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Sanidad pública
Centro de salud Montijo-Puebla: de la vergüenza y de la dignidad
Si hay una clara imagen de la vergüenza a la vez que de la dignidad, esa es la del grupo de personas mayores, la mayoría de ellos y ellas pasando ya los 70, que todos los viernes, al caer la tarde, se reúnen en la plaza de España de Montijo (Badajoz), llueva, haga frío o un sol de justicia, para reivindicar una sanidad pública, gratuita, universal y, sobre todo, digna, reclamación dirigida hacia el Centro de salud de Montijo-Puebla de la Calzada, organismo dependiente del Servicio Extremeño de Salud que acoge a un volumen de población de más de 23.000 personas y que a día de hoy no dispone de ambulancia medicalizada las 24 horas del día durante todos los días del año, pediatría de urgencias ni suficientes profesionales de la enfermería y medicina para atender de forma adecuada a las poblaciones a las que da servicio: Montijo, Puebla de la Calzada, Barbaño, Lácara, Lobón, Torremayor y alguna otra más que, seguramente, quedará en el olvido.
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La imagen es de vergüenza porque, a pesar de la demostrada profesionalidad de quienes trabajan en dicho centro, el tiempo de espera medio de una cita presencial es de quince días, cuando hay suerte, y una vez que se acude a dicha cita se queda al albur de las necesidades sanitarias del momento, a riesgo de que el médico o médica que te toca tenga que salir corriendo a atender una urgencia fuera del centro de salud, dejando a sus pacientes en la puerta de la consulta sin saber a qué hora serán atendidos, todo ello sujeto a jornadas maratonianas de dichos profesionales.
El Centro de salud de Montijo-Puebla de la Calzada, organismo dependiente del Servicio Extremeño de Salud que acoge a un volumen de población de más de 23.000 personas [...] a día de hoy no dispone de ambulancia medicalizada las 24 horas del día durante todos los días del año, pediatría de urgencias ni suficientes profesionales de la enfermería y medicina
Es también de vergüenza porque, a pesar de ser una cuestión de primera necesidad, los alcaldes de Montijo y de Puebla de la Calzada, ambos del PSOE, ningunean a la plataforma que se reúne todos los viernes en la plaza del pueblo para defender la sanidad pública. Jamás han hecho acto de presencia y las explicaciones que dan son para echar balones fuera, escudándose en que esto de la salud pública no es cosa suya, sino de sus primos, los mandamases de la Junta. Andan tranquilos, a sabiendas de que la protesta, a pesar de estar en la mente de toda la población que sufre la carencia, nunca aglutinará a más de unas cuantas personas, las que están dispuestas a dar la cara, mientras el resto de la mayoría la oculta, pues son tiempos en los que pronto le tocará a alguien de la familia coger la escoba que da el Ayuntamiento para barrer las calles, y no es buena idea ni inteligente, si no se quiere pasar hambre, contrariar al señor alcalde, pues todo se apunta en la libreta de los debes y de los haberes.
Es una imagen de dignidad porque son unos cuantos viejos que se hacen llamar Movimiento en Defensa de la Sanidad y los Servicios Públicos, quienes a estas alturas del “Estado de derecho” deberían estar en el parque jugando con sus nietos o sentados en el pretil de la plaza tomando el fresco. Aun así, se empeñan en coger un megáfono y desplegar una pancarta para reclamar la mejora de un servicio para el que han cotizado a lo largo de toda su vida y que ahora les arrincona con la incertidumbre de sus achaques.
Es de dignidad también porque entre sus impulsores se encuentra gente como Rafael Cruz Moreno, vecino de Montijo ya entrado en años, trabajador del campo y currante a pie de obra durante toda su vida, pensionista ahora, militante de tantas cosas, quien fuera en su día, allá por el año 1987, hace la friolera de 35 años, concejal del PCE en Montijo.
A pesar de ser una cuestión de primera necesidad, los alcaldes de Montijo y de Puebla de la Calzada, ambos del PSOE, ningunean a la plataforma que se reúne todos los viernes en la plaza del pueblo para defender la sanidad pública. Jamás han hecho acto de presencia y las explicaciones que dan son para echar balones fuera
El 22 de enero de 1987 Montijo estaba gobernado por el PCE. Aquel día se celebró un pleno en el pueblo en el que el mismo Gobierno municipal presentó una moción en la que se reivindicaba la construcción de un nuevo centro de salud que sustituyera al entonces existente, que dejaba mucho que desear. La reivindicación de entonces trataba de hacer patente una concesión del INSALUD de cinco años antes que no acababa de cuajar. En aquel pleno, harta ya la ciudadanía de esperar, el pueblo se hizo voz a través de sus gobernantes y se aprobó llevar a cabo desde el Ayuntamiento las siguientes acciones:
- Reunión urgente de todas las asociaciones ciudadanas, partidos, sindicatos, empresarios, etc.
- Llamamiento a los Ayuntamientos de la comarca y parlamentarios.
- Encierro de la Corporación en Pleno el jueves día 29, desde las 10 hasta las 19 horas.
- Asamblea informativa el día 31 de enero con todos los vecinos de Montijo y posterior Manifestación por las calles del Pueblo.
- Cierre de establecimientos de 11 a 2 el día 31de enero.
- Poner pancartas en el Ayuntamiento, octavillas por las casas y cuñas en las radios locales.
Eran tiempos en los que las palabras Manifestación y Pueblo se escribían con mayúsculas. Aquella moción se aprobó por unanimidad, logrando con el tiempo que se construyera un nuevo centro de salud más amplio y digno para Montijo y para los pueblos de alrededor. Uno de los firmantes de la moción fue Rafael Cruz, concejal comunista, quien 35 años después sigue enarbolando el megáfono para reclamar lo mismo que reclamaba, frente a un Ayuntamiento que ahora hace oídos sordos y que convierte el consistorio en un pesebre donde abreva más de un necesitado o necesitada, no solo falto de pan, sino de la dignidad que gente como Rafa le devuelve viernes a viernes, a pesar de alcaldes que escurren el bulto cuando hay que jugársela.
Queda poca gente como Rafa y sin embargo hay mucha como los alcaldes mencionados. Al primero le mueve el interés de sus vecinos y vecinas y no el propio; a los segundos les mueven otros que da vergüenza mencionarlos. Como dato que remarca el altruismo de Rafa, cabe decir que en aquel pleno en el que era concejal en enero de 1987 no solo se aprobaron las acciones para lograr un centro de salud digno, sino también la concesión por parte del Ayuntamiento de diez mil pesetas a un grupo de estudiantes para que asistieran en autobús a una manifestación en Badajoz en contra de la reforma educativa del momento. La aprobación fue por unanimidad. Eran otros tiempos.
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