Venezuela
Donald Trump precipita el golpe de Estado contra Maduro

Era un secreto a voces que la administración Trump y los halcones ultras Mike Pence, Mike Pompeo y John Bolton habían señalado a Venezuela como uno de los puntos rojos de la política exterior estadounidense en la carrera hacia la reelección del presidente. También que la situación política, social y económica del país caribeño no se explica solo por la injerencia estadounidense, sino por el desgaste del proyecto de Nicolás Maduro y la tensión generada por los grupos opositores contra el presidente. La tormenta descargó este 23 de enero durante una manifestación de la oposición en Caracas. Venezuela vive desde entonces un golpe de Estado apoyado por Estados Unidos, casi todos los países de la región y rechazado solo por un puñado de Gobiernos.
Presidente de la Asamblea Nacional desde el pasado 5 de enero, el hasta hace poco desconocido Juan Guaidó se autoproclamó presidente de Venezuela durante la protesta multitudinaria de Caracas. Desde entonces, Nicolás Maduro opera desde el Palacio de Miraflores para contener el golpe, apoyado en el Ejército y cuerpos de seguridad.
Impedir el segundo mandato de Nicolás Maduro es una prioridad de la oposición pero también del polo derechista que recorre América desde el Yukón hasta Tierra de Fuego
Guaído, de 35 años, es diputado por el Estado de Vargas (Norte) y miembro de Voluntad Popular, el partido del líder opositor en arresto domiciliario Leopoldo López. Este joven político ha liderado las movilizaciones de la oposición, en un clima de profunda crisis económica e hiperinflación. El golpe del 23 de enero materializaba algo que se sospechaba desde hace semanas: que impedir el segundo mandato de Nicolás Maduro es una prioridad de la oposición pero también del polo derechista que recorre América desde el Yukón hasta Tierra de Fuego.
“Juro asumir formalmente las competencias del Ejecutivo Nacional como el presidente encargado de Venezuela”, fueron las palabras de Guaidó ante las masas que le acompañaban en Caracas. Casi sincronizada, la Administración estadounidense reconoció al autoproclamado presidente a través de Mike Pence y del propio Trump, que utilizó Twitter para certificar el apoyo al golpe. “Hoy, reconozco oficialmente al presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, como el presidente interino de Venezuela”, declaraba Donald Trump, cuyo gobierno no descarta ninguna acción para apoyar a Guaidó.
Junto a la superpotencia, apoyan al autoproclamado presidente, el Grupo de Lima, formado por Estados latinoamericanos contrarios al chavismo. De este grupo, solo México se han negado a reconocer al político. Por su parte, Maduro ha ordenado la salida de todo el personal diplomático estadounidense de las fronteras venezolanas, algo para lo que el Gobierno de Trump no le reconoce autoridad.
En el terreno nacional, Guaidó no ha recibido el apoyo de las fuerzas armadas, a pesar de haber prometido la amnistía a aquellos soldados que se alineen contra Maduro. “Los soldados de la Patria no aceptarán a un presidente impuesto a la sombra de oscuros intereses ni autoproclamado al margen de la Ley”, declaró ayer el ministro de defensa, Vladimir Padrino. A falta del apoyo del Ejército nacional, la oposición piensa en el apoyo de otros ejército: el grupo de Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex) solicitó ayer al vicepresidente de EE UU, Mike Pompeo, el envío de asistencia militar humanitaria a Venezuela. De momento, todas las opciones están sobre la mesa, según ha amenazado el presidente Trump.
Crisis institucional
Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, pertenece al partido Voluntad Popular, que no reconoce la autoridad de Maduro renovada en los comicios de mayo de 2018, en los que fue reelecto el mandatario. La coalición opositora Mesa de Unidad Democrática decidió no participar en esas elecciones alegando la falta de garantías de unas elecciones limpias. Sin embargo, Maduro compitió con otros tres candidatos en unas elecciones que fueron catalogadas como limpias por observadores internacionales, pero no reconocidas así por Estados Unidos ni la Unión Europea.
Así, mientras que Maduro tiene la dirección del Gobierno, el Partido Socialista Unido de Venezuela concentra una amplia mayoría en gobernaciones y alcaldías, parlamentos regionales y concejos municipales. Así como la totalidad de los escaños de la Asamblea Nacional Constituyente. Esta presencia tiene que ver con la decisión de la coalición opositora de no presentarse en los últimos procesos electorales. La oposición por su lado tiene el control de la Asamblea Nacional, cuyo mandato no es reconocido por el Gobierno. La Asamblea Nacional no reconoce la juramentación de Maduro ante los miembros del Tribunal Supremo —en lugar de ante la propia Asamblea Nacional— del día 10 de enero. Dicho juramento implica la apertura de un sexenio presidencial.
Las dificultades de Venezuela en el terreno económico, la salida masiva de ciudadanos —los más pudientes y de mayoría antichavista a Europa, las clases populares a Ecuador, Colombia y otros países del entorno—, y la polarización que vive el país es el caldo de cultivo para una oposición copada por la derecha y los medios de comunicación de las oligarquías tradicionales. El objetivo de esa oposición desde el juramento del 10 de enero era “calentar la calle” para generar el clima propicio al golpe. Los precedentes de 2017 son tristes para todos: entre abril y julio de ese año, el país estuvo al borde de la guerra civil —hubo 120 fallecidos e innumerables heridos y detenidos— y solo se pacificó luego de la elección de los integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente, a finales de julio de ese año.
Reacción internacional
México, Bolivia, Cuba y Puerto Rico, son los únicos Estados que han mostrado su apoyo al presidente Maduro. En el Estado español, ante el entusiasmo con el que los partidos de derecha han apoyado a Guaidó —Pablo Casado enarboló la bandera de Venezuela en una concentración de apoyo al golpe en la madrileña Puerta del Sol—, Pablo Iglesias ha condenado abiertamente el golpe.Pasada la una del mediodía, el presidente Pedro Sánchez ha llamado a Guaidó para felicitarle, según ha publicado en Twitter el autoproclamado presidente de Venezuela: “Acabo de recibir una llamada del Presidente de España Pedro Sánchez y pude expresarle la lucha que emprendimos junto a toda Venezuela, para lograr un Gobierno de transición y tener elecciones libres. Ante eso el Presidente me confirmó su total respaldo”. Según ha reflejado el periodista Daniel Basteiro, Moncloa ha negado el reconocimiento de la autoridad de Guaidó pero no niega que la llamada se ha producido para celebrar el “coraje” del opositor a Maduro. En cualquier caso, el Gobierno del PSOE no ha dado un paso más de lo que sus socios europeos han marcado como la línea a seguir en estas primeras horas de golpe.
La Unión Europea, a través de su comisaria de Exteriores y vicepresidencia, Federica Mogherini, hizo a última hora del 23 de enero, un ejercicio de funambulismo para evitar el reconocimiento explícito de la autoridad de Juan Guaidó pese a pedir un proceso inmediato que desemboque en elecciones. “La UE apoya plenamente a la Asamblea Nacional como la institución elegida democráticamente cuyos poderes deben ser restaurados y respetados. Los derechos civiles, la libertad y la seguridad de todos los miembros de la Asamblea Nacional, incluido su Presidente, Juan Guaidó, deben ser respetados y respetados”.
Nicolás Maduro cuenta, de momento, con el apoyo del Gobierno de Rusia, expresado a través de su portavoz, Vyacheslav Volodin. Desde el Parlamento ruso se entiende que Estados Unidos está intentando promover una “revolución de colores” en el país caribeño, en alusión poco velada a la revolución naranja, génesis del conflicto con Ucrania en la zona del río Don. The Guardian recuerda que Rusia tiene intereses petroleros en Venezuela, a través de la compañía Rosneft.
El actual presidente de Venezuela ha contado asimismo con el apoyo del Gobierno de Tayyip Erdoğan en Turquía. No así de China, pese a que el gigante asiático es el principal socio comercial del Gobierno venezolano y también su primer acreedor. Se espera que Xi Jinping, presidente chino, sea el principal soporte de Maduro en el inestable equilibrio internacional producido por el golpe de Estado.
Desde el Foro de Davos, que tiene lugar esta semana, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ha llamado a “evitar una escalada que pueda llevar al tipo de conflicto que sería un desastre total para Venezuela, para el pueblo venezolano y para la región”. La ONU no ha emitido ninguna comunicación más al respecto.
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