Opinión
Madrid, historia de dos ciudades cada día más distantes

Las familias madrileñas se encuentran ahora mismo entre la espada que es la inflación y la pared de las políticas neoliberales de Madrid.
Cola hambre pobreza
Cola de personas esperando un reparto de alimentación, en un barrio madrileño. Álvaro Minguito
miembro del Círculo de Podemos Centro
8 sep 2022 06:00

La desigualdad como modelo sistémico. Este es el patrón de sociedad hacia la que avanza la ciudad y la Comunidad de Madrid —aunque, la verdad sea dicha, es extrapolable al resto del Estado—. Según el último estudio FOESSA presentado por Cáritas, en Madrid las personas en situación de exclusión social aumentaron cinco puntos entre 2018 y 2022, pasando del 17% al 22%, o lo que es lo mismo, un total de 370.000 personas están en situación de pobreza.

Estas cifras, que deberían haber encendido las alarmas de las administraciones municipales, autonómicas y estatales, no han tenido una réplica o un proyecto global que las ataje.  En el caso de la ciudad de Madrid, resulta incluso más clamoroso el proyecto que se propone desde el Consistorio. Hace meses El Periódico de España nos sorprendía analizando el nuevo Índice de Vulnerabilidad Territorial Agregado (IVTA), el sistema para asignar los recursos de manera justa a los distintos barrios, dejando patente que el modelo de ciudad que se nos propone es el de la desigualdad.

Según este nuevo modelo, Ibiza —área comprendida entre El Retiro y la calle de O’Donnell— es, con una puntuación de 102, el barrio más vulnerable de Madrid. Lavapiés-Embajadores, por su parte, se encuentra en la posición 36 de la tabla y tiene un índice de vulnerabilidad de 45 puntos, situación que resulta chocante si hacemos una comparativa real entre áreas.

Vulnerabilidad, empobrecimiento y aumento de la desigualdad, estos parecen los objetivos bajo los que trabajan —no se puede decir que de manera coordinada, pero sí efectiva—, Ayuntamiento y Comunidad de Madrid. Si la educación pública debería ser el espacio en el que se equiparan niños y niñas no importando su origen o la condición económica de sus familias, esta se elimina. Es lo que ha sucedido con el decreto del cierre de las escuelas públicas de 0-6 años por parte de Isabel Díaz Ayuso; y el Ayuntamiento,  por su lado, únicamente ha dado plaza en una escuela infantil municipal a 3.683 familias, dejando fuera a otras 25.489.

El resultado de esta decisión política es demoledor, ¿qué recursos le quedan, pues, a estas 25.489 familias? O bien recurrir a familiares o bien acudir a una escuela infantil privada por 500 euros al mes o bien proceder a una reducción de jornada de uno de los cónyuges, sistema que no hace sino ahondar en la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres, puesto que son precisamente estas últimas las que se acogen a ésta solución.

Con este panorama, las cuentas para la crianza no salen. Según el reciente estudio ‘El coste de la crianza en 2022. Comunidad de Madrid’ de Save the Children, entre 2018 y 2022, el coste para el cuidado de un hijo o hija se ha encarecido un 26% hasta sumar 814 euros al mes –aclaración, el cierre de las escuelas infantiles mencionado no aparece contemplado en este estudio–.

Detrás de estas medidas se encuentra el modelo de la desigualdad, simple y llanamente. Las familias madrileñas se encuentran ahora mismo entre la espada que es la inflación y la pared de las políticas neoliberales de Madrid. Por ejemplo, según los nuevos cambios en el IRPF, tener descendencia en la Comunidad de Madrid supondrá en cada hogar un “ahorro impositivo de 700 euros durante 3 años”, pero estos cambios empezarán a tener efecto en un año, por lo que de nada sirve ahora a las familias que necesitan este septiembre una escuela infantil.

En definitiva, el modelo de la desigualdad por la que dos ciudades conviven en Madrid y son cada día más distantes es patente desde los primeros años de vida, estableciendo un sistema que torpedea el ascensor social.

Contra este escenario, en la izquierda tenemos una (nueva) oportunidad en 2023 para volver a ser transformadora y generar ilusión y esperanza de victoria. Es necesario generar un modelo que promueva una ciudad igualitaria, que reduzca la exclusión social, que convierta a Madrid en una ciudad amable e inclusiva y, sobre todo, que sea la ciudad que la ciudadanía sueña.

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