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Palestina
Se llamaba Laith Abu Naim y tenía 16 años
A Laith Abu Naim lo conocí en abril del pasado año en Ramallah, Palestina, en las concentraciones pacíficas por la huelga de hambre de presos por el sistema ilegal de arrestos arbitrarios en masa y del maltrato a presos palestinos. Y ahora está muerto.
Esta mañana me despertaba con un mensaje de un amigo. Me decía algo así como que el chico con el que estaba fotografiado en el avatar de mi Facebook había muerto. Se llamaba Laith Abu Naim y tenía 16 años.
La curiosidad te lleva a eso, a viajar mucho, a querer ver con tus propios ojos lo que está ocurriendo en otros lugares. Nunca te crees lo primero que te cuentan; las personas curiosas hacen muchas locuras. Siempre pongo el mismo ejemplo: cuando se le preguntó a George Mallory por qué había escalado el Everest respondió: "Porque está ahí". Cuando quise saber de la realidad del Líbano y pedí ayuda sin mucho éxito a algunos periodistas de renombre para poder conocer a Hezbollah, recuerdo que les dije que yo no era periodista —por cierto, ni quiero serlo—, que yo solo era una persona curiosa a quien le gustaba hacer fotos, vídeos y contar historias.
A Laith Abu Naim lo conocí en abril del pasado año en Ramallah, Palestina, en las concentraciones pacíficas por la huelga de hambre de presos por el sistema ilegal de arrestos arbitrarios en masa y del maltrato a presos palestinos. Y ahora está muerto, ya no está en este mundo. ¡Qué casualidad! No sé cuantos niños puede haber en Belén, Jericó, Jerusalén, Hebrón o Ramalah, la ciudad donde conocí a Abu Naim, pero el destino quiso que me fotografiara con él. Y fue mi amigo Antón quien hizo de "destino" materializando ese momento. Se produjo el tuché, como define Roland Barthes básicamente a que la fotografía repita mecánicamente lo que nunca más podrá repetirse existencialmente.
Laith Abu Naim era un chico apuesto, presumido, entrañable, tímido, igual que cualquier niño de esa edad. Estaba con sus hermanos, amigos y su padre en la plaza del mártir Yasser Arafat en una concentración pacífica. Recuerdo que me pidió mi Facebook, me agregó y cuando acepté su amistad me miró feliz con una sonrisa. De vez en cuando me llegaban sus mensajes con fotos de coches, jugadores de fútbol, canciones y un sinfín de emoticonos, lo normal de un chico de su edad.
Espero, Abu Naim, que mi pequeña aportación haya servido para concienciar al mundo de que ni se puede matar a niños ni podemos permitirlo. Es un horror, debemos sensibilizarnos, no podemos mirar para atrás. Descansa en paz, pequeño amigo eterno. Un abrazo.
Laith Abu Naim recibió un disparo de un soldado israelí a tan solo dos metros de su cabeza, la bala le atravesó el ojo hacia la parte posterior del cráneo. Murió prácticamente en el acto. Estaba desarmado. El asesinato sucedió en las confrontaciones que estallaron el martes 30 cuando una patrulla militar israelí ingresó a la aldea de Mughayer. Los adolescentes locales comenzaron a tirar piedras y las fuerzas israelíes dispararon gases lacrimógenos y granadas de aturdimiento.