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Opinión
Diez alternativas a la seguridad militarizada

Con motivo de la próxima cumbre de la OTAN (24 y 25 de junio), organizaciones sociales, pacifistas, ecologistas, sindicales y políticas de distintos territorios del Estado español convocan hoy y mañana en Madrid la Conferencia por la Paz y contra el Rearme.
Este encuentro busca denunciar el genocidio en Gaza, la nueva escalada bélica tras los bombardeos de Israel a Irán, la guerra en Ucrania y otros conflictos armados como los del Sáhara Occidental o la República Democrática del Congo. Asimismo, se enmarca en una ola de movilizaciones europeas contra la cumbre de la OTAN en La Haya, y pretende impulsar la construcción de un movimiento por la paz. En este marco, se debatirá cómo enfrentar el rearme global y el aumento del gasto militar —en particular el de la OTAN, la UE (con su programa Rearm Europe) y el actual Gobierno de coalición (PSOE-Sumar).
Una de las mesas redondas abordará las “alternativas a la seguridad militarizada”, partiendo del reconocimiento de que el militarismo refuerza sistemas de opresión como el racismo, el patriarcado y el capitalismo. Este texto recoge una visión alternativa centrada en la justicia y la no violencia.
1. Paz, diplomacia transformadora y no agresión
La seguridad militarizada ha sido el paradigma dominante en la gestión de conflictos y la legitimación de los estados. No responde solo a amenazas externas, sino que protege el sistema capitalista y, en particular, el modelo energético fósil y extractivista: desigual, patriarcal, racista, colonial, insostenible y violento.
Alternativas:
- Promover el alto el fuego, la diplomacia transformadora, la resistencia no violenta y el diálogo intercultural. Lenguaje de paz y entendimiento.
- Recuperar el Informe sobre Seguridad Común de la ONU (1982): la seguridad solo es posible si también la disfrutan las otras partes.
- Finalizar el apoyo a potencias agresoras como EE.UU. o Israel y restituir el derecho internacional.
- Impulsar una negociación justa entre Rusia y Ucrania: retirada de tropas rusas, levantamiento de sanciones, devolución de activos. Construir un orden de seguridad europeo común (incluyendo a Rusia y Ucrania en pie de igualdad), basado en la Carta de París (1990).
- Romper relaciones diplomáticas y comerciales con Israel hasta detener el genocidio en Gaza y la ocupación ilegal de los territorios palestinos. Juzgar y sancionar a Israel por sus crímenes en Palestina.
2. Descolonizar las relaciones internacionales
El militarismo sostiene el orden imperialista y su “modo de vida” basado en dominación. A los ojos de los partidarios del rearme, la amenaza a la paz y la seguridad viene de Rusia (y China)., según una narrativa difundida especialmente por medios de Estados Unidos, Europa del Este y Alemania.
Alternativas:
- Romper con la lógica de “democracias versus autocracias” de la nueva Guerra Fría que oculta el auge autoritario y reaccionario en Occidente (desde Estados Unidos a Portugal, de Hungría hasta Polonia, de Italia hasta Francia, de los Países Bajos hasta el Reino Unido).
- Descolonizar y desmilitarizar las políticas de seguridad desde una perspectiva ecosocial y anticapitalista.
- Fomentar la cooperación internacional, la solidaridad y el desarme estructural. La seguridad no se puede lograr mediante la disuasión, sino mediante el fomento de la confianza, el control de armamentos, los tratados de desarme y la no agresión estructural.
3. Desarme (también nuclear), desmilitarización y ruptura con alianzas bélicas
El militarismo destruye el planeta. El rearme genera inseguridad: el mero intento de lograr la seguridad unilateralmente genera inseguridad en el bando contrario y desemboca en una carrera armamentista a expensas del gasto civil en educación, sanidad, pensiones, vivienda, protección ambiental y del clima, etc. La rivalidad cada vez más feroz entre las grandes potencias, no sólo persigue objetivos militares, sino también el dominio económico en los mercados mundiales.
Alternativas:
- Control democrático de la política de defensa. Redirigir el gasto militar hacia el bienestar y la adaptación al colapso ecológico (seguridad ecológica).
- Prohibir el comercio de armas, las armas nucleares y los sistemas autónomos letales (robots asesinos o cualquier inteligencia artificial para matar).
- Salida de la OTAN, que convierte la militarización en la única política de seguridad y promueve una “defensa” expansiva que se legitima frente a “nuevas amenazas”, lo que construye un escenario permanente de tensión y recrudece intervenciones militares siendo un instrumento para la hegemonía energética y militar (garantizando acceso militar a recursos, infraestructuras, mercados y rutas comerciales). Su rastro es devastador: Serbia, Afganistán, Irak, Kosovo o Libia marcan el fracaso de la política exterior militarista. País por el que pasa la OTAN, país que deja arrasado.
- Romper con el concepto «OTAN 2030 - Unidos para una nueva era», adoptado en su cumbre de Madrid (2022) y que identifica a Rusia como «adversario estratégico» y a China como «adversario sistémico», así como los intereses geoestratégicos de EE.UU. El Pentágono insinúa haber conseguido con el apoyo militar a Ucrania reducir la capacidad militar rusa a la mitad. Declinar las demandas de larga data de los EE.UU., que impone, desde su “giro hacia Asia-Pacífico” alrededor de 2011, un reparto de la carga financiera y operativa dentro de la OTAN, lo que en última instancia significa una división transatlántica del belicismo contra China (y Rusia).
- Abolir el régimen de guerra de la UE y su aspiración de superpotencia (incluyendo la Estrategia Global, la Brújula Estratégica y el ReArm Europe/Readiness 2030). Rediseñar los tratados y revertir el orden constitucional de la UE, derogando el objetivo central de establecer una economía de mercado neoliberal integrada, el crecimiento económico y la arquitectura necesaria (el mercado común) para implementar esos objetivos. Rediseñar la organización institucional, las competencias, los procedimientos, los derechos individuales de la UE —incluyendo la forma de toma de decisiones— para blindar la justicia social y ambiental y solidaridad internacionalista. Prohibir la influencia de los grupos de presión empresariales sobre la Comisión Europea, los gobiernos y los parlamentos.
4. Desarme económico: reorientación productiva y decrecimiento justo
El complejo industrial-militar, sostenido por deuda, especulación, extractivismo y keynesianismo armamentístico, y las élites subimperialistas impulsan el rearme.
Alternativas:
- Un nuevo orden económico mundial.
- Un decrecimiento orientado a la justicia socio-ambiental (considerando las relaciones de clase, género y coloniales), reparto de todos los trabajos y relocalización productiva.
- Reorientar y socializar la producción hacia bienes comunes y servicios públicos. Metabolismo agrario y local (abandonar agricultura industrial) y una fortísima desglobalización.
- Expropiar y nacionalizar sectores estratégicos, crear banca pública y aplicar justicia fiscal (impuestos a los ricos, a la banca y las energéticas, fin de paraísos fiscales). Democratizar la economía y hacerla más planificada.
- Reconversión civil de la industria armamentística. Apoyar huelgas que exigen producir bienes públicos (camiones de bomberos, ambulancias, trenes, energía renovable). Rechazar la propuesta de UGT de un impuesto para financiar el rearme.
5. Democracia energética y soberanía territorial
La emergencia ecológica y el agotamientos de recursos no renovables están pasando al centro de las disputas geopolíticas y económicas, porque se están utilizando todos los medios para acceder a las materias primas («tensiones ecoimperiales»). La seguridad militar protege intereses del capital fósil (rutas del petróleo, el gas y minerales estratégicos). La “transición energética” y la industria militar reproducen el colonialismo, la desposesión y los conflictos armados.
Alternativas:
- Reducción drástica del consumo de materiales en el Norte global.
- Energías renovables comunitarias, impulso de técnicas humildes y control público de la energía. Fin a los subsidios para el capital fósil y otras industrias destructivas. Aplicar un tratado de fin de los combustibles fósiles (y nucleares),
- Detener el extractivismo, revocar leyes como la de Materias Primas Fundamentales o instrumentos de la UE como el Pacto Industrial Limpio.
- Gestión democrática de los territorios, autonomía energética local y derecho a decidir sobre los recursos naturales.
6. Justicia global y reparaciones para el sur global
La alianza entre capital fósil y poder militar reproduce el colonialismo y la deuda ecológica.
Alternativas:
- Abolir las deudas externas y reparar las deudas históricas y ecológicas del Norte Global.
- Establecer mecanismos permanentes de compensación, redistribución y reparación. Los países más vulnerables deben recibir cuantiosos pagos de reparación por parte de los que antaño sacaron sus beneficios del capitalismo fósil en el Norte Global. Recursos públicos a disposición no solamente para compensar daños y pérdidas, decidiéndose autónoma y democráticamente sobre su utilización, sino también para sistemas de seguridad social.
- Fin de la Impunidad Corporativa: Exigir responsabilidad penal a las empresas que violan derechos humanos y ambientales. El poder judicial debe investigar y juzgar a los operadores económicos. Los gobiernos deberían interponer demandas de oficio. Excluir a las compañías implicadas en casos de abusos y corrupción de la posibilidad de recibir subvenciones y participar en procesos de licitación y compra pública.
- Romper con tratados comerciales y de inversión neoliberales (por ejemplo el acuerdo UE-Mercosur) y reemplazarlos con pactos orientados a la protección de derechos humanos y a la justicia socio-ambiental.
7. Derecho a migrar y desmilitarización de fronteras
El colapso climático y las desigualdades causadas por el colonialismo y la globalización capitalista provocan desplazamientos forzados masivos que se abordan con represión y militarización ocasionando la trata de personas, la violencia o la muerte. Seguridad no es proteger fronteras, sino acabar con el hambre y la pobreza.
Alternativas:
- Políticas migratorias justas, vías legales seguras y acogida digna.
- Reconocimiento de migrantes ambientales y justicia climática.
- Disolución de Frontex, cierre de centros de internamiento (CIEs) y derogación de la Ley de Extranjería, el Pacto Europeo de Migración y otros acuerdos de deportación.
8. Ecofeminismo y seguridad de los cuidados
El militarismo niega y depreda los cuerpos, los territorios y los cuidados. La lógica de “defensa” y “protección” reproduce roles patriarcales de dominación y violencia.
Alternativas:
- Reorganizar la sociedad en torno al sostenimiento de la vida y no a la acumulación.
- Erradicación de las violencias machistas.
- Redistribución solidaria, renta básica, derechos universales (agua, alimentación, salud, educación, vivienda, pensiones) y acceso garantizado a los cuidados.
- Derecho a una vivienda digna: socialización del parque de viviendas, expropiar a los grandes tenedores y garantizar precios del alquiler habitacional protegido y bajo.
9. Cultura de paz, resiliencia comunitaria y antimilitarismo
La “seguridad nacional” se utiliza para justificar guerras, extractivismo y represión. El miedo y la amenaza legitiman el gasto militar y el control social. La militarización penetra en escuelas, barrios y cuerpos, a través de cámaras, policías armados (particularmente el racismo policial que mata), ferias de armas o control.
Alternativas:
- Políticas de cuidado, No coerción. Fomentar redes de apoyo mutuo, mediación y resolución no violenta de conflictos (justicia restaurativa).
- Educación para la paz. Redes de apoyo mutuo y empoderamiento comunitario.
10. Participación democrática y autogestión ecosocial
El poder militar protege los privilegios de la clase dominante e impide transformaciones reales.
Alternativas:
- Fortalecer el derecho a protestar, la organización de comunidad y la acción directa
- Promover la soberanía alimentaria, energética y económica.
- Superar el marco del Estado nación y construir poder desde lo común.
No hay tragedia mayor que el asesinato de personas, ni injusticia más cruel que el asesinato de niñas y niños. Pero necesitamos ir más allá del “No a la guerra” o del “menos armas”. Es urgente construir sociedades basadas en justicia, paz e igualdad.
Proponemos un giro radical al sistema dominante. Repensar colectivamente qué vidas queremos sostener, cómo y para quién. Frente a la seguridad militarizada, defendemos una seguridad que cuide a las personas y a la biosfera, sin violencia ni dominación.