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Energía nuclear
Lo que hay detrás de la energía nuclear
Abordamos brevemente el negocio de los residuos radiactivos para el oligopolio patrio: cómo definir "residuos", su gestión y quién paga los costes que se generan.
Cuando se habla de energía nuclear, lo más escuchado como argumento a favor es que se trata de una energía barata de producir, limpia y con escasas probabilidades estadísticas de efectos indeseados (escapes, accidentes, ataques terroristas, etc.) porque existen fuertes medidas de seguridad para su control. Los argumentos en contra suelen basarse en el problema de los residuos (la complejidad de su gestión, su coste y permanencia en el tiempo) y la peligrosidad a la que nos vemos expuestos de manera innecesaria, puesto que tecnológicamente existen otras alternativas para producir energía, igualmente eficaces y sin estos inconvenientes.
Yo quiero plantear aquí argumentos para que pensemos (y hagamos cuentas) sobre si producir energía con tecnología nuclear es una opción barata o solo rentable económicamente para las empresas que la explotan, y a la vez una opción poco rentable para los usuarios/consumidores/ciudadanos, que soportamos entre otros, los costes de la gestión de sus residuos.
El Artículo 38 bis de la Ley 11/2009 establece que “la gestión de los residuos radiactivos, incluido el combustible nuclear gastado, y el desmantelamiento y clausura de las instalaciones nucleares, constituye un servicio público esencial que se reserva a la titularidad del Estado, de conformidad con el artículo 128.2 de la Constitución Española encomendado a la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos, S. A. (ENRESA)”.
Dicha gestión se lleva a cabo siguiendo las directrices del 6º Plan General de Residuos Radiactivos, que es un documento del año 2006 en el que se recogen las estrategias y actividades a realizar en cuanto a residuos radioactivos, desmantelamiento de instalaciones y estudio económico-financiero, pero que por fecha ya está caducado, y de hecho pendiente de actualización desde el año 2010. Deben ser incorporados a él los requisitos que en materia de seguridad establece la Directiva 2011/70/Euratom del Consejo, del 19 de julio de 2011, así como la nueva planificación energética 2021-2030 como parte del “Plan Nacional Integrado de Energía y Clima”, que se presentará a la Comisión Europea antes de finales de año.
Yo quiero plantear aquí argumentos para que pensemos (y hagamos cuentas) sobre si producir energía con tecnología nuclear es una opción barata o solo rentable económicamente para las empresas que la explotan
Pero ¿qué es un residuo nuclear? La definición es cualquier material o producto de desecho para el que no está previsto ningún uso, y que contiene o está contaminado por radionucleidos en concentraciones elevadas. La principal característica de los residuos radioactivos son sus radiaciones ionizantes, de las que debemos proteger a los seres vivos, tanto de la irradiación, distanciándolos de la fuente emisora o reduciendo el tiempo de exposición, como del riesgo de contaminación (que se deposite en el organismo), por medio del sellado de las fuentes radioactivas, interponiendo barreras de materiales adecuados entre la fuente y los seres vivos. El riesgo para los seres vivos dependerá de la dosis (irradiada o absorbida), tiempo de exposición, el modo en que es recibida, si es una sola dosis o es pausada en el tiempo, si se recibe de forma difusa o sobre un órgano o zona en concreto, etc….
Los residuos radioactivos se clasifican según sus niveles de radioactividad, el periodo que se mantengan activos y su gestión final en residuos de muy baja, baja, media y alta actividad.
Los Residuos de Alta Actividad están formados básicamente por combustible nuclear gastado. Adicionalmente se incluyen también en este conjunto aquellos otros Residuos de Media Actividad que por sus características no son susceptibles de ser gestionados de forma final en las condiciones establecidas para El Cabril (Córdoba) y requieren instalaciones específicas para ello. Contienen isótopos radiactivos con períodos de semidesintegración superiores a 30 años. Además, pueden emitir calor y estar activos durante miles o decenas de miles de años.
El combustible gastado que produce una central nuclear puede ser gestionado de dos maneras: ciclo cerrado o abierto. La diferencia está en el procesamiento o reutilización de materiales con un contenido energético remanente (fundamentalmente uranio y plutonio), que tras un tratamiento se convierten en subproducto. Esto en el caso del ciclo abierto no se produce, puesto que el combustible irradiado permanece almacenado en las piscinas de las centrales, complementado, según se requiera, con otros sistemas de almacenamiento transitorio, en espera de su gestión final.
La elección del ciclo abierto o del ciclo cerrado se establece fundamentalmente como una opción energética, estratégica y económica, con repercusiones en la gestión de los residuos radiactivos.
Los Residuos de Baja y Media Actividad son aquellos cuyos principales radionucleidos tienen un periodo de semidesintegración inferior o igual a 30 años y por sus características pueden ser almacenados en las instalaciones de El Cabril (Córdoba). Su radiactividad dentro de algunos cientos de años habrá decaído y podría ser comparable a los niveles de la radiactividad natural existente en la superficie de la tierra. Se originan principalmente en el desmantelamiento y operación de las centrales nucleares, aunque también se generan pequeñas cantidades en instalaciones médicas e industriales.
Los residuos radioactivos se clasifican según sus niveles de radioactividad, el periodo que se mantengan activos y su gestión final en residuos de muy baja, baja, media y alta actividad
Tenemos también los llamados residuos de muy baja actividad y de vida larga, que se producen como consecuencia de las actividades de la minería y fabricación de concentrados del uranio, necesarios para la fabricación del combustible nuclear. Son los llamados estériles, en general con periodos de semidesintegración muy elevados. Al tratarse de grandes volúmenes (para que nos hagamos una idea, en 2006 existían unos 75 millones de toneladas de estériles de mina y unos 14 millones de toneladas de estériles de proceso), la gestión de este tipo de residuos radiactivos se lleva a cabo hasta la fecha mediante el apilamiento y la estabilización in situ en las propias instalaciones productoras.
¿Cómo se paga la gestión de estos residuos? Con cargo al Fondo para la financiación de las actividades del Plan General de Residuos Radiactivos. Este fondo se alimenta de las tasas cobradas a los titulares de las centrales nucleares durante el periodo de explotación (dichas dotaciones serán deducibles en el Impuesto sobre Sociedades). Y como hemos explicado en muchas ocasiones, el “sistema eléctrico español” tiene el inconveniente de ser un oligopolio y por tanto, aunque las actividades de producción, transporte, distribución y comercialización estén separadas y exista liberalización tanto en la producción como en la comercialización, la realidad de nuestro mercado es que hay tres grandes empresas verticalmente integradas que dominan el sector y nos trasladan “sus costes” a nuestros recibos, de modo que cualquier subida de impuestos por parte de nuestro gobierno a las centrales productoras de energía nos es repercutido directamente en “nuestros recibos”.
¿Y qué solución proponemos? Desde luego, es necesario modificar el sistema eléctrico, diseñado “ad hoc” de las compañías del oligopolio para maximizar sus beneficios económicos en lugar de para dar un servicio básico a todos los ciudadanos. Pero mientras esto llega, no seamos hipócritas y asumamos la realidad, y puesto que estamos pagando la gestión de “sus residuos nucleares”, no lo hagamos a través de los recibos de la luz, porque es un reparto alícuota de este importe. ¿No sería más justo si lo repartimos en los PGE? Al menos de esta forma cada uno pagaría en proporción a sus ingresos (o al menos se supone que es así), lo que haría este reparto un poco más justo.
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