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Antiespecismo
Personas veganas en un mundo no vegano
La mayoría de personas veganas no hemos nacido veganas. Por este motivo nos es fácil ponernos en el lugar de quienes comen y consumen productos de origen animal. Dado que todavía no somos mayoría en esta sociedad, no todas nuestras amistades y familiares han tomado la decisión de dejar de apoyar la explotación de animales pero, aun así, seguimos relacionándonos con ellas.
Sin pretenderlo, es prácticamente imposible que una persona vegana no hable sobre ello en algún momento —incluso hay quien dice que es muy negativo no hacerlo—. Compartir una comida, ir de compras con alguien o simplemente seguir el fluir de según qué temas en una conversación puede derivar en una descripción o defensa de nuestra decisión de negarnos a financiar la explotación animal en alguna de sus formas.
En general, las personas veganas entendemos la manera de pensar de las personas que no lo son, porque la publicidad y las opciones de consumo que nos rodean apuntan a la idea de que los animales de otras especies son menos valiosos que la especie humana y son tratados como una masa de seres cosificados, en lugar de como lo que son: sujetos individuales. Sabemos lo convencidas que se sienten esas personas y vemos como rechazan renunciar a comer, a hacer o a comprarse algo que les gusta. Conocemos el mecanismo de la disonancia cognitiva que las lleva a justificar lo que hacen, aunque sea injustificable, porque lo hemos sufrido en el pasado. La mayoría de personas veganas nos hemos creído mentiras y no hemos sido honestas con nosotras mismas, en un principio, respecto a la explotación animal, porque no estábamos preparadas para asumir los hechos y cambiar.
Actualmente, existen diversos tipos de formación para aprender a luchar por los derechos de los animales por la vía social o legal. También están a nuestra disposición cientos de libros y de estudios que nos ayudan a entender el comportamiento y conducta animal y demuestran la imposibilidad de cubrir sus necesidades vitales en cualquier tipo de explotación. Por otro lado, tenemos a nuestro alcance la historia del antiespecismo para aprender de las acciones que fueron éxitos y de los fracasos en la defensa de la libertad animal. Investigar sobre el tema nos nutre de argumentos para ayudar a los demás a darse cuenta de lo que implica llevar cuero o comer la carne de un animal.
A pesar de todo, no siempre conseguimos mantener la calma, se nos escapa la desesperación de no lograr hacer ver cuándo, cómo y cuánto sufren los animales criados para ser consumidos. No es fácil tener ese conocimiento, ver a diario imágenes y vídeos que evidencian lo que sabemos, y ser conscientes de los millones de individuos que se matan a diario sin que ello sea una necesidad de ningún tipo. A veces, nos hundimos en la tristeza de saber todo lo que les hacemos a los animales y tener que oír que “no es para tanto porque viven una vida digna” o que al final en el matadero “solo sufren un momento”. Por no hablar de la aversión que nos provoca la publicidad engañosa que nos intenta hacer creer que una vaca es feliz por estar en un prado unas horas al día o por escuchar música un rato.
Sin embargo, por mucho que mostremos indignación, frustración o rabia, nada es comparable a las dosis de furia que recibimos a menudo por parte de personas que ven al resto de animales como seres inferiores y se niegan a entender nuestra postura. Se cabrean con nosotros y con nosotras porque les recordamos el origen de lo que comen y no “les dejamos” comer “tranquilos”. Nos desprecian, se burlan de nuestra empatía, nos ridiculizan y hacen chistes sobre el sufrimiento animal. El artículo Los prejuicios escondidos que provocan odio contra los veganos comenta las razones de ese odio a raíz de un estudio publicado en 2015.
Parece que olvidan que hay activistas que se juegan literalmente la vida colándose en una granja para filmar y evidenciar las condiciones en las que malviven los animales en ella. Muchas veces entran a escondidas porque es legalmente muy difícil obtener permiso para acceder a los lugares en los que se crían animales. La gran mayoría de imágenes de lo que sucede en los mataderos se obtienen mediante cámaras ocultas o gracias a personas infiltradas.
También ponen en peligro su integridad física las personas que intentan evitar o documentar las prácticas que se llevan a cabo en una cacería. Solo por mencionar un ejemplo, es conocido el caso de Pierre Rigaux, biólogo naturalista vegano que lucha por la prohibición de la caza. Recibe amenazas de muerte a diario por parte de cazadores, las denuncia a la policía y las publica en redes sociales, pero no obtiene ningún tipo de protección y sigue trabajando para ayudar a los animales.
El hecho de que la mayoría de las personas activistas sigan luchando para dar a conocer el maltrato, el sufrimiento y la importancia de la liberación animal hoy en día demuestra un compromiso incondicional para sacar a la luz una realidad ocultada. Saben que nuestra relación actual con los demás animales nos lleva a la destrucción del planeta y a una sociedad sin valores éticos basados en la empatía y el bien común. Estas personas y todas las que les apoyamos actuamos por voluntad propia, con total independencia y libertad. Sin recibir nada a cambio. No está entre nuestros objetivos o intereses obtener fama, reconocimiento o lucro, sino defender a quien no puede defenderse ni escapar de su tortura.
Uno de los obstáculos entre las personas veganas y las no veganas que más dificulta la comprensión de la defensa de animales es la hipocresía consciente o inconsciente. Muchas de las personas que esquivan el tema de la explotación animal o se niegan a creer el sufrimiento que supone para los animales llegar a su plato se declaran amantes de los animales. Hay quien no soporta ver una corrida de toros o a un perro abandonado y famélico o a un gato asesinado. Sin embargo, no tiene reparo en comer vacas, cerdos o conejos.
Puede que no se haya parado a pensar que, si unos sienten dolor, los otros también lo hacen. Tal vez no se haya planteado luchar por los derechos de todos. O tal vez sí que lo ha hecho, pero su egoísmo hace que no renuncie a algunos placeres de su paladar. El desconocimiento sobre una saludable y sabrosa dieta vegana podría ser otro motivo por el que alguien sigue consumiendo productos animales.
En definitiva, hay muchas personas que no se atreven a admitir que animales somos todos y que todos sentimos dolor. Entendemos que cuesta enfrentarse al hecho de que matamos a millones de animales sin necesidad, pero dejar de justificarlo nos hace valientes y abre la puerta a un futuro igualitario, justo y sano para todos los animales, humanos y no humanos. No podemos permitirnos seguir siendo personas cobardes, ignorantes, ingenuas o egoístas. La deforestación, el cambio climático, la extinción de especies y la desaparición de la biodiversidad condenan la vida de todos los seres vivos en este planeta.
Es hora de plantearse algo veganamente revolucionario: ¿Y si dejamos de matarnos y de matar a los demás animales? ¿Y si nos centramos en recuperar especies, tierras explotadas y nos ocupamos de proteger en lugar de seguir exterminando los recursos que todavía tenemos?
Las personas veganas que hacemos estas propuestas, que explicamos los principios del antiespecismo y que denunciamos la esclavitud y la tortura de animales solo somos informadoras. Quienes importan y deben ocupar el centro de toda la cuestión son los animales. Todos somos la clave para reponer el equilibrio en este mundo.
Todavía existe mucha desinformación y mentiras que corren por nuestros canales de comunicación. Iniciativas como Infoanimal existen para mostrar la realidad en la que se basa nuestro sistema alimentario y de consumo animal. Abrimos temporada para seguir invitando a nuestros lectores y a nuestras lectoras a enfrentarse a las cuestiones éticas necesarias para definir los valores que queremos en la sociedad de mañana. Si quieres acabar con la violencia injustificada de este mundo, si crees que otra relación con los animales es posible, si quieres apostar por el respeto y el cuidado de todos y no de unos pocos, no te pierdas nuestros artículos y síguenos en redes. Solo estando informados e informadas y conociendo la realidad, podremos cambiarla.