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Hemeroteca Diagonal
“Los 80 fueron la última década interesante en la cultura rusa”
Puede que por aquí su nombre no nos suene de nada, pero Artemy Troitsky es toda una celebridad en Rusia. Periodista y crítico musical, tiene el honor de haber sido uno de los primeros DJ rusos. Aprovechamos su paso por La Casa Encendida para conversar sobre movimientos culturales de la Unión Soviética de los 80 a la Rusia actual.
¿Cómo era la contracultura soviética de los 80?
Creo que los 80 fueron la última década interesante en la cultura rusa. Era totalmente caótico, anárquico y desorganizado, porque no había ningún dinero por medio. No había ninguna posibilidad de hacer dinero siendo un músico de rock underground o un pintor conceptual no oficial. Todo se hacía por diversión o por autorrealización. Tampoco intervenía la Administración, así que todo lo hacíamos nosotros mismos, organizábamos las exposiciones, los conciertos, etc. A veces se prohibían estos conciertos, pero seguíamos adelante de todos modos.
¿Era una rebelión contra el régimen?
Creo que el programa del underground soviético de los 80 era más que nada negativo contra lo que había en la URSS más que a favor de algo. No diría que fuesen de izquierdas o de derechas, liberales o anarquistas; simplemente protestaban contra lo que sucedía en el país. En esta amalgama underground te encontrabas con la combinación más inusual de gente: punks junto con hippies, gente que estaba ahí por el dinero junto con los anarquistas; así que no había una ideología común. Nuestra única ideología era que odiábamos ese sistema estúpido, hipócrita y opresor que había en la Unión Soviética.
¿Y siguió siendo un movimiento underground o en algún momento pasó a ser mainstream?
Todo cambió a mitad de los 80, como en España cuando se murió Franco. Empezó la Perestroika, Gorbachov se alzó con el poder, etc. Antes de eso todo era muy underground, y después todo el mundo, de repente, tuvo éxito. De repente nos habíamos convertido en las niñas bonitas de los medios. Y así fue cómo la música underground se convirtió en mainstream.
En España pasó algo similar con la Movida.
Sí, fue el mismo proceso.
Pero, además, en España la Movida fue rentabilizada por el nuevo régimen.
Bueno, en Rusia, en la segunda mitad de los 80 el movimiento también fue utilizado de alguna manera por Gorbachov, pero no diría que participasen en él.
¿Lo usaban para mostrar que eran muy abiertos y progresistas, como en España?
No había directivas ni inversiones por parte del Gobierno en, por ejemplo, la música rock o el arte underground. Sí, decían que les gustaba ese tipo de música, “estos tipos son estupendos, cantan grandes canciones”. Pero no hicieron nada más para apoyarlo.
¿Qué pasó con estos movimientos cuando llegaron los 90 y las reformas económicas?
Todo se acabó a principios de los 90. En primer lugar, hubo algo así como una crisis de identidad del movimiento. La protesta había sido su inspiración y de pronto todo había cambiado, ya no había KGB, partido comunista o Ministerio de Cultura… De pronto no había nada sobre lo que protestar, podías hacer lo que quisieras, todo se permitía. Así que para muchos fue una experiencia confusa. Otra cuestión fue que esta cultura underground no encontró ninguna respuesta en el mundo exterior. No consiguieron ningún éxito en Occidente. Además, la audiencia se aburrió un poco de este tipo de arte, porque era demasiado intelectual, demasiado serio. Querían algo sencillo, ligero y entretenido, y claro, el post punk o el arte conceptual no son fáciles, requieren cierto esfuerzo intelectual para entenderlos. Todo esto coincidió además con la ruptura de la Unión Soviética, y con todas esas reformas capitalistas. La década de los 2000 ha sido completamente diferente, porque el único motor ha sido el dinero. Todo era muy comercial, no quedaba idealismo en el movimiento.
¿Y ni siquiera para luchar contra la situación económica?
Para mucha gente la situación económica al inicio de los 90 fue muy dura, porque con la transición de una economía socialista a una de mercado, mucha gente perdió su dinero y su trabajo. Fue la llamada terapia del shock, que fue terrible para el país y dejó a mucha gente fuera. Pero no diría que afectase a la escena cultural, porque la gente joven se adaptó mucho mejor. La doctrina del shock afectó sobre todo a personas de mediana edad y especialmente a ancianos.
Explicas que en los años 2000 había un pacto exitoso entre el régimen, los poderes económicos y la élite cultural, por el que ellos dejaban a Putin en paz y éste les dejaba hacer lo que quisiesen. ¿Por qué sucedía esto?
Sencillamente porque había mucho dinero en Rusia. Gran parte de este dinero lo robaban inmediatamente Putin y su círculo de amigos, pero aun así sobraba bastante dinero y la élite cultural vivía bastante bien. Para los políticos y el régimen también era estupendo porque se podía decir a los occidentales: “Mirad, en Rusia no hay censura, tenemos libertad de expresión. Si quieres sexo, aquí lo tienes. Si quieres drogas, aquí las tienes. ¡Somos un país libre!”. Pero claro, esto era un poco hipócrita, porque había un pequeño rincón oscuro en el que los trabajadores culturales no se podían adentrar según este acuerdo de silencio. No se podía criticar al régimen ni a Putin. Podían hacer todos los experimentos artísticos que quisieran, y hacer todo el dinero que quisieran, mientras evitasen cuestiones delicadas. Éste era el pacto y así funcionó hasta 2011.
¿Por qué se rompió?
Porque la situación económica en el país empezó a deteriorarse desde 2008. El momento decisivo fue el 20 de septiembre de 2011, cuando se repente se anunció que Putin y Medvédev iban simplemente a intercambiar puestos. Todo el mundo lo vio como algo absolutamente inaceptable, una violación de la Constitución, una ofensa a la dignidad de la gente. En general, la élite cultural aceptaba bastante bien a Medvédev porque es más joven, no era de la KGB, y siempre se ha presentado como un liberal, un tipo al que le gusta el rock, que le encanta la tecnología moderna, etc. En cambio, Putin es completamente diferente. Cuando descubrimos que tendríamos que tragar con él otros seis años, empezaron los movimientos de protesta.
Así que tenemos una crisis económica y una crisis política que dan lugar a estos movimientos de protesta. ¿Crees que tenían alguna relación con la ola de protesta que va desde Egipto a España, Grecia, EE UU…?
No, no lo creo. Es obvio que hubo una coincidencia temporal, pero las motivaciones eran completamente diferentes. Protestas como Occupy Wall Street estaban motivadas por cuestiones económicas y financieras. En Rusia, en 2011-2012 el motor de la protesta era gente de clase media, de la cultura, cuyas condiciones materiales eran aceptables. Todos los eslóganes de las protestas eran humanitarios, hablaban de libertad, de elecciones, pero sobre todo de corrupción. La gente se cansó de que el Gobierno robase tanto dinero, que se hiciese tan rico y tan cínico. Así que las preocupaciones eran esas, y no los salarios bajos, las dificultades económicas, el paro, etc. Estas cuestiones no se mencionaban en absoluto.
Pues fíjate que todo lo que has dicho tiene muchas cosas en común con lo que pasó en España. Sí que había muchas demandas sobre cuestiones económicas, pero las protestas estaban protagonizadas por personas de clase media, se denunciaba la corrupción, se criticaba el sistema electoral, la democracia…
Ummm… ¡vale! La verdad es que apenas conozco el movimiento 15M en España, así que no puedo compararlo con lo que sucedió en otros países.
En España el 15M provocó un cambio cultural y una crisis de régimen. ¿En Rusia las protestas provocaron algún cambio cultural semejante?
No. Me temo que políticamente no ha pasado nada y todavía no tenemos un movimiento que sea suficientemente fuerte y bien organizado. Todo es más confuso y la situación ha empeorado mucho desde 2011-2012 por dos cosas: a) la guerra de Ucrania y b) por la creciente represión por parte del gobierno. Mucha gente simplemente se ha asustado, en vez de salir a la calle prefieren quedarse en casa; mucha otra gente ha emigrado. Yo soy uno de ellos. Sigo yendo a menudo a Rusia, pero me he tenido que trasladar a Estonia, básicamente porque para mí era bastante peligroso quedarme. No es que esté seriamente preocupado por mi vida, simplemente he perdido todos mis trabajos por mi actitud crítica. Durante 20 años he sido un presentador de televisión bastante popular y ahora soy una persona non grata.
Así que la esperanza ha sido reemplazada por miedo.
Creo que el idealismo y el activismo han sido reemplazados por pesimismo, escapismo y miedo.
No eres muy optimista con el futuro de Rusia…
Me temo que soy bastante pesimista, porque no veo ningún horizonte de cambio ahora mismo. Lo que está haciendo Putin es una locura absoluta. Y por eso me enfado tanto con muchos izquierdistas europeos. ¡Qué miopía! Están tan obsesionados con su antiamericanismo que piensan que cualquiera que esté contra EE UU es guay. No entiendo cómo hay gente en España que apoya a este capullo.