Municipalismo
Aranguren, la aldea gala municipalista

Gestión pública y deuda cero son las claves de la Candidatura Popular del Valle de Aranguren, apoyada por un 60% de los vecinos.

Valle de Aranguren Ayuntamiento
Juan Manuel Sarasibar, exsecretario del municipio, junto al Ayuntamiento de Aranguren Ione Arzoz
8 nov 2017 19:51

En las elecciones generales de 2016, UPN fue el partido más votado en el Valle de Aranguren con el 35% de los sufragios. Un año antes, en las municipales, logra tan solo la mitad de los votos. La culpable de esta paradoja a nivel municipal es la Candidatura Popular del Valle de Aranguren, agrupación vecinal que no ha perdido ninguna elección desde su origen en 1991 y que acumula siempre más del 60% de los votos. Esta sólida tendencia, avalada por gran parte del vecindario tanto de derechas como de izquierdas, está fundada en una modélica gestión municipalista, basada en buenos servicios públicos y deuda cero.

Manolo Romero lleva 22 años como alcalde del municipio, a los que hay que sumar diez más desde que entró en la vida política del Valle. Activo en la lucha contra el vertedero de Góngora, compagina su labor como alcalde con su trabajo de autónomo en la construcción, labor que desempeña desde los 15 años. Él es la cara visible de una candidatura consolidada a la que otros municipios se acercan para aprender de su exitoso modelo de gestión, fruto de un esfuerzo realizado durante años, recorrido a paso lento y basado en el desarrollo sostenible del Valle. Frente a los 1.500 habitantes de principios de los años 90, Aranguren tiene en la actualidad 10.000 vecinos y vecinas, que cuentan, entre otros servicios, con un ambicioso plan de empleo, un programa de atención a los refugiados, un modelo urbanístico sostenible, así como unos eficientes servicios de gestión pública.

EMPLEO Y URBANISMO

“En el 2008 empezamos a notar que cada vez más gente se juntaba durante el día en la plaza del pueblo, y decidimos hacer algo”, narra Romero en relación a los principios de la crisis, origen del plan de empleo público. Desde ese momento y hasta la actualidad, el presupuesto para este programa ha sido de 500.000 euros, una cifra que se puede considerar astronómica para un municipio de estas dimensiones, pero que ha logrado que Aranguren tenga una tasa de paro del 4%, una de las más bajas del Estado. Entre subvenciones a la contratación de empresas del Valle y del resto de Navarra, formación y ayudas para autónomos, esta “inversión social”, según cuenta el alcalde, ha sido mirada con lupa por otros municipios para seguir su modelo aunque, como comenta, “la clave es dotarlo económicamente”.
“Nuestro objetivo ha sido siempre claro, que las plusvalías que genera el urbanismo reviertan en servicios para los ciudadanos”

En materia de asistencia social, en Aranguren no se ha vivido ningún desahucio, ya que los servicios sociales ayudan a las familias necesitadas y siempre se recurre al alquiler social, con el apoyo del ayuntamiento a través de un puesto de trabajo o incluso la mediación del ente municipal con la entidad bancaria.

Una de las claves para entender la gestión de Aranguren es su modelo urbanístico, bajo la premisa del desarrollo sostenible. “Nuestro objetivo ha sido siempre claro, que las plusvalías que genera el urbanismo reviertan en servicios para los ciudadanos”, explica Romero. Además de ser pioneros en la creación de cooperativas para vecinos, el modelo urbanístico del Valle ha pasado por convertir al consistorio en el propio promotor bajo el sistema de cooperación, exigiendo un coeficiente de homogeneización. Esto implica que el ayuntamiento saca a concurso las urbanizaciones, las adjudica y controla su calidad; un proceso gestionado por la figura del secretario-gerente y que en otros municipios lo suele hacer una empresa externa que cobra un 4% del precio de la vivienda a los particulares. Solo este ahorro permite cubrir prácticamente los sueldos de la plantilla municipal durante todo el año. “Ha habido ayuntamientos que incluso han optado por crear sociedades urbanísticas que controlan al 51% con otras empresas, pero ahora todas están cuestionadas y endeudadas, como ha pasado en Beriáin, Huarte o Egüés, donde incluso hay delitos de por medio”, explica el alcalde. Por otro lado, gracias al coeficiente de homogeneización, el ayuntamiento se reserva una parte del terreno para edificar viviendas de VPO en función del valor de cada vivienda libre, una política que ha favorecido que la mayoría de jóvenes del Valle se puedan quedar a vivir si así lo desean.

El ayuntamiento también se adjudica bajeras que dispone para otorgarles un uso público. “Hemos recibido presiones tremendas de los promotores inmobiliarios”, reconoce Romero, que explica que, cuando se construyeron los pisos de Entremutilvas, se optó por edificar casas de cuatro alturas como en el resto del Valle. “Nos decían que era económicamente inviable y que no se seguía el esquema de otros barrios de Pamplona”, explica, y puntualiza que “construir más alto nos hubiera supuesto más vecinos y más ingresos, pero el compromiso con nuestra visión del pueblo era firme”.

Aranguren ha respondido con solidaridad a las crisis de los refugiados: 28 personas han sido acogidas y censadas nada más llegar
Ligado al modelo urbanístico, en Aranguren destaca la configuración del ayuntamiento como operador de internet, al que están adscritos más de 1.600 domicilios. “Nos dimos cuenta que las grandes operadoras condicionan los planes urbanísticos al exigirnos colocar determinados tubos, por lo que decidimos que nosotros también íbamos a poner el nuestro”, narra Romero. En varios años consiguieron conectar a todos los pueblos del valle, y ahora mismo el ayuntamiento ofrece televisión por cable, en la que destaca su propio canal, Aranguren TV (autogestionada por los jóvenes), e internet, y están renovando el sistema a fibra óptica, un pack que se puede contratar por solo 100 euros al año. Además, la cuidadosa instalación de estas redes, aprovechando los caminos vecinales, sirvió para que se actualizaran todos los sistemas de control de riego, alumbrado y consumos de calefacción, ahorrando un 60%.

“La participación ciudadana ahora es muy forzada y ficticia”, opina el alcalde de Aranguren, orgulloso de cómo el Valle goza de una ciudadanía implicada. Desde el ayuntamiento se trabaja en constante interlocución con las diferentes colectivos para conocer sus necesidades y, antes de los plenos en los que se votan los presupuestos, se organizan asambleas abiertas para que la ciudadanía aporte sus opiniones sobre los proyectos de gasto público. Igualmente, este clima democrático provoca que en las asambleas concejiles la presencia vecinal sea siempre muy concurrida.

Valle de Aranguren 1
El vertedero de Góngora, al fondo de la imagen, tiene previsto su cierre en 2022. Ione Arzoz

CIUDAD DE ACOGIDA

Los vecinos de Aranguren han respondido a la crisis de las personas refugiadas con la mejor de las armas: la solidaridad. Frente al inmovilismo del sistema de acogida a nivel autonómico, con tan solo 35 personas acogidas por el Gobierno de Navarra —frente a las 300 comprometidas—, hasta ahora han llegado a Aranguren 28 personas, una cifra solo superada en Navarra por los 170 que ha acogido Iruñea. “Un municipio puede convertirse rápidamente en Ciudad de Acogida, luego cruza los brazos y todo queda en saco roto”, explica Romero. Los refugiados que llegan a Aranguren son empadronados nada más llegar, por lo que gozan de todos los servicios sociales y actividades gratuitas como el comedor municipal o campamentos.
En Aranguren los agentes se organizan los turnos sin una estructura de mando y ninguno de ellos porta un arma.

Por último, destaca el modelo de fuerzas de seguridad. Frente a la sobredimensionada Policía Municipal de Pamplona, con una ratio de dos policías por cada 1.000 habitantes, en el Valle hay solo siete para sus 10.000 vecinos. “La Policía local corresponde casi a la figura del alguacil del pueblo y tiene que servir para colaborar con los ciudadanos”, reflexiona Romero. Los agentes se organizan los turnos sin una estructura de mando y ninguno de ellos porta un arma.

UNIDOS POR LA BASURA

La particularidad del Valle de Aranguren es imposible explicarla sin su vinculación directa con la lucha antivertedero que llevaron sus vecinos entre el 88 y el 92. En 1988 la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona aprueba sin ningún voto en contra la construcción de un vertedero en el concejo, decisión que contó con un consenso fácil entre los partidos al estar el Valle gobernado por una candidatura vecinal, pese a que la ubicación era ilegal ya que estaba situada a menos de dos kilómetros de un núcleo urbano. Además, la resolución se tomó mediante un PSIS que sorteaba cualquier objeción de los concejos, y se realizaron dos reformas exprés de la ley para obtener una licencia. Desde el primer momento el rechazo vecinal fue casi unánime, lo que provocó que los actos de desobediencia civil se multiplicaran. Las sentadas pacíficas del vecindario cortando los dos accesos se sucedieron, y el conflicto estalló el 2 de abril de 1990, cuando la Guardia Civil disolvió una barricada en la que estaban los principales representantes del Valle, causando varios heridos. En total, diez de las 22 personas encausadas, entre las que estaban el entonces vicesecretario del Valle Juan Manuel Sarasíbar, el alcalde Juan Antonio Villamayor, y el párroco Jesús Equiza fueron sentenciadas a entre seis a ocho meses de cárcel, aunque finalmente fueron absueltas, ya que según el Tribunal Supremo, su lucha fue “exclusivamente por motivos medioambientales”.

El vertedero acabó siendo construido en 1992, pero esta lucha provocó la unión entre los habitantes de los distintos concejos, lo que alentó la configuración en 1990 de lo que es el Valle de Aranguren y su Candidatura Popular. Pese a que varios municipios navarros de más de 1.000 habitantes se separaron para configurarse como ayuntamientos propios, en el Valle de Aranguren se extinguieron los concejos de Mutilva Baja y Mutilva Alta para crear un ayuntamiento fuerte al que el resto de concejos cedieron casi todas sus competencias, con el fin de que tuviera suficiente capacidad de prestación de servicios.

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Lukanikos
9/11/2017 18:22

El artículo es interesante en cuanto al modo en que se ha realizado la gestión pública en este valle, que es distinto a la mayoría de casos. Ahora, bien, todo esta mejor gestión hubiese sido posible sin las plsvalías generadas en un municipio que ha donde la población se ha multiplicado en menos 30 años casi en 7 veces. Pues no. Es cierto que con mayores recursos otros municipios incluso han acabado en la ruina o con modernas infraestructuras que no pueden mantener (polideportivos, casas de cultura...), pero la verdades cuestión aquí es cómo se mejora la calidad de vida de las personas, sin la necesidad de crecimientos tan abultados, que además son insostenibles en el tiempo.

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