuo y la sustentabilidad ambiental se den la mano en un contexto de colapso civilizatorio que se antoja peor de lo que es en la actualidad.
Es obvio, y aquí no hay lugar a la duda, que lo que planteo no es fácil y es muy complicado de implementar no solo por un tema logístico, si no también por el componente humano. Este último elemento podemos afirmar que es el mayor Caballo de Troya para la solidificación de los proyectos de raíz libertaria, tallo ecosocial y germinación socialista. Lo es porque todo lo que siempre ha acompañado a las diferentes “izquierdas” ha querido ser justo, plural y de clara filosofía humanista. Por desgracia, parece que los propios humanos no dejamos de fallarnos a nosotros mismos una y otra vez, demostrando que no sabemos dejar de lado los egos y trabajar en pro de un mundo mas justo, solidario y verdaderamente socialista; sin clases, ni sistemas autoritarios en el ámbito político, pero tampoco, como vengo relatando, en el apartado económico.
Con este artículo no pretendo frivolizar sobre esta problemática, ya que soy más que consciente de que detrás de cada cara se encuentra una historia de cargas familiares o personales que nos lleva a ejecutar una u otra acción, que nos abocan a ejercer uno u otro cargo y que, por ende, nos emplaza a contextos de responsabilidad que igual no deseamos, pero que aceptamos por pura necesidad personal. Por ello, y en nuestras manos esta, necesitamos generar cajas de resistencia y luchar por plantillas estables que puedan defenderse de los abusos de la patronal o de las pequeñas y medianas empresas, caminando, como no, hacia la generación de esos marcos laborales más justos y necesarios para nuestra sociedad. En este camino debemos ser fieras a la vez que tiernos. Fieras porque es la perseverancia y la tenacidad las que han construido las conquistas y los avances sociales. Tiernos en nuestra acción, ya que han sido la solidaridad, el apoyo mutuo y los cuidados los que han permitido a los y las trabajadoras resistir en muchos de los conflictos laborales que se han librado en el pasado y que se siguen librando en el momento en el que escribo estas palabras.
Sin más dilación, y de la mano de lo que pretende ser un artículo de opinión, hago una ultima reflexión: somos nosotras, la clase trabajadora, aquellas y aquellos que componemos una fuerza de
trabajo que no importa que se de en una fábrica, en un centro comercial o en una taberna, ya que la misma, se basa en el tiempo que aportamos de nuestra vida y en el esfuerzo físico o psicológico que desempeñamos para generar unas riquezas que no son para nosotras o el bien colectivo, si no más bien para una minoría que reparte las migajas de tan jugoso manjar entre su ejército de asalariados. Por ello y sin querer entrar en una teoría alejada de la calle y de las clases populares, he de decir que, por mucho charlatán que intente decir que la sociedad ya no se estructura en clases sociales o que la clase trabajadora no existe, debo decir al respecto que esas afirmaciones son rotundamente falsas, ya que a día de hoy, como en el pasado, siguen y seguirán, si no lo frenamos, existiendo asalariados y propietarios, y, como en el pasado, dentro de la facción trabajadora existen y existirán asalariados con cargos intermedios que generan dinámicas de gestión y vigilancia intermedias entre el patrón y la prole desposeída del control de sus propias vidas.
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"El cooperativismo asambleario y la economía circular han de ser, y son a mi modo de ver, las dos únicas soluciones para generar otros paradigmas laborales"
No se si es un malentendido, pero las dos únicas soluciones, parecen reformistas e individualistas.
LAs cooperativas enmarcadas en el mismo sistemas siguen compitiendo con otras empresas. Sus condiciones también dependen de su capacidad de situarse dentro de mercado, y regulan las condiciones de otras empresas. Más justo, si; más ético, también. Enmarcado en el mismo sistema es solución individual. Con vistas a fortalecerse de cara al conflicto de clases buena idea, como estrategia de emancipación la clase trabajadora no lo parece.
El sistema permite esos modelos dentro de si mismos,hasta que le molestan. Asi que mejor concienciarse en la necesidad de transformar mediante el conflicto entre clases. Comentas que esas clases existen, pero obvias que están en lucha y que ningún grupo va a permitir a los otros cambiar de situación por las buenas.