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Justicia
Consideraciones sobre la justicia: la institución más hipócrita
Jueces, abogadas, policías que podáis leer estas líneas: ofendeos. Porque no pienso dejar en buen lugar ni al más bienintencionado de vosotros. No pretendo atacar a las personas que hay detrás del uniforme de la Guardia Civil o de la toga de los que “imparten justicia”, pero sí a lo que representan cuando visten estos uniformes.
La primera consideración que quiero hacer es la que se expresa en el titular: la Justicia es la institución más hipócrita de todas las que padecemos. De igual manera que el sistema “democrático” que tenemos, la institución mal llamada Justicia no merece tal nombre. Basta con un análisis muy simple para llegar a esta conclusión. La justicia se encarga de hacer cumplir la ley, nada más que eso, y la ley no tiene por qué ser justa. Además, es de destacar lo ridículo que es suponer que el dinero de una indemnización o ver entrar en la cárcel a una persona puedan reparar realmente una injusticia. Cobrándote una revancha con el dinero o el encarcelamiento de tu agresor no lograrás que haya justicia ni que nada cambie, solo obtendrás satisfacción personal, o tal vez ni eso. Al fin y al cabo, ¿cuánto dinero vale una vida humana? ¿Es preferible el dinero a un arrepentimiento, una disculpa sincera y la predisposición a reparar el daño del que ha obrado mal?
Por otra parte, si la Justicia (la institución) no imparte auténtica justicia (el ideal), tomarla por nuestra mano jamás será algo malo; un juez no es ningún dios. Eso sí, nos podrán detener y encarcelar por no actuar de acuerdo con sus leyes, pero nadie nos podrá decir que hemos hecho algo malo. La Justicia (con mayúscula, el ideal auténtico) es algo que no entiende de leyes. Y, por si fuera poco, esas leyes rígidas que no contemplan los matices de cada situación particular no “nos las hemos dado entre todos”, sino que se nos han impuesto por políticos que no representan y no responden ante nadie más que ante su partido, su jefe de partido, y los bancos y empresarios que los financian en la mayoría de los casos. Pregúntese el que se gane la vida en esta institución, en ocasiones defendiendo a terroristas (ya sean banqueros, violadores, políticos corruptos o millonarios evasores de impuestos), si les merece la pena seguir haciendo dinero a costa de contribuir a que la gente siga confundiendo la justicia con la Justicia.
Otra consideración: el policía que detiene al inocente o que no cree a la víctima, el abogado que defiende a un terrorista y ataca con sus preguntas a una víctima, el juez que, aun teniendo la mejor de las intenciones y mil presiones externas para operar en una u otra dirección, manifiesta que la que tenemos es la única manera de impartir justicia; todos ellos son cómplices de cada injusticia que se comete en el mundo por mantener un sistema que no las combate, las tolera y hasta las promueve si es necesario.
El que roba comida porque no tiene qué comer, el que okupa el inmueble vacío de un banco porque no tiene un techo bajo el que dormir, el que no respeta al machista, racista u homófobo, o aquellos que robaban bancos para destinar lo robado a ayudar al necesitado, todos pueden estar cometiendo delitos que, eso sí, ayudan a estar un paso más cerca la Justicia.
No sé qué es necesario para un mundo justo, pero sí sé cuál es el primer paso: ser conscientes de lo que tenemos (un mundo injusto) y saber qué queremos (justicia). Y no escatimar esfuerzos en la búsqueda de soluciones: creer que es posible es más importante que saber cómo lograrlo.
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Las leyes del código penal están para mantener el orden en la sociedad lo cual implica una jerarquía de poder y es inherentemente injusto puesto que los que estén en una posición de superioridad pude hacer prevalecer la legitimidad de sus acciones por el mero hecho de tener mas control e influencia con respecto al resto de la sociedad. La autentica justicia requiere una evaluación MORAL de las acciones de cada uno y no la aplicación de un conjunto de directrices burocráticas influenciadas en muchos casos por intereses económicos y políticos que brillan por su falta de imparcialidad.