Masculinidades
Masculinidad(es) y feminismo, ¿en qué punto estamos?

Las desigualdades que produce el género en la sociedad encuentran resistencia por parte de un ejército de tres batallones; el feminismo, el movimiento LGTB y las nuevas masculinidades. Pero esto no quiere decir que las tres corrientes sean equivalentes.
Grafiti de Diego Maradona en el barrio de La Boca, ciudad de Buenos Aires
Grafiti de Diego Maradona en el barrio de La Boca, ciudad de Buenos Aires.
25 abr 2021 06:09

Es fácilmente apreciable que se ha producido un crecimiento exponencial de los contenidos sobre masculinidad en medios, actos y redes sociales (como prueba de ello, la reciente apertura de este blog). Emergen artículos que relacionan los efectos de la masculinidad sobre cuestiones tan variadas como el asalto al Congreso de EE UU, el culto al cuerpo, la paternidad, la cultura de la violación, Maradona y, por supuesto, el omnipresente coronavirus. Los hombres empezamos a analizar el impacto que tiene el género sobre nosotros mismos así como en nuestro entorno y cuando tratamos estos temas tengo claro que la mayoría lo hacemos bajo la intención de aportar algo por poquito que sea a la lucha por la igualdad. No obstante, no todos los enfoques son similares, ni tienen los mismos objetivos.

Leía el otro día un artículo de Jose Ángel Lozoya, persona a la que cualquiera que escriba de estos temas debe tenerle buen grado de respeto ya que fue el responsable del primer programa en España de políticas públicas con enfoque en la masculinidad que se desarrolló concretamente en el Ayuntamiento de Jerez. En su texto, reflexiona sobre la necesidad de la visibilización a raíz del acto vandálico justo el día 8 de marzo contra el mural en Madrid que representaba a referentes del feminismo.

La idea que da comienzo al texto es la gran importancia de que existan modelos de visibilidad en diferentes ámbitos como el feminismo o la diversidad sexual y de género que sirvan de inspiración para superar sus respectivas opresiones. Recorrer un sendero siempre es más fácil si lo ha recorrido alguien antes. Es indudable el peso que ejercen los referentes sobre la sociedad para fomentar determinadas actitudes. Basta con recordar cómo el anterior ministro de Sanidad, Salvador Illa, así como Fernando Simón, buscaron aumentar el cumplimiento de las restricciones anti-covid recurriendo a futbolistas e influencers. Tener referentes es útil en cualquier circunstancia, también como defiende Lozoya, para conocer “hombres en procesos de cambio” hacia modelos masculinos más igualitarios.

Hay referentes para las mujeres y para el colectivo LGTB, siendo eso positivo, pero que no lo hay para hombres que quieran adoptar una masculinidad menos lesiva para los demás y para sí mismos

Aún compartiendo esa postura, puede resultar un tanto inadecuado usar un ataque de la reacción ultraderechista contra el feminismo para cambiar el foco hacia tener más visibilidad a aquellos que hablan de masculinidades. Pero, lo que más rechina es mencionar que hay referentes para las mujeres y para el colectivo LGTB, siendo eso positivo, pero que no lo hay para hombres que quieran adoptar una masculinidad menos lesiva para los demás y para sí mismos. No veo por qué una mujer no puede ser un referente para la población masculina, como si de ellas no se pudieran aprender lecciones que te sirvan para construirte como persona y como hombre. Me suena a aquellos que decían que un niño necesita a un padre y una madre como si no pudiera salir bien educado en una familia mono-parental o como si dijéramos que un niño no va a aprender a ser un buen hombre si se cría con dos madres.

Da la sensación de que éste es un argumento que Lozoya ya ha escuchado antes porque continúa poniéndose la venda antes de la herida argumentando que los discursos igualitarios para hombres llegan mejor si son hombres quienes los entonan. Puede ser cierto que por el mismo funcionamiento del patriarcado un hombre pueda llegar a aceptar un argumento solo en caso de ser expuesto por otro hombre, pero, ¿en qué punto hemos dejado de considerar a los hombres gays, bisexuales y transgénero como posibles modelos de conducta válidos para la totalidad del género masculino? ¿Solo pueden ser referentes para quienes pertenezcan al colectivo LGTB?

Masculinidades
Masculinidad tradicional, factor de riesgo

La relación entre masculinidad tradicional, entendiéndose como la necesidad de ser fuerte y no mostrar fragilidad, y mayores problemas de salud está avalada por diversos estudios. Pero en tiempos de pandemia, se constituye además en factor de riesgo para la comunidad. 

Hablar de “HX=” (hombres por la igualdad) o “nuevas masculinidades” tiene una trayectoria histórica relativamente corta. Son conceptos que acaban de nacer. Es de justicia que para que los primeros pasos de esta corriente de pensamiento sean firmes y estén bien dados lo primero que se haga sea reconocer a tantos hombres gays, bisexuales y transgénero que a lo largo de los últimos siglos han tenido el valor de vivir dándole la espalda a los diferentes mandatos de género que les imponía la masculinidad en sus distintas épocas.

Las desigualdades que produce el género en la sociedad encuentran resistencia por parte de un ejército de tres batallones; el feminismo, el movimiento LGTB y las nuevas masculinidades. Esto no quiere decir que las tres corrientes sean equivalentes. Tienen distinta historia, fuerza, legitimidad,... y también distintas funciones en esta lucha.

El feminismo nace como respuesta a siglos de dominación con la responsabilidad de cargar contra un sistema económico, reproductivo y social construido sobre la base de su opresión. El movimiento LGTB nace como respuesta a la represión y persecución histórica así como para establecer su negativa a seguir habitando en los márgenes de la sociedad. Finalmente surgen las nuevas masculinidades, pero no como respuesta a los propios problemas de los hombres que al percibirlos se activen para derrocar a sus opresores sino como respuesta a la llamada del feminismo para que los hombres hagan su parte o que al menos no molesten. Es el resultado de dejar de considerar posible ser equidistante entre el feminismo y el machismo. Su naturaleza es bien distinta.

Así pues, tenemos dos movimientos sociales; el feminismo, ejerciendo el liderazgo y soportando el peso de la reacción de la extrema derecha, y el movimiento LGTB que tras un periodo de desmovilización empieza a reactivarse ahora tanto por la amenaza del conservadurismo radical como por el impulso del propio movimiento Trans que está tirando del carro. Por otra parte la crítica a la masculinidad por parte de los hombres a día de hoy no es tan clasificable como movimiento social sino como corriente de pensamiento.

El papel de las masculinidades críticas debe ser, a mi entender, el de aportar al feminismo más que aspirar a ser un movimiento social independiente

Mantengo que las tres luchas comparten enemigo y que cuando se comparte enemigo no hay opción más lógica que desarrollar una buena política de alianzas, pero eso implica definir bien el papel de cada uno. El papel de las masculinidades críticas debe ser, a mi entender, el de aportar al feminismo más que aspirar a ser un movimiento social independiente, aportar enfoques sobre esas mismas teorías con la información que nos da la perspectiva del género en posición de poder. Llevarlo a donde no llegaba, despatriarcalizar espacios que son dominio masculino, y sí, también sanar los daños que el mandato de género produce en los hombres.

En el texto de Lozoya habla mucho de resistencias de sectores del feminismo a los “HX=”, les acusa de no querer ceder liderazgo, su poder institucional ni los recursos públicos que gestionan. De hecho, llega a dejar caer que la actual ofensiva machista es consecuencia de que dichos sectores feministas les negaban a los “HX=” el acceso a recursos que les habría permitido llevar su discurso a una mayor parte de la población masculina. El término “HX=” es el intento de construir el sujeto de un movimiento social que, teniendo en cuenta las críticas que hace, actúe con independencia del feminismo.

Es vital que se hable de masculinidades, no se puede dejar de hacer, pero me aterra la idea de que se bifurquen los caminos. Nada bueno ha salido de separar ambos enfoques, en el mejor de los casos se ha traducido en un victimismo masculino ridículo y sin ningún tipo de articulación política pero también ha derivado en alguna forma de masculinismo organizado en el que se culpabiliza al feminismo de los problemas que puedan tener los hombres en la actualidad e incluso el propio origen de la subcultura incel, que genera discursos de odio misóginos llegando a la violencia física incluyendo atentados. Son consecuencias posibles de criticar el modelo de masculinidad dominante sin hacerlo desde el feminismo.

Sobre este blog
Demoler, verbo transitivo: deshacer, derribar, arruinar... Y eso intentamos: deshacer las viejas masculinidades y poner en duda las nuevas, derribar a los hombres de siempre y arruinar los planes del patriarcado desde la reflexión sobre quiénes somos y cómo renunciamos a nuestros privilegios.
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