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Irán
Alemania y Francia compran los argumentos de Trump y de Israel contra Irán

Los ataques desatados por Israel contra Irán desde el pasado jueves 12 siguen intensificándose en medio del runrún de una guerra regional alimentado por la posición de Estados Unidos. A pesar de que el Pentágono sigue insistiendo en que sus movimientos son defensivos, en las últimas horas el ejército más poderoso del mundo ha reposicionado buques de guerra y aviones militares en la región y de que el presidente estadounidense, Donald Trump, abandonó el lunes la reunión del G7, precipitó su regreso a Washington y terminó uno de sus habituales post en su red Truth Social con una exclamación de alerta: “¡Todos deben evacuar Teherán inmediatamente!”
La narrativa de Trump e Israel ha ganado adeptos entre los mandatarios europeos, que han calcado punto por punto los argumentos esgrimidos por el presidente de Estados Unidos. Teherán “es la principal fuente de inestabilidad regional y terrorismo”, reza el comunicado del G7 reunido en Canadá.
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Este grupo, formado por Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Canadá y Japón, junto con la UE, ha omitido que fue Israel el que lanzó el ataque y ha repetido otro de los argumentos para justificar los ataques contra Teherán: “Irán nunca puede tener un arma nuclear”. Es el mismo argumento que Trump posteó unas horas antes, solo que él lo hizo escribiendo con mayúsculas.
Tras los primeros ataques, tres países de la UE —las dos grandes potencias, Francia y Alemania, además de la República Checa— y el Reino Unido han defendido el “derecho de Israel a defenderse” frente a Irán.
Israel envuelve a Trump
En el recuento oficial de bajas, Irán se lleva la peor parte. 224 personas han muerto como consecuencia de los bombardeos. Además, la cúpula militar, comenzando por Hossein Salami, jefe de la Guardia Revolucionaria, fue asesinada en una operación en la que cayeron también el comandante de la Fuerza Aeroespacial de la Guardia Revolucionaria, el jefe del Estado Mayor y el comandante del Mando de Emergencia.
Desde EE UU se ha afirmado que Israel, tuvo incluso la posibilidad de asesinar al líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, pero que Trump se opuso. El presunto criminal de guerra según la Corte Penal Internacional, Benjamin Netanyahu, explicó el lunes en la TV israelí que el asesinato de Jamenei podía “poner fin a la guerra”.
Los ataques con misiles de Irán han acabado, por el momento, con la vida de 24 personas en Israel. Irán ha contado en esta ocasión con el respaldo retórico de potencias regionales como Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Egipto, Qatar y Turquía.
El ejército israelí ha declarado tener control total sobre el espacio aéreo de Teherán, lo que le permite en estos momentos operar con aviones y hasta drones. El lunes, el régimen de Tel Aviv atacó el estudio de la TV pública IRIB, en una demostración de la ampliación de sus objetivos desde las instalaciones energéticas, lo que incluye a las plantas nucleares, y militares.
El Gabinete de Trump manifestó hace tres meses que que Irán “no está desarrollando un arma nuclear y que el líder supremo no ha reactivado el programa suspendido en 2003”
Pese a la espantada de la cumbre del G7 y al duro comunicado publicado acorde con los bramidos de Trump, queda claro que todo depende de hacia dónde oscila el interés de Estados Unidos, que en teoría sigue buscando un acuerdo con Irán con el objetivo de que los precios del petróleo se mantengan bajos. “Creo que se firmará un acuerdo. Creo que Irán es un insensato si no lo firma”, ha declarado el presidente estadounidense.
Ayer lunes 17 de junio, cuando se le preguntó sobre una posible intervención estadounidense en la guerra, Trump dijo: “No quiero hablar de eso”. “No estamos involucrados. Es posible que nos involucremos. Pero en este momento no estamos involucrados”.
A grandes rasgos, Estados Unidos, que puede decantar el conflicto irremediablemente si se decide a atacar a Irán, oscila entre dos posiciones básicas. Una, la del movimiento MAGA (Make America Great Again), aparentemente aislacionista y, en la práctica, cincelado gracias a los bajos costes del petróleo del que se beneficia la base social del movimiento. La segunda es la de los halcones en el Pentágono, que acarician desde hace años una posible guerra con Irán.
Uno de esos halcones, John Bolton, antiguo asesor de Trump y nacionalista estadounidense acérrimo, explicaba recientemente en una aparición televisiva que Israel necesitaría “bombas revienta búnkeres” estadounidenses para destruir las instalaciones nucleares subterráneas profundas y que su país debe conjurar el “problema de proliferación nuclear a escala global” que supone Irán.
Los hechos, sin embargo, indican que la directora de Inteligencia Nacional de Trump manifestó en marzo de este mismo año que Irán “no está desarrollando un arma nuclear y que el líder supremo no ha reactivado el programa suspendido en 2003”. Las declaraciones de Tulsi Gabbard tuvieron lugar ante el Comité de Inteligencia del Senado e incidieron en la debilidad de Irán para afrontar un conflicto tras los ataques iraníes de otoño de 2024.