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Economía
Bilbao resucita a Karl Marx
El Congreso Internacional Karl Marx, celebrado el pasado 1, 2 y 3 de marzo en la capital vizcaína, acogió a más de 70 ponentes que trataron diversos temas desde la economía crítica. Publicamos dos entrevistas al pensador marxista Dario Azzellini y la sindicalista y activista Isabel Benítez.
Bilbao se tiñó de rojo la semana pasada, y esta vez la culpable no fue ninguna afición visitante, sino la vuelta de uno de los clásicos. Los días 1, 2 y 3 de marzo la capital vizcaína acogió el Congreso Internacional Karl Marx, celebrado por el bicentenario de su nacimiento y organizado por el grupo de investigación Parte Hartuz y el Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UPV-EHU, con el apoyo de la Universidad y la colaboración de Betiko Fundazioa y diversos agentes políticos, sociales y sindicales. Los tres días de conferencias y debates, que acogieron a alrededor de 400 oyentes y 70 ponentes, se dedicaron al estudio y la discusión de la recepción de la obra de Marx y su influencia para la teoría revolucionaria y trataron diversos temas como el feminismo o el ecologismo desde el punto de vista de la economía crítica.
Para Iñaki Bárcena, uno de los organizadores, es muy importante reivindicar el trabajo de Marx en la actualidad para “enfrentarnos a una sociedad tan injusta y tan explotadora, que además se ha dimensionado globalmente”, así como "revisar y escuchar planteamientos nuevos, es decir, eso que está tan en el alma del marxismo que es juntar teoría y práctica”.
A continuación, adjuntamos las entrevistas realizadas a dos ponentes de las jornadas:
Dario Azzellini, pensador marxista:
“la democracia tiene que estar adaptada a los diferentes lugares”
Dario Azzellini, doctor en Ciencias Políticas y Sociología, habló durante el Congreso Internacional Karl Marx del marxismo y construcción de las comunas, junto con otros representantes de colectivos como Errekaleor Bizirik, o Artillería Comunal.
¿En tu ponencia has dicho que la democracia consejera no es ni gobierno ni estado, entonces, ¿cómo lo definirías?
La democracia consejera es la autogestión organizada de los propios asuntos. Con eso no hay representación, hay “vocería”. Por eso, no hay ni empoderamiento de otros para tomar decisiones en tu lugar ni fuerza externa que venga a entrometerse. Por eso digo que no es ni gobierno ni estado. Es difícil definir qué es. Por ejemplo, en Venezuela el concepto ha sido definido como “estado comunal”, que es una contradicción en sí. En otros lugares como el Kurdistán, simplemente no se habla de estado, se habla de territorio autónomo.
Es importante definir las formas y el contenido, pero no sé si es importante necesariamente darle un término. Durante la historia, en diferentes experiencias y en diferentes partes del mundo, vemos que la misma palabra puede significar cosas muy diferentes. Lo que hay que mirar son las prácticas concretas, y esas también pueden diferir. Lo que es democrático en un lugar no tiene por qué tener el mismo efecto democrático en otro lugar. Por eso, para que la democracia sea democracia, tiene que ser diferente en cada caso, adaptada a los diferentes lugares.
¿La experiencia en Venezuela ha generado nuevos espacios de comunes?
Sí. Se han creado más de 45.000 consejos comunales, y unas 1.600 comunas. ¿Cuántas funcionan realmente? Yo diría que hay tres grandes grupos. Unas que han dejado de funcionar con la crisis porque dependían mucho del estado. Otra parte, 400-500 comunas aproximadamente, que funcionan como comunas auto-organizadas, con decisiones de base, asambleas, etc. Y hay otro número de comunas, que funcionan porque hay núcleos de activistas, sin que necesariamente haya una participación muy amplia en las asambleas. Las comunas en la situación de crisis económica y política en la que se encuentra Venezuela son los espacios que mejor funcionan, que mejor logran abastecer las necesidades alimentarias de la gente.
¿Venezuela es el país ejemplar en cuanto a la presencia de comunas en el siglo XXI?
Es uno de los ejemplos de los que podemos aprender. Es ejemplar en el sentido que demuestra todos los problemas que puedes tener, con el estado, con una burocracia, aunque siempre hay contradicciones. Las contradicciones y los problemas surgen en las mismas comunas, porque la participación es algo que hay que aprender. Desde que nacemos aprendemos lo contrario a la participación y decisión democrática. Hay pocos espacios democráticos. Por otro lado, en el momento que intentas crear algo que es más sólido y no corresponde a los intereses del imperio, no te va a dejar hacer.
¿El software libre es parte de los comunes del capitalismo tardío?
Es parte de los comunes, pero como todo. Lo que puede ser parte de los comunes que tiene sentido, no excluye que también puedan ser útiles para el capitalismo. Por eso hay que ver cómo se manejan para que los comunes no se queden limitados a solo los que le sirven al capital. Hay que alargarlos a los comunes en contra de del capital, que son muchos.
Isabel Benítez, sindicalista y activista:
“la agenda que se está institucionalizando no siempre va a responder a los intereses de la mayoría de las mujeres”
Isabel Benítez es licenciada en Sociología por la Universitat Autónoma de Barcelona, y autora de numerosos artículos sobre feminismo y la cuestión de clase, tema sobre el que trató su ponencia durante el Congreso Internacional Karl Marx.
¿Cuáles son los retos más importantes a los que se enfrenta el feminismo actualmente?
Tenemos un problema de carácter analítico por cómo está organizada la economía capitalista. En función de eso yo creo que puedes definir una estrategia que vaya más allá de la sensibilización, de la visibilización. Que también implique una hoja de ruta que realmente conlleve cambios reales y significativos en la vida cotidiana de la mayoría de las mujeres.
¿Se puede decir que el feminismo está de moda?
Si. En los años 80, la ONU ya lo incorporó a su paquete político “mainstream” y hay una cierta reactivación del feminismo que corre paralela a la agudización de los efectos de la crisis en las mujeres. Esa agenda que se está institucionalizando no siempre va a responder a los intereses de la mayoría de las mujeres, desde la perspectiva de las mujeres de clase trabajadora. Ahí está el quid de la cuestión: hacer un planteamiento integral en el que también haya una atención prioritaria o específica sobre la situación de las mujeres, y poder seguir explotando a los hombres y mujeres en las mismas condiciones.
¿A qué te refieres cuando dices que todos los feminismos son de clase?
A que no hay una lectura neutra. Cuando abordas una desigualdad, la manera en la que la abordas o las consecuencias que sacas de ese análisis siempre toman partido. Otra cosa es que se haga explícito o no. Cuando estamos hablando de un feminismo transversal genérico que se centra en los aspectos más formales, o en los que no tienen que ver con la vida cotidiana de cómo se ganan la vida la mayoría de las mujeres, estamos hablando de un feminismo liberal, o de un feminismo de la igualdad de oportunidades, seamos conscientes o no.
¿Los hombres pueden ser feministas?
Claro. Si el feminismo es la lucha hasta las últimas consecuencias por la igualdad, hacer propia esta causa es igual que si preguntáramos si las personas que no están racializadas pueden ser antiracistas o si no sufres el fascismo puedes ser antifascista. Es una causa común y transversal a la clase trabajadora, y por supuesto que los hombres pueden y deben ser feministas.
¿Qué objetivo tiene hacer el paro del 8 de Marzo?
Es una convocatoria muy interesante, porque como es internacional, cada uno la ha trabajado con una manera y objetivos diferentes. En EEUU tienen más una misión de distinguirse mucho del feminismo liberal que ilustra Hillary Clinton, y también de dar un poco de dinamismo a todo lo que es el tejido sociopolítico que no está estrictamente en el mundo de sindicato. En el caso del Estado español la cosa es más rara. En Galicia, las compañeras de la CIG (Confederación intersindical Galega) solamente convocan a mujeres pero hacen un paro laboral muy fuerte. Por otro lado, tenemos organizaciones sindicales que dicen que van a parar pero no lo van a hacer, como CCOO y UGT, que para no desmarcarse de la foto dicen que van a hacer algo que en realidad no lo es porque no están agitando el centro de trabajo.
Nosotros, por ejemplo, desde COS (Coordinadora Obrera Sindical) sí que convocamos una huelga general y nuestro objetivo es hacer un intento de demostración de fuerza, en el que se incorporen hombres y mujeres, pero lo que queremos es darle un contenido específico de reivindicaciones feministas. No es una huelga femenina, sino feminista.
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